lunes, 9 de diciembre de 2013

Me tocó vivir

Me toca vivir en estos estupendos años de vertiginosa modernidad e increíble ignorancia.

Me toca ver cómo, aun en los corazones más tranquilos, quieren acelerar la vida.

Me tocó recibir información en gotitas de tinta condicionadas y me toca hoy hundirme en correntadas de letras con información inútil.

Me tocó dar vuelta el palo de la antena para que la única señal se vea mejor y hoy me toca apagar el televisor, cansado de tantas señales basura.

Me toca ver dos bandos, dos colores, dos posturas, y a los señores que dicen de qué lado están algunos y en cuál deberían estar otros.

Me toca un país con una gran mayoría persuadida junto a minorías complacidas, ambos pidiendo a gritos la tolerancia sin tolerar a quien piensa de manera alternativa.

Me tocan años en los que las charlas dependen de los canales de entretenimiento, mientras se repiten en las radios, y las redes enredan los pensamientos.

Me tocaron días en los que muy pocos publicaban poco porque pocos llegaban a entender mucho y me tocan días en los en que muchos publican demasiado porque muchos entienden muy poco.

Me tocó vivir esta era en la que aparecen cada vez más sofisticadas, rápidas, y eficientes herramientas para hablarnos, que solo sirven para mostrarnos cuán elemental, lenta, y deficientemente nos comunicamos.

Me tocó vivir una intensa compañía en años de escasa conectividad y me tocan vivir días enteros conectado en completa soledad.

Me tocó  aprender que el silencio no es una pérdida de tiempo y que la palabra puede acariciar el alma, y me toca comprobar cuánto tiempo se pierde hablando del silencio y la calma.

Me tocaron días en los que la sociedad buscaba en libros sus puntos de vista, y hoy me toca ver naciones enteras dominadas por productoras y publicistas.

Me tocó ver a padres ignorantes criar hijos tan educados, y hoy me toca ver hijos carentes con padres tan ilustrados.

Me toca vivir la desaparición del aplauso, el motor del alma de los pequeños y grandes artistas, hasta lo veo agonizar, es que el público está ocupado mirándolos a través del celular.

Me tocó hablar cuando no se hablaba y reaccionar desencajado, y hoy me toca callar por estar casi siempre equivocado.


Me tocó perseguir pensamientos, comparar opiniones, recorrí las lágrimas, amé la risa, y me carcomió el rencor, para decir que lo único que permanece es el amor.     

1 comentario:

Cronicas de la Tierra sin Mal dijo...

Cuanta verdad junta, Estimado Hugo. Reflejas la realidad en tu pluma tan profunda, real y reflexiva. Un abrazo Hermano. José Javier Rodas