miércoles, 12 de febrero de 2014

El comerciante especulador es como el chismoso, existe porque tiene clientes

Nos molesta el aumento de precios, pero seguimos comprando. Y no nos instruimos para saber quiénes son los responsables verdaderos del aumento. Así también nos molestan mucho los chismes, pero seguimos creyendo y escuchando a los chismosos.

En una oportunidad, hace varios años, mi padre quiso comprar un hermoso canasto de tacuapí que un aborigen ofrecía a la vera de la ruta, y al ver que el precio había aumentado respecto de unos días atrás, le pregunta al nativo por qué, y éste le responde “oyupí la nafta” (subió la nafta, en guaraní). Ante tal respuesta, mi padre rió con ganas y compró el canasto igualmente, no sin antes regatearle un poco el precio, que el mbyá no quiso bajar mucho.

Y aunque el ejemplo puede resultar simpático, es realmente un reflejo exacto de una de las perfectas excusas que escuchamos los consumidores finales históricamente en la Argentina, cuando tenemos que comprar en los almacenes, despensas, kioskos, y supermercados o cargar el tanque del auto, especialmente acá en Iguazú.  Por eso el aborigen dio esa excusa, porque a él también le dieron esa explicación en el almacén.

A esa famosa excusa “subió la nafta”, se sumó después “subió el dólar” y así nos aumentaron siempre los precios al nivel de 100, 200, 300, y acá en Iguazú hasta el 400% más, y nosotros entendíamos a los comerciantes porque realmente subió la nafta y el dólar, hasta que después de pagar tan caro todo, empezamos a leer un poco, preguntar otro poco, y supimos que no todos los productos tienen que ver con la nafta (como el canasto del mbyá) y que tampoco todos los precios tienen que ver con el dólar.

Sin embargo, los comerciantes siguen vendiendo sin parar, y al parecer cada vez más, en un país al que todos –sí todos, incluyendo los comerciantes y empresarios –critican y describen como un desastre, y en el que no hay movimiento, y apenas se vive día a día.

Algo no se comprende: los comerciantes abren un negocio, contactan un productor, un distribuidor, “pagan los impuestos”, el flete, y ponen el precio, pero ¿quién les compra? Y por otra parte, si los que compran lo hacen por necesidad y no tienen opción de compra en otro lado, ¿pagan lo que sea en el lugar que sea y van a comprar obligados al mismo lugar sin quejarse o dejar de comprar?

Claro que molesta que haya un gobierno inepto que no sepa garantizar la producción y distribución sin aumentos, pero eso nada tiene que ver con que el comerciante que te saluda en el mismo pueblo todos los días, te mienta en la cara (o escondido) aumentando los precios al porcentaje que se le ocurra para ganar mucho más poniendo como excusa la nafta, el dólar, el gobierno, la lluvia, y el agua de Cataratas.

En el caso específico de Iguazú, también molesta que nos traten de estúpidos haciéndonos creer que el comerciante, además de pagar al distribuidor debe pagar la tasa de abasto (un engendro inventado por el asesor legal de este gobierno municipal Harry Foos, en la época del intendente Filippa, de quien fue amigo y luego enemigo), como si no supiésemos que todos los grandes comerciantes no pagan esa tasa y “arreglan” a su manera, y los que sí la pagan después lo incluyen en el precio final de los productos, y la terminamos pagando todos nosotros.

O en el caso de la famosa nafta que de repente “desaparece” de nuestra ciudad cuando hay alguna información que puede afectar su distribución, y “aparece” repentinamente con un precio más alto, como si no supiésemos que la esconden para especular y venderla después con aumento para ganar unos míseros centavos más a costa de nuestro trabajo. Y con esto no tiene nada que ver el gobierno, sea cual fuere, los responsables de estos aumentos de precio descontrolados son los dueños, empresarios, comerciantes, distribuidores, como usted quiera llamarlos, que especulan con nuestra necesidad y nos venden a precios exagerados.

¿Quiero decir que el comerciante no debe ganar? No, no digo eso. Digo que debe ganar lo justo, poniendo un precio al que pueda acceder el consumidor sin que tenga que quejarse que el sueldo no le alcanza. No es muy difícil entenderlo. Digo que tiene que mantener sus clientes (compatriotas, no enemigos) respetándolos, y no mintiéndoles en la cara sin importarle que toda la economía se vaya al demonio.

Lo peor de todo esto es que nos molesta muchísimo que los comerciantes especuladores nos mientan pero ¡nosotros le seguimos comprando! Igual que nos molestan muchísimo los chismes que inventan de nosotros, pero los chismosos nunca desaparecen sino que siguen aumentando, ¡porque nosotros les seguimos escuchando!   
  

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