viernes, 20 de diciembre de 2013

¡Ojalá saqueen todo en estas fiestas!

Para combatir esa maldita injusticia entre los que tienen mucho y los que no tienen nada; para hacer sentir la verdadera necesidad de aquellos que siguen esperando las soluciones prometidas; para dejar de mirar de lejos las transmisiones de la lucha sintiéndonos jueces de nuestros prójimos.

¡Ojalá saqueen todo!

Para que dejemos de repetir las opiniones de quienes deciden en qué hacernos pensar todos los días; para que empecemos a razonar con criterio propio sin esperar influencias y presiones; para que los dirigentes y empresarios dejen de hablar de problemas económicos desde sillones dorados y panzas llenas.

¡Ojalá saqueen todo!

 Para que los jóvenes observen cómo los adultos buscamos responsabilidad en el resto, mientras les enseñamos a hacerse responsables por sus actos; para que de una vez notemos que nada tienen que ver las leyes y el gobierno de turno con las actitudes explotadoras de los progresistas hipócritas y trabajadores irresponsables.

¡Ojalá todos nos transformemos en saqueadores!

¡Para entrar sin permiso al lugar más privado que pueda tener un ser humano y saquear todo! Para animarnos a robar públicamente lo que robamos en privado y con pocos testigos; para lanzarnos a arrebatar con las mismas energías que utilizamos para juzgar; para atrevernos a salir saquear de los corazones todo odio y rencor, toda culpa y tristeza, toda ira y desamor, toda necesidad e incomprensión.

¡Ojalá saqueemos todo!

Para olvidarnos un momento de las teclas y las pantallas, y volvamos a las caricias y a las miradas; para que apaguemos las señales televisivas y corramos al abrazo de quien nos necesita; para que las redes ya no sean redes sino hilos de paz.




lunes, 9 de diciembre de 2013

Me tocó vivir

Me toca vivir en estos estupendos años de vertiginosa modernidad e increíble ignorancia.

Me toca ver cómo, aun en los corazones más tranquilos, quieren acelerar la vida.

Me tocó recibir información en gotitas de tinta condicionadas y me toca hoy hundirme en correntadas de letras con información inútil.

Me tocó dar vuelta el palo de la antena para que la única señal se vea mejor y hoy me toca apagar el televisor, cansado de tantas señales basura.

Me toca ver dos bandos, dos colores, dos posturas, y a los señores que dicen de qué lado están algunos y en cuál deberían estar otros.

Me toca un país con una gran mayoría persuadida junto a minorías complacidas, ambos pidiendo a gritos la tolerancia sin tolerar a quien piensa de manera alternativa.

Me tocan años en los que las charlas dependen de los canales de entretenimiento, mientras se repiten en las radios, y las redes enredan los pensamientos.

Me tocaron días en los que muy pocos publicaban poco porque pocos llegaban a entender mucho y me tocan días en los en que muchos publican demasiado porque muchos entienden muy poco.

Me tocó vivir esta era en la que aparecen cada vez más sofisticadas, rápidas, y eficientes herramientas para hablarnos, que solo sirven para mostrarnos cuán elemental, lenta, y deficientemente nos comunicamos.

Me tocó vivir una intensa compañía en años de escasa conectividad y me tocan vivir días enteros conectado en completa soledad.

Me tocó  aprender que el silencio no es una pérdida de tiempo y que la palabra puede acariciar el alma, y me toca comprobar cuánto tiempo se pierde hablando del silencio y la calma.

Me tocaron días en los que la sociedad buscaba en libros sus puntos de vista, y hoy me toca ver naciones enteras dominadas por productoras y publicistas.

Me tocó ver a padres ignorantes criar hijos tan educados, y hoy me toca ver hijos carentes con padres tan ilustrados.

Me toca vivir la desaparición del aplauso, el motor del alma de los pequeños y grandes artistas, hasta lo veo agonizar, es que el público está ocupado mirándolos a través del celular.

Me tocó hablar cuando no se hablaba y reaccionar desencajado, y hoy me toca callar por estar casi siempre equivocado.


Me tocó perseguir pensamientos, comparar opiniones, recorrí las lágrimas, amé la risa, y me carcomió el rencor, para decir que lo único que permanece es el amor.     

domingo, 15 de septiembre de 2013

Entrevista a un iguazuense

Un personaje que todos conocen, quizás mejor que a cualquier otra persona, y que por varias razones parece tener siempre una respuesta para todo.

Entrevistador: ¿Qué detalle destaca de su personalidad?

Iguazuense: Soy diferente. Y trato de diferenciarme lo mejor posible de la gente en general.

Entrevistador: ¿Qué es ser diferente?

Iguazuense: No parecerse a los demás, claro.

Entrevistador: ¿Podría darme algún ejemplo de esa diferencia?

Iguazuense: Sí, por su puesto. Yo no soy chusma como los demás, no me visto como los demás, no me dejo llevar por lo que dicen y hacen los otros, no soy ignorante la gente de acá, hago la mía y listo.

Entrevistador: En otras palabras, usted quiso decir que no le presta atención al resto de las personas.

Iguazuense: ¡Exacto!

Entrevistador: ¿Cómo logra ser diferente, entonces?

Iguazuense: No entiendo la pregunta.

Entrevistador: Bueno, para definirse diferente, uno necesariamente tiene que saber cómo son los demás, y para saber cómo son y cómo se comportan los demás,  uno debe prestarles atención y estar pendiente de lo que hacen, de esa manera uno decide ser diferente o no parecerse a ellos. Por eso la pregunta, ¿cómo logra ser diferente sin prestar atención a cómo son o qué hacen los demás?

Iguazuense: No lo había pensado así. Creo que solo soy diferente, nada más.

Entrevistador: ¿Puede definirme quién es o quiénes son “la gente”?

Iguazuense: Las personas. Los que se mueven alrededor nuestro.

Entrevistador: ¿Eso incluye a amigos, parientes, y a usted también, o usted no está dentro de “la gente”?

Iguazuense: Sí, sí, claro a todos. Nos incluye a todos.

Entrevistador: Entonces es difícil comprender quién o quiénes son “la gente de acá”, que usted mencionó anteriormente.

Iguazuense: Ah, pero  eso es fácil entender, cuando digo la gente de acá me refiero a la que es de Iguazú.

Entrevistador: ¿Usted no es de acá?

Iguazuense: ¡No! Ni quiero ser.

Entrevistador: ¿De dónde es?

Iguazuense: ¿Es importante decir de dónde soy?

Entrevistador: Y para hablar de las personas de acá y referirse a su forma de ser, al menos tendría que decir de donde es.

Iguazuense: Es cierto. Bueno… digamos que soy de otra provincia de la Argentina, por más que mi acento me delate. Digo esto porque acá siempre me confunden con los porteños.

Entrevistador: ¿Le molesta que le confundan con los porteños?

Iguazuense: Claro que me molesta, no soy para nada lo mismo.

Entrevistador: ¿Hace cuánto que vive en Iguazú?

Iguazuense: Hace, a ver, 15 años.

Entrevistador: Es decir, ¿usted trabaja aquí, vive aquí, tiene su casa aquí?

Iguazuense: Sí, sí.

Entrevistador: ¿Paga sus servicios aquí?

Iguazuense: Sí, bueno, los que se pueden pagar porque, viste que acá no todo está reglamentado.

Entrevistador: ¿Paga sus impuestos aquí?

Iguazuense: Sí, claro.

Entrevistador: ¿Y qué más necesita para considerarse de acá, de Iguazú?

Iguazuense: Bueno, sí en ese sentido sí soy de acá.

Entrevistador: Entonces, ¿podemos decir que usted también es “la gente de acá”?

Iguazuense: Sí, pero no soy como los de acá.

Entrevistador: ¿Es de acá, pero no es como los de acá? No entiendo.

Iguazuense:  Me refiero a que no soy como los oriundos, los que nacieron acá.

Entrevistador: ¿Conoce a muchas personas oriundas de acá?

Iguazuense: Bueno, los veo y hablo con ellos todos los días.

Entrevistador: ¿Me podría nombrar a diez personas que usted conoce que nacieron acá?

Iguazuense: Bueno… en este momento no me acuerdo si realmente nacieron acá, pero sí son de acá. Es decir, no estoy seguro si nacieron acá, pero tienen la forma de ser de los de acá, las actitudes y esas cosas.

Entrevistador: ¿Está al tanto que en el último censo hecho en 2010, los resultados mostraron que el 85% de los residentes de Iguazú entre los 15 y 80 años no nacieron aquí? Eso indica que hay muy pocas personas adultas que nacieron aquí en Iguazú en comparación con la enorme cantidad de los que no nacieron aquí.

Iguazuense:  No. La verdad que no sabía eso, pero lo que sí veo es la ciudad con gente que no la cuida, que es ignorante, que hace todo por izquierda, y que no tiene cultura.

Entrevistador: ¿Y usted adjudica esos problemas al 15% que nació acá o al 85% que no nació acá?

Iguazuense: Bueno, tendría que comprobarlo, pero no lo había pensado de esa manera. Creo que los dirigentes tienen mucha responsabilidad, pero supongo que tampoco son de acá, es decir no nacieron acá, quizás la mayoría es de Misiones.

Entrevistador: ¿Al decir de Misiones usted supone que el haber nacido acá en Iguazú o en cualquier otro lugar de la provincia es lo mismo?

Iguazuense: Y… bueno… por lo que se ve sí, como le dije las actitudes.

Entrevistador: ¿Y no le parece que al poner a todos en la misma bolsa, usted hace lo mismo que cuando lo comparan a usted con los porteños? Quizás ven las mismas actitudes y por eso lo hacen, y a usted le molesta.

Iguazuense: La verdad molesta, quizás no lo tuve en cuenta de esa forma.

Entrevistador: Cuando usted dice que la gente es ignorante, que todo hace por izquierda, que no tiene cultura… ¿se refiere a conductas cotidianas, sociales, políticas?

Iguazuense: Es muy claro que se nota en todo, en la suciedad de la ciudad, en como hablan, en como viven colgados de los cables de luz, en el tránsito…

Entrevistador: ¿Usted nunca hizo nada “por izquierda”?

Iguazuense: No, claro. Siempre trato de hacer todo bien, como corresponde.

Entrevistador: ¿En los 15 años en los ha vivido aquí, nunca pidió a algún conocido de la Aduana que le “ayude a pasar algo”, nunca llamó a un médico conocido para que lo atiendan primero, nunca pidió en la municipalidad un “trato especial” por alguna multa de tránsito, nunca se estacionó donde no corresponde, paga el servicio de luz regularmente, tiene el título de propiedad de su casa, pide los tickets fiscales cada vez que compra o los da cuando vende, nunca pidió que hagan pasar gratis a un familiar en Cataratas, pide siempre la factura de su alquiler, usó siempre el casco?

Iguazuense: Bueno… (ríe)… eso lo hace todo el mundo pero creo que todos lo hacemos por necesidad y no porque somos ladrones, todos trabajamos para conseguir de a poco lo que tenemos, no lo hacemos con mala intención.

Entrevistador: Cuando dice “todo el mundo lo hace” ¿se refiere al 15% que nació acá o al 85% que no nació acá?  

Iguazuense: Bueeeeno, cheee. ¡A todos me refiero! Ya me quedó claro que todos somos de acá, somos iguazuenses y que la mayoría de los que vive acá no nació acá.

Entrevistador: También llama la atención que se refiere a la ignorancia y a la cultura… ¿lo dice porque no le gusta o porque cree que no hay, no existe?

Iguazuense: Es que no hay un teatro, no hay obras para ver, como lo hay en cualquier otro destino turístico del país. No hay ningún lugar para ir ni evento para ver.

Entrevistador: ¿Sabe usted que Iguazú tiene el coro infantil Santa Cecilia, que participa en muchos eventos y también en Iguazú en Concierto visto en todo el mundo; tiene el coro de adultos Cataratas que siempre hace presentaciones aquí y en la región; tiene dos orquestas infanto-juveniles; músicos que representan a la ciudad en toda la provincia y en Buenos Aires en los Evita Culturales y en otros; tiene dos equipos de Hockey, uno muy reconocido de Básquet; varios de fútbol; obras de teatro que son de producción propia de los colegios y terciarios, además de traer  anualmente por parte de empresas o el municipio obras y conciertos que se presentan en Buenos Aires, Mar del Plata y Córdoba, que aquí se filmaron varias películas nacionales e inclusive una de Hollywood; y que tiene la mayor cantidad de escritores del interior de la provincia? ¿Participó usted alguna vez de estos eventos?

Iguazuense: Como te digo, no estoy muy al tanto, porque trabajo mucho, no tengo tanto tiempo para enterarme o para participar, pero cuando puedo voy, aunque te repito que creo que los dirigentes tienen que dar el ejemplo comunicando y facilitando las cosas para la gente.

Entrevistador: ¿Al decir dirigentes se refiere a la dirigencia gubernamental o a organizaciones privadas?

Iguazuense: ¡A los dos sectores! A los políticos y a los dueños de empresas, gerentes, asociaciones, escuelas,  etcétera. ¡Ellos tienen que dar el ejemplo! Tienen que ser líderes.

Entrevistador: ¿Y sabía usted que casi el 100% de estos dirigentes que usted mencionó, tanto políticos como privados, no nacieron acá, ni siquiera en esta provincia, y que como usted también se instalaron acá buscando una oportunidad?

Iguazuense: Tampoco lo había pensado de esa manera, pero supongo que puedo comprobarlo preguntando a los que conozco.

Entrevistador: ¿Qué fue lo más difícil de esta entrevista?

Iguazuense: (Piensa) Creo que lo más difícil fue hacerme las preguntas y responderme a mí mismo con total honestidad.

lunes, 5 de agosto de 2013

Como en el recreo de la escuela

Pasa el tiempo, y nos vamos acostumbrando a que la vida quede guardada en pequeños envases de plástico; que la música ya no se rompa con el disco o la cinta y que la comida tenga sabor a lata, pero el recreo de la escuela sigue siendo igual.

Si no me prestaste el lápiz de color que necesité durante la clase de ciencias naturales, no te invito mi tostado, y olvidáte que te salude por un buen rato mientras me junto con los que sí me prestan y pase frente a vos riendo y divirtiéndome a las carcajadas.

Además, parece que ya te olvidaste que te ayudé con la tarea de inglés y que la pasaste muy bien en mi cumple con payasos y pelotero.

Y bueno… no me siento más al lado tuyo y no me importa tu tostado porque tengo galletitas, ¿sabés?
Entonces te elimino de mi Face porque yo solo tengo amigos que son buenos y generosos, y vos ni sabés lo que eso significa.

A mí qué me importa, yo tengo muchos más amigos que vos, y hasta hablo con amigos de Estados Unidos.

Sí, seguro, pero con esos amigos vos no te juntás a tomar tere a la tarde, y ellos ni te registran en su vida, ¿sabés? Decíme cuándo fue la última vez que les viste, ¿¡eh, eh, eh, eeh?!

Calláte si a vos te falsean los que son tus amigos guaú, vos ni sabés lo que dicen de vos, que solo te juntás con los que te dan cosas y nadie quiere que juegues con ellos en educación física.

¿Y vos? Vos no estás en el equipo de volley porque apenas sabés sacar y encima le voy a pedir al profe que te saque porque sos mala compañera.

Sí, pero el profe tiene las fotos donde yo estoy en el equipo… y eso no vas a poder borrar porque todos saben que yo juego y vos recién llegaste acá y nadie sabe quién sos.

Mentira, porque todos saben que yo juego mejor que vos y me van a elegir capitán y yo te voy a sacar o poner suplente, además le voy a decir a la seño de lengua que te saque de mi grupo porque vos no hiciste nada,  porque siempre te sacás notas de arriba.

¡Mentira!, porque yo hice todos los afiches y traje los marcadores y busqué información en internet en mi notebook y vos solo sabés usar Facebook no más o vos te pensás que la profe no sabe.

...

Y tocó el timbre anunciando el fin del recreo. Y sin que se dieran cuenta cuánto tiempo se dedicaron uno a otro, llegó la clase, en la que al final de cuentas hay que hacer lo que dicen los grandes de más arriba.

Y pasó la vida. Y todavía no sabemos si nosotros aprendimos con ella o seguimos peleando en el recreo de la escuela. 

domingo, 23 de junio de 2013

¡¡Ya pe votáma!!

Sin imaginar tan siquiera lo que ocurría en verdad, correteaban con alborozo alrededor de una inmensa parrillada los peones de varias estancias, en los años cuando más o menos ya comenzaban a saber de qué lado era Misiones y donde terminaba Corrientes.

Esta vez no había carneada en masa ni era el cumpleaños de algún patrón sino que era la época de la votación, y eso significaba festejar con una gran asado el orgullo de ser  argentino, y un trabajador peón, libre, con derechos y deberes que hacen grande a la nación.

Así les animaba con su discurso el patrón que les juntaba para avisarles que había llegado el día de hacerse respetar con el voto, que es su decisión, y que cada uno estaba invitado con su familia a celebrar la gran ocasión.

Cada cual, con orgullo, llegaba esa tardecita al rancho para contar a la familia sobre la invitación, y empezaba una correría para preparar la bombacha blanca, el vestido, la alpargata,  y la bota con espuelón, y había que avisar al que no estuvo, organizar la faenada, sazonar el vaquillón, juntar la leña, asegurar por lo menos una guitarra y un acordeón, apuntalar la mesa larga, y preparar el terreno para el fogón.

Quienes llevaban en la espalda más de una votación, como los que hoy hablan sin ruborizarse dando grandes consejos, antes eran los que mandaban coordinando la organización. Era un orgullo inigualable para cada peón hacer la fila frente a una mesita para entregar su libreta cívica con emoción. El que era extranjero, todavía sin los papeles pero igualmente trabajador, miraba con envidia y atención cómo uno a uno se acumulaban los documentos en un cajón.

En una carreta con techo, bien limpia, el mismísimo patrón iba a llevar esa caja cargada hasta el centro de votación. Más de uno, de los que allí estaban, sin siquiera comprender la situación, y viendo cómo se iba su documento en aquél carretón, pensaba que algún día iba a contar la primera vez que votó.

Así empezaba  nuevamente la espera. Al otro día había que tener el asado listo para cuando llegara el patrón. La noche pasaba sin apuro, y con las primeras luces del sol, ya empezaba a moverse la estancia, mientras lejos en el pueblo ya se había decidido el destino de la nación.  

Cerca del mediodía, cuando veían en la distancia parado en el estribo de la carreta al patrón, todos se paraban para formar un semicírculo de recepción, y cuando escuchaban: ¡¡¡¡ya pe votáma!!!!, que significa “ya votaron” en guarañol, comenzaban a soltar el sapucái general de emoción.

Se formaba la fila para recibir de nuevo la documentación, y cada cual al ver en su libreta el sello de la votación, pegaba un alarido ¡¡¡ooohh mitá el patrón!!!, sin imaginar siquiera a quien habían votado o cuál fue su decisión.

Cualquier coincidencia con la actualidad, es pura imaginación.          

viernes, 19 de abril de 2013

Un docente de Mbororé es ladrón

En los mismos días cargados de millones que van y vienen, desenfundados de trajes inalcanzables, y honorables intercambios de halagos entre los de allá en la gran aldea y entre estos de acá, yo también fui víctima de un robo.

Quizás más culpa tengo yo cuando pienso en cómo este docente, sin pedirme permiso, se hizo de algo que yo tanto cuido. Solo vino, sin ningún tipo de aviso, y se llevó lo que no era de él.

Ahora sólo me queda la bronca por haber descubierto, que no solo soy víctima a sabiendas de aquellos ladrones que hoy y siempre llenan las pantallas y las radios, sino también de este tal David, un maestro de la Comunidad Mbororé.

Y me pregunto, como ya lo hice mil veces, si David se detuvo tan siquiera a pensar en todo lo que causa una semejante actitud como la que con total desparpajo se animó a hacer en estos días en los que la tecnología  puede dejarte en evidencia con un simple click de cualquiera.

Creo que no. Ni siquiera lo pensó. Ni siquiera se dio cuenta.

Llegué a la conclusión que una persona así comete esas acciones porque le ocurre adentro, sin tener la capacidad de razonarlas, elaborarlas, digerirlas, o al menos planificarlas para lograr algún beneficio, como hacen en la actualidad quienes realmente se preocupan por una educación digna.

¿Cómo se atreve?, no dejo de preguntarme;  si dentro de su actividad de enseñanza seguramente encontrará quienes puedan disuadirlo de tan inimaginable actitud.

Y me duele más aún, porque amo su misma profesión, que la practico pensando en que enseñar es tocar una vida, y éste irreverente osa hurtarme como si nada le conmoviera y sin saber al menos quién soy y qué hago.

Qué dirán o qué harán, también me pregunto, esos otros que han decidido invertir millones en proveer una escuela a los aborígenes, después de casi 30 años, cuando sepan o se enteren lo que hizo David, ellos que tanto se preocupan honestamente por la educación de todos.  

Quiero denunciar ante todos, que David da Luz, maestro de cuarto grado de la Escuela Mbororé, es un ladrón al igual que muchos otros maestros escondidos en las afueras y en los montes.

En abril de este año, ese tal David, desvergonzadamente con su guardapolvo blanco, próxima a llegar una tormenta, no dudó un segundo en subir al techo de la precaria escuela para clavar mejor las chapas y solucionar los infinitos problemas que trae la desvencijada techumbre.

Señores, ¡David da Luz es un maestro ladrón! ¡Me robó el corazón!


(Foto: Gentileza Facebook: Javier Rodas) 

martes, 26 de marzo de 2013

Un Don Nadie que es todo

Nació siendo pobre de pobres, pero perseguido por poderosos. De su infancia conocemos poco y nada, sólo sabemos que obedecía a sus padres. Siendo adolescente aprendió el humilde oficio de su padre, y con esa edad hizo tartamudear a los sabios de su tiempo, sabedores de todo, reguladores de la vida.

Sus días pasaron entre labradores, pescadores, soldados, prostitutas, y ladrones, que además de amarlo, aprendieron que hablar con ellos no era ser como ellos. Es que no hablaba de amor, amaba primeramente sin importar apellidos ni orígenes.

Y así, sin ser médico curaba heridas físicas y del alma sin importar en qué cuerpo estuvieran; y sin ser trabajador social daba de comer a miles, con nada más que lo que hubiera disponible.

Jamás escribió un libro, pero ríos de tinta se escribieron de él, su vida, su efecto. Eligió pocos para que lo vieran andar sin nada más que su ropa, pero tiene hoy millones de seguidores en todo el mundo.

Nunca fue político, pero hizo temblar los cimientos más profundos de uno de los imperios más grandes de la historia, y cambió el rumbo de la vida mundial.

Hablaba entre gente común, en las playas, en los montes, en los cerros, y allí asistían los ricos para escucharlo.

Nunca usó un arma, ni fue un gran militar, pero su personalidad hizo reunir soldados para atraparlo.

Nunca estudió ni fue un graduado, ni maestro de ninguna de las instituciones educativas prestigiosas, pero sus argumentos enmudecían y enmudecen aún a los más letrados, que ya nada nuevo tienen para enseñar.

No hablaba de la vida, la vivía, la mostraba, la ofrecía, la disfrutaba, la recorría, la sufría, la enseñaba y la amaba.

No mostró títulos, ni grandezas, ni tuvo posesiones, pero el mar lo escuchaba, los árboles le obedecían, y los cielos lo admiraban.

Jamás obligó a nadie a seguirlo ni a creerle, y aun hasta sus más acérrimos críticos y perseguidores de la historia hicieron increíbles esfuerzos para hacerlo desaparecer, logrando transformarlo en más famoso y reconocido.

Nadie lo recuerda mientras se dedica a vivir, pero es seguro que lo llaman cuando están por morir.

Aun quien dice la hora o menciona los días habla de él, para luego negar que alguna vez existiera un tal Jesús, asesinado por quienes no soportan a quien dice lo que piensa y hace lo que dice. 

lunes, 18 de marzo de 2013

¿El Papa jesuíta se acordará de Santa María del Yguazú?

Entre sus tantas ocupaciones para enseñar a los cristianos a ser como Cristo, ¿recordará Francisco I a Diego de Boroa y a Claudio Ruyer?, ¿sabrá quiénes fueron?, ¿reivindicará la obra hecha por sus hermanos misioneros en nuestra provincia, justamente llamada Misiones?, ¿recordará que de este Obispado llamado Iguazú, otro hermano misionero jesuita, llamado Joaquín Piña, fue remplazado por atreverse a ser sencillo como paloma y prudente como serpiente?

¿Habrá dentro de sus intenciones un ardor por recuperar el significado de los 30 pueblos jesuitas en la región, 11 de los cuales lloran desde sus ruinas en el propio país de Francisco I, y están ahora en manos de quienes saben sacarle el mejor dinero posible, que no termina precisamente en el mismo beneficio para los nativos aborígenes, como era antes en aquellos pueblos?

¿Podrá el Papa luchar para devolver a Misiones esa primera imprenta sudamericana hecha íntegra en la Reducción de Loreto por manos Mbya Guaraníes bajo la dirección de sus hermanos misioneros, allá por el Siglo XVII?, ¿y bregará a la vez para que entre los mismos pobres a quienes menciona en sus discursos estén los mismos aborígenes, quienes nunca más recibieron un respeto similar al que gozaron en aquella época de los pueblos jesuitas?

¿Será este Papa jesuita quien recuerde que el mate que toma, fue condenado como “bebida del demonio”, “buena para nada”, y “bebida de vagos” por la misma iglesia que dirige hoy, y que excomulgaba a los cristianos que la bebiesen?, ¿recordará además que viene del árbol de la yerba mate que en la Argentina, en su proceso natural, nace solamente en Misiones, y que algunas plantaciones, que sobreviven hasta hoy, fueron cultivadas por las mismas manos pobres que tienen a los mates de plata y oro tan alejados como las impresionantes ganancias de las ventas?

¿Recordará el jesuita Francisco I que a pocos kilómetros de la declarada maravilla natural, Cataratas del Iguazú, sus hermanos misioneros Claudio Ruyer y Diego de Boroa fundaron y establecieron la Reducción Santa María del Yguazú en 1626 con más de 4 mil aborígenes?,¿y sabrá que los mismos que lucran con las otras reducciones jamás destinaron voluntad ni fondos para investigar sobre ellas y recuperar su posición y restos?

¿Sabrá Francisco I que tiene mucho en común con este Obispado llamado Iguazú, y con esta provincia llamada Misiones, que entre los pobres que él tanto menciona, hay quienes solo figuran en los rimbombantes discursos de los políticos?

Pregunto, sólo pregunto.      

miércoles, 6 de febrero de 2013

Juliana, la guaraní que degolló a un español

Por mucho tiempo, en nuestro país, y especialmente en nuestra Misiones, la historia oficial escolar y gubernamental, nos decía que mientras en el Caribe llegaban unos hombres con grandes barcos y largos atuendos, acá no ocurría nada ni había nadie, menos mujeres.


También nos contaban que mientras otros hombres de la misma refinada Europa, un tiempo después llegaban a nuestro territorio y pasaban cerca yendo a Asunción, acá todavía no había pasado nada ni habitaba nadie, ni había nada para contar. Éramos un pedazo de monte; nada más.

De esta manera, muchos misioneros crecimos creyendo que el privilegio de la historia era solo para Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Mendoza, y otros territorios que contaban con ilustres caballeros, que de tan machos que eran, se las arreglaron para vivir y hacer todo sin mujeres. Las féminas no existían.

Pero acá sí había mucho. Tanto que quizás a los ganadores que escribían la historia les daba vergüenza contar. Afortunadamente, la vida nos da la oportunidad de conocer qué sucedió en realidad, gracias a quienes, como el historiador Felipe Pigna, reivindican a los que fueron ignorados por la historia de los que ganan, o por los nunca ausentes: chupamedias de quienes ganan.

Así aparece Juliana, una aborigen guaraní que vivió en los años cuando Pedro de Mendoza, un noble español muy ligado al arzobispo de Toledo, envió a un grupo liderado por Juan Ayolas a buscar la “Sierra de Plata” subiendo por el Paraná. Éstos, según nos alumbra Pigna en su libro Mujeres Tenían que Ser, al llegar a la confluencia con el Río Paraguay hacen una alianza con los payaguaes, quienes buscaban ayuda contra sus adversarios.

Esta alianza se selló con la “entrega de mujeres”, conforme a la costumbre guaraní, y a pesar que fue condenada por muchos cronistas de la época como una costumbre “bárbara”, era exactamente igual a lo que hacían los reyes europeos, entregando a las princesas a extraños príncipes para realizar una “alianza de sangre para asegurar los acuerdos”, que dicho sea de paso estaba totalmente bendecido por la santa iglesia y aceptado por los que demonizaban a los indios.

Esto llevó a que los tan célebres europeos, sin comprender el significado del sello de confianza aborigen, empezaran a apropiarse literalmente y sin control de mujeres guaraníes. Según las crónicas del cura Martín González “querer contar e enumerar las indias que al presente cada uno tiene, es imposible, pero paréceme que hay cristianos que tienen a ochenta e a cien indias, entre las cuales no puede ser sin que haya madres, hijas, hermanas…”

Francisco de Andrada en 1545, según otro registro mencionado por Pigna, “confirma la inutilidad y la vagancia de los valerosos conquistadores, quien justificaba el sometimiento de las mujeres guaraníes porque de lo contrario hubiesen tenido que trabajar ellos”.

Decía: “hallamos, señor, en estas tierras, una maldita costumbre: que las mujeres son las que siembran y cojen bastimento, y como quiera que no podíamos sostener por la pobreza de la tierra,  fue forzado cada cristiano a tomar indias de esta tierra, contentando a sus parientes con rescates, para que les diesen de comer”.

Esta apropiación y abuso llegó a tal punto que quedan muchos registros de quienes intercambiaban las indias por mercadería, como Domingo de Irala, quien vendió a Tristán de Vallartas una india cario por una capa e un sayo de terciopelo…” y otros que cuando algún juez eclesiástico iba a cobrar las penas… “las pagaban con indias”.

Así sucedió que cuando los guaraníes notaron que los españoles no vinieron para hacer alianzas con ellos, sino a someterlos y esclavizarlos, empezaron a rebelarse. Cuentan los registros, que algunas aborígenes intentaron escaparse a los montes, y fueron perseguidas, traídas de vuelta, y apresadas con cepos en los pies. Otras comían tierra, ceniza, carbón y otras cosas para suicidarse, y por esto los españoles las encerraban en cestos que colgaban de los techos para que no pudieran alcanzar la tierra.

Allí colgadas, eran obligadas a trabajar y dormir; y era tal el maltrato que los españoles mataban casi por entretenimiento a los hombres guaraníes sospechados de haber tenido alguna relación con las mujeres esclavas, inclusive públicamente sin remordimientos y encubiertos por todos, pues eran cómplices en la maldad.

Cansada de estos abusos, Juliana, quien era “pertenencia” de Nuño Cabrera junto a sus hermanas, un jueves santo de 1539, decidió degollar a su excelentísimo amo español e inició una gran rebelión. El ejemplo, según Pigna, se esparció peligrosamente y los españoles empezaron a temer a las aborígenes.

Al llegar nuestro conocido Álvar Núñez Cabeza de Vaca en 1541, se entera de lo sucedido con Cabrera, y dio cierto consuelo a sus compatriotas ordenando torturar y ahorcar a la brava Juliana y a sus compañeras; luego para lograr cierta justicia a sus ojos decretó “que nadie tenga en su casa a dos hermanas o madre e hija ni primas ni hermanas”, y por eso sufrió una revuelta por parte de los ofendidos españoles y lo enviaron preso de nuevo a España.

De esta manera quedó registrada Juliana, escondida por los ganadores, y por los hasta hoy admiradores de los grandiosos europeos, que seguramente encontrarán la manera de justificar a los conquistadores y condenar a los conquistados, especialmente si éstos son mujeres.