martes, 27 de julio de 2010

Facemen

“Hoy estoy con todo” –me dijo un compañero de trabajo, apretándome el brazo y saltando. Y a juzgar por la felicidad, que era muy evidente en el brillo de sus ojos y en su amplia sonrisa, parecía haber logrado un premio importante o haber conocido el amor de su vida. Todo era posible, y yo disfrutaba con su felicidad, sin importar la razón que la había provocado.
Pero confieso que aunque me hacia el desinteresado, como cura en la playa, me mataba la intriga, hasta tal punto que ya no sabía qué decirle para que me cuente por qué estaba tan feliz. Sin embargo, él parecía no tomar cuenta de mi deseo de saber y seguía agrandando su logro con cada salto, grito, y carcajada.
“Bueno –pensé –debe ser algo muy importante, que en algún momento se le escapará y voy a enterarme”.
Al final de unos cuantos minutos de festejo de parte de él y disimulo mío, saltó a la luz de su boca sonriente que ¡por fin consiguió el Facebook de la chica que le gusta!
Al escuchar eso, mi yo interno vetusto y avejentado, lo rechazó de plano como cuando veía a todo el mundo celebrando y hablando del msn y sus virtudes. Pero el otro yo interno, porque según me dicen los que saben que mi signo es Géminis, tengo varios yo, me decía que hoy tener el Facebook de alguien es muy, pero muy importante. Más cuando se trata de alguna persona que significa mucho para nosotros.
Entonces le pregunté qué había visto, qué le pareció, qué me podía contar, más porque –les confieso acá entre nosotros en este blog que no lee nadie –que yo no tengo idea de Facebook y su funcionamiento que por querer saber lo que me contaba el compañero.
Es de saber que el compañero se explayó con que vio fotos impresionantes, que ya comentó en su muro, que más o menos ya sabe en qué momento está conectada, y que puede decirle todo lo que siente cuando quiere, compartir fotos propias que ya estuvo subiendo, y que además leyendo su perfil supo qué le gusta, y cuáles son sus amigos más cercanos, y cuál es su circulo de amigas.
“Eso es muy importante”, reflexioné con uno de mis yo, no me acuerdo con cuál, porque la tecnología permite conocer todos esos datos de una persona, y de las que están ligadas a ella sin necesidad de ni siquiera hablar con tal persona.
¡Hablar!, ¡hablar!, claro ¡hablar! De pronto me acordé, y le pregunté a mi compañero quién es la chica que tanto le gusta y si había podido hablar con ella. Y me dijo que sí, que habló con ella la tarde anterior, por el Chat del FACE, y que lo trató re bien y que más o menos a esa hora se conecta siempre.
“¿Y me vas a decir quién es?”, insistí sin vergüenza.
“Claro, es María Celeste”, me dijo.
“¿María Celeste?”, pregunté anonadado. “¡¿María Celeste del Spa?!, ¿la que trabaja en el hotel con nosotros en el spa?”
“¡¡¡Sí!!!”, me dijo contento, sin notar quizás que siempre la tuvo a metros por varios años inclusive, y que hasta podía sentir su aroma si quisiera, y sin tener la dirección de su Facebook. Pero, mi compañero estaba feliz y no iba a arruinarle su contento diciéndole mi conclusión. Él había añorado tenerla en la computadora por mucho tiempo, y ahora la tenía cuando quería, y podía decirle lo que quisiera sin que se noten sus nervios de encare como se nos notaba a nosotros, los obsoletos, vetustos, y anticuados hombres, que no le llegan ni a los tobillos a los Facemen de hoy.