domingo, 21 de octubre de 2012

Disculpe mi catinga, señor turista

Disculpe mi catinga, señor turista. El de la mesa de al lado no tiene nada que ver con el mal olor que siente, soy yo. Sé que servirle así es nauseabundo, por más que mi aroma natural esté disminuido con algún perfume transfronterizo, y quiero asegurarle que usted no tiene ninguna culpa, señor turista.

Es que, le cuento, hace mucho que el agua potable no llega a mi barrio y tampoco llega la electricidad que hace funcionar nuestra bomba del pozo de agua. Así que, imagínese, es un poco difícil mantener una buena fragancia debajo de los pliegues del cuerpo, y en la ropa que no quiere limpiarse sin agua.

Hay días en los que el Señor nos manda una lluvia, para que podamos llenar algún tambor salvador, y así podemos zafar por un tiempo (zafar significa “solución provisoria”, señor turista, algo que aquí aprendemos desde pequeños y es muy popular entre nuestros administradores).

Esta emanación que siente salir de mi cuerpo tiene una edad de tres días, y todo tiene una explicación lógica, señor turista. Si usted así lo desea, puede utilizar esa inmaculada servilleta blanca de algodón y licra, para taparse la nariz y escuchar mis más sinceras disculpas y relato de lo sucedido.

Tres jornadas atrás acepté la invitación para jugar un partido de fútbol, confiado en que a la vuelta de mi merecida recreación, podría bañarme con el agua que caía goteando en una cisterna que almacena la poca presión del servicio de agua. Pero por enésima vez en mi vida de iguazuense mi confianza fue una vez más burlada: al llegar a casa, no tenía energía para que mi bombita subiera el agua de la cisterna.

Así fue que dormí conmigo y mi catinga hasta el otro día en el que tuve que venir al hotel. Pero mientras saboreaba en mi mente esa lluvia de la ducha cayendo con fuerza sobre mí, masajeando mi picante cuero cabelludo a una temperatura ideal, recibo la orden de vestirme inmediatamente para realizar un servicio que no podía esperar que me bañe.

El evento estaba lleno de personas muy importantes, que dependiendo de la dirección del viento que daba al jardín donde disfrutaban sus manjares, pudieron sentir al mozo catingudo que les servía canapés, camarones salteados, y champagne. Yo, claro, cumplí con todo lo indicado y la sonrisa de yurú né nunca se me borró.

Al terminar la jornada, mientras me sacaba el uniforme y estaba a punto de sentir el agua perfecta, una llamada me avisa que mi casa sufrió un atentado a la propiedad privada –entiéndame, intento ser diplomático en mi relato –y salí urgente hacia allá, lavándome solo la cara.

Una vez en mi casa, descubrí que la única cosa que faltaba era la bomba del pozo, así que tuve que recurrir a mi vecino para por lo menos sacarme el aroma debajo del brazo, que ahora juntaba una mezcla de fútbol, desodorante, sol de un evento, caminata, ropa sucia, y perfume.

Así llegó la segunda noche de sueño con catinga, que fue interrumpido por otra llamada que me hizo venir urgente temprano en la mañana para servirle el desayuno a usted, señor turista. Afortunadamente tengo trabajo y voy a poder comprarme otra bomba, y eso debo agradecerle infinitamente a nuestros administradores públicos que tanto se preocupan por capacitarnos a atenderlo bien.

Además quiero comentarle que este reví né y py né es pasajero, es algo aislado, algo simplemente circunstancial, que quizás en los próximos otros diez años que este gobierno provincial siga administrando resolverá con un programa llamado Reví Né Cero, proveyendo Desodorantes Para Todos.  

jueves, 9 de agosto de 2012

No solo el lapachito quedó a un costado

Mírelo y juzgue usted. Él está ahí, también sobre la avenida principal de la ciudad, pero a un costado, justo inclusive a la altura de una calle que se llama Lapacho, igual que él.

Sólo obsérvelo. No piense que el municipio pisoteó una ordenanza como si fuera nada, y que hizo caso omiso a lo estipulado por la Carta Orgánica, solo vea lo que existe, lo que hay, lo que todos ven al pasar, siendo locales o turistas.

Despójese de todo fanatismo político de apoyo a la gestión que le paga el sueldo, o que está para satisfacerlo en algunos trámites, y sólo obsérvelo allí en la vereda frente a las instalaciones de la Liga Regional de Fútbol, al lado de una parada del colectivo local.

Ni siquiera se tome el tiempo en pensar por qué callan y no hacen nada los del gobierno dirigidos por un gobernador que se llena la boca hablando de Misiones, y su maravilla natural, elegidas por “el esfuerzo que hizo para que el mundo vote por nuestra naturaleza”.

No piense en eso, y sólo tómese unos minutos para mirarlo, allí a un costado, de la misma avenida principal, justo frente a las palmeras reales que puso el municipio para que usted pueda compararlo con el Lapacho florecido, y sepa por qué algunos escribieron en las leyes que hay que “preferir” las especies nativas.

Sólo mírelo. Olvídese por un momento que usted tiene unos negocitos con el gobierno municipal, y que tiene que salir a defenderlo para que él vea que usted “está con él” y facilite el negocio. No se detenga en eso, sólo vea el árbol que está allí florecido.

Tampoco piense “de qué se queja la gente de Iguazú, que siempre se queja de todo”. Sáquese el saco de politiquero, oportunista, y sólo acérquese a la Victoria Aguirre y quédese unos minutos frente a las flores del árbol, mire sus tonos, observe sus colores, mire sus formas, compárelo con las palmeras recién plantadas y dígame: ¿qué prefiere?

No es ni siquiera necesario que imagine lo que un turista que visita nuestra maravilla va a preferir o elegir, sólo piense en lo que usted elegiría observando lo que todos vemos, lo que nadie puede negar ni esconder con información que no se entrega, y comprenderá que con las palmeras reales en el medio de la Victoria Aguirre, no sólo el lapachito quedó a un costado. 

sábado, 17 de marzo de 2012

Efecturismo


Nadie puede negar los inmensos beneficios que trae consigo la sola residencia en un destino turístico como Iguazú. Todos, de alguna forma, recibimos su efecto positivo. Sin embargo, también somos afectados inexorablemente por una especie de sedante que tiene aroma a plata fácil.

Quizás la respuesta irónica que un adolescente conocido dio a su madre pueda ayudar a quién se pregunta por qué es tan difícil lograr un verdadero cambio positivo en la atención al turista en destinos como Iguazú, y por qué existe una especie de desprecio a la capacitación en general.

Ante la insistencia de su madre, para que se esforzara más en sus estudios, el jovencito le dijo:

“¿Para qué me voy a matar estudiando, si voy a terminar siendo remisero?”.

Es que, lejos de despreciar la profesión, el estudiante sabía a ciencia cierta y con pruebas contundentes que ser remisero en Iguazú no es para nada despreciable, más cuando se trata de quienes tienen la oportunidad de trabajar vinculados directamente al turismo. Por eso, ante la mirada amenazante de su progenitora, el muchacho no dudó en contar por qué dijo lo que dijo:

“Si trabajo en turismo gano mucho más que cualquiera, y puedo tener la casa que quiero, el auto que quiero, y mantener mi familia, ¿entonces para qué querés que me mate estudiando?”.

Una conclusión muy parecida a la que una vez una persona, mucho mayor que un adolescente, nos dijo a un compañero de trabajo y a mí: “muy lindo todo lo que ustedes saben y lo inteligentes que son, pero yo sin estudios tengo una 4x4, me pagan el alquiler, gano el doble, y salgo todos los fines de semana, y ustedes no”.

Claro que ambos razonamientos corresponden a una edad mental en la que todos cuestionamos la disciplina de los estudios, y están cargados de una apresurada ingenuidad adolescente, y no solamente refiere a la exclusiva profesión de remisero, sino también a la de todas las que sin necesidad de formación académica pueden ejercerse dentro del rubro turístico.

De esta manera, esas conclusiones ofrecen una respuesta categórica a la intriga que es el dolor de cabeza de muchos profesionales, quienes en su esfuerzo por hacer entender que el “turismo” depende casi exclusivamente de la buena atención al visitante, no logran tener eco entre los jóvenes, porque la comisión habla más fuerte.

Además, hace comprender un poco mejor por qué, si es verdad que existe tanto dinero en mano circulando por todos los sectores de Iguazú, es difícil encontrar hermosas casas con espectaculares jardines en barrios organizados, y es más fácil toparse en las calles con alta tecnología en telefonía celular y autos de último modelo.

Esto también explica un poco mejor la existencia de una indiferencia generalizada ante las cuestiones de la comunidad, la ciudad, la participación cultural, y en la educación, en la sana política, en la asistencia social, y en el trabajo en equipo; y el por qué es moneda corriente la crítica desmedida sobre cualquier tema, con fundamentos que rozan la estupidez.

Y aunque es muy tentador buscar responsables, es mejor afrontar el innegable inconveniente del achanchamiento mental que causa “la plata fácil” siendo positivos, mostrando cuál es el beneficio de una capacitación adecuada, aportando un granito de arena desde nuestra función en la sociedad, haciendo creer en proyectos en equipo, trabajando en ellos, y haciendo comprender a los niños –ya es muy tarde para los adultos –que la pregunta es ¿cómo hago para estudiar y ganar más? Y no ¿cómo hago para ganar más y estudiar menos?

viernes, 9 de marzo de 2012

Pily pisó el palito, ahora agarráte


La renuncia de Morel a la presidencia del Concejo no es la separación del Radicalismo de la Renovación local ni nada similar, porque siempre estuvieron apartados, y ellos mismos se encargaron de dejarlo claro, aun cuando se abrazaban para saludarse en los festejos.

Esta dimisión, causada por la ausencia de todos los concejales renovadores en la sesión en la que Morel lideraba la solicitud de un informe al intendente sobre un “hecho de corrupción”, es solo un ejemplo más de un apartamiento muy sabido, y el comienzo del pago de un alto costo político para ambas partes.

El distanciamiento político fue dado a conocer en plena campaña, cuando Morel –el candidato radical con más votos en las filas del Frente para el Cambio –fue muy duro al referirse a quien hoy es intendente, diciendo que después de especular con varias listas “Sánchez entró por la ventana” al frente opositor que se unió para ganar a Filippa.

Luego, ya como concejal de la nueva gestión, reafirmó ese apartamiento cuando repetía, después de halagar algunas cuestiones de esta gestión, que el hecho de formar parte del frente ganador no significa que no va a denunciar lo que le parece mal.

Y por si esto fuera poco, en una entrevista con Lavozdecataratas, Morel sentenció que por los votos logrados solo “Filippa fue el gran ganador”, dejando claro que sin los sufragios aportados por él desde el Radicalismo, el frente de Sánchez no hubiese llegado a la intendencia.

Es decir, después del triunfo del frente sanchista, existió un momento de idilio –casi obligado –entre los renovadores y el radical, principalmente para agradecer a Morel los mil votos que hicieron ganar a Sánchez, pero nunca hubo un amor declarado de ninguna de las partes, principalmente porque, por más que Morel haya coqueteado con la Renovación allá por 2003, él se debe al Radicalismo al cual debe responder desde su banca.

Por esto, ante el dilema acaecido por la denuncia “de un hecho de corrupción” en el seno de la intendencia, hecha por el diputado provincial radical Horacio Spallanzani, quien formó parte también del Frente ganador de Sánchez, Morel tuvo que decidir entre apoyar al frente renovador que hoy administra la municipalidad o al partido que le dio el espacio para llegar a su banca de concejal. Su renuncia a la presidencia del Concejo demostró que prefirió el Radicalismo.

A partir de ahora, comienzan ambas partes a pagar las cuotas de un pagaré político carísimo, que entre sus principales matices tendrá un Concejo diferente, intranquilo, tenso, con un opositor dolido que tomó cuentas que su paso por la presidencia no era de gusto total para sus pares y principalmente para el grupo justicialista de la renovación local, liderado por Harry Foos, desde donde un funcionario habría cometido “el error” de entregar recibos de pagos no oficiales.

Además, se probarán las lealtades políticas de cada uno, como la del renovador Luís “Toto” Sánchez, quien hasta hace muy poco secundó a Morel en cada movimiento, pero fue uno de los ausentes en la sesión que hizo renunciar al radical.

Por otra parte, la presidencia del cuerpo será ocupada por quien Lavozdecataratas anunció que así sería, Lucio Schereiner, por ser quien se declaró renovador antes de las elecciones, saliendo del Radicalismo para ponerse al lado de Sánchez, y por ser quien garantizará que el ejecutivo no tenga que dar muchas explicaciones, y si las tiene que dar, será un poco más fácil.

sábado, 11 de febrero de 2012

De qué Iguazú sos


En los momentos en los que me asusto por estar solo conmigo, me pregunto ¿de qué Iguazú soy y por qué?, ¿por qué es tan difícil unir las partes?, y ¿quién decidió que así sea? Confieso que en más de una oportunidad terminé sin saber cuál es mi lugar, entre tantos sitios separados en el mismo pueblo, tantos sectores diferentes pero iguales, tantas castas a veces imperceptibles, y tantas opiniones arraigadas en otras tierras y con brotes en Iguazú.

“Es que acá hay grupos” –me dijo una colega docente –“están los que nacieron acá, los que vinieron hace mucho, y los que llegaron hace poco. Con el tiempo los identificás rápido, pero no por su acento sino por lo que dice”.

Según ella, los que nacieron y se criaron acá defienden el pueblo pero sólo delante de alguien que lo critica; que los que vinieron hace mucho encontraron la forma de adaptarse con algunos amigos que “piensan igual”, y que los que recién llegan se unen a los criticones de siempre para decir que “Iguazú es un desastre”, pero se queda.

Otros coincidieron con esta opinión, pero complicaron un poco más las pocas neuronas que tengo diciendo que dentro de esos tres grupos hay subgrupos, conformados por los hijos de cada uno de los sectores, algunos hijos de pioneros, otros con padres de otras provincias, otros hijos de recién llegados, y otros hijos de los que viven de traslado en traslado por trabajo.

A esta altura de la explicación mi cabeza hervía con humo arriba, tratando de ubicar los grupos, subgrupos, y cada uno de los hijos y descendientes de cada uno, que según me decían los que opinaron al respecto, también tienen su propia forma de pensar con algo heredado de los padres pero actualizado al 2012. Es decir una versión nueva de “Pensamiento Ultimate 2.0 for Facebook only”.

Algunos más osados, me aseguraron que esa mezcolanza está muy bien dividida geográficamente en Iguazú. “Un tiempo era muy claro” –me dijo un iguazuense de nacimiento –“antes estaba bien dividido, entrando desde la rotonda podías distinguir fácilmente el Iguazú de la Victoria Aguirre hacia la derecha y el otro hacia la izquierda, pero ahora encontrás gente de la derecha con impresionantes chacras usurpadas en los terrenos más alejados de la izquierda”. Cualquier coincidencia con las tendencias políticas (derechistas e izquierdistas) es pura coincidencia.

Sin embargo, esta división territorial-social aún sigue siendo clara “solo hay que caminar un poco”, me aseguró otro que también piensa que en Iguazú “la unión es muy difícil, porque está lleno de envidia”. Me dijo: “acá ganar plata es muy fácil, y eso hace que cualquiera pueda tener un auto, una moto, y encima una casa o un terreno y un negocio porque nadie te dice nada si usurpás y nadie te pide los papeles”.

También me aseguró haber ayudado a “recién llegados que apenas sabían hablar”, y que pasado el tiempo, “consiguieron trabajo en algún hotel lindo, se sacaron un par de fotos con estos boluditos de la tele de Buenos Aires, y ahora no me conocen y me hablan como expertos en turismo sin darse cuenta que siguen siendo los mismos ignorantes de siempre”.

Al escuchar esto, otro me aseveró que esa es la razón por la que es casi imposible unir a los residentes de Iguazú bajo una causa común, y que los grupos que cuentan con más personas influyentes son los que “manejan” el pueblo. Y que los que “están cómodos ganando su platita no les interesa involucrarse”.

Sin dudas, tengo que decirlo, al recopilar este improvisado arrojo de sociólogos populares, que en definitiva son los que viven la realidad, creo que pertenezco a todos los grupos, a algunos por ser latinoamericano, a otros por ser argentino, a otros por ser misionero, a otros por ser docente, a otros por ser comunicador, a otros por ser amigo, a otros por compartir defectos, a otros por vivir acá, y a todos por ser humano, quizás la razón principal porque que deberíamos unirnos.

lunes, 6 de febrero de 2012

La gata flora es argentina


Hace un tiempo atrás me atreví a decir que “el argentino es mujer, porque no sabe lo que quiere”, y algunos me elogiaron, otros me condenaron, algunos se rieron, y otros me apedrearon desde lejos con magnánimas rocas filosóficas, denominándome resentido, racista, sexista, y otras flores que por mucho tiempo afectaron mi sueño: antes dormía 8 horas, ahora duermo 10.

Hoy, en la lejanía de aquel atrevimiento de 2009, noté que el paso del tiempo no logró cambiar al argentino y razoné que quizás es porque tenemos algún gen de la gata Flora, pero si usted tiene ganas de ponerme algún otro apodo por lo publicado antes, le invito a leer aquella reflexión en este link http://www.lavozdecataratas.com/index.php?mod=noticia_ver&id=10802 , no se olvide copiarlo y pegarlo en la barra de direcciones.

Mientras, piense en cuántas ocasiones ha escuchado a argentinos y argentinas (hoy hay que referirse a ambos por eso de las susceptibilidades ¿vio?) contradecirse de tal manera en sus dichos y acciones que realmente desestabiliza al cerebro más firme. Para esto, usted sabrá, no es necesario alejarnos demasiado de nuestras calles iguazuenses, por donde hoy más que nunca circulan argentinos y argentinas de todas las latitudes.

Aquí, en esta nuestra querida ciudad, podemos encontrar a representantes de todas las regiones, asociaciones, grupos, índoles, maneras, y caracteres, quienes mientras callan nos hacen dudar de su origen, pero al hablar despejan nuestra duda de si son o se hacen descendientes directos de la felina Flora; y en la gran mayoría de los casos resultan ser parientes directos de ella.

La mayor prueba que nos muestran nuestros parientes Florianos es casi siempre relacionado con el tema de nuestra cultura misionera-guaraní. Los Florianos tienen la costumbre, desde su primera hora de residencia en nuestro terruño, defender a los indios con garras y dientes, y hasta nos condenan a los misioneros por no respetarlos. Inclusive al solo nombrarles a nuestros hermanos Guaraníes, los Florianos se declaran tan protectores de ellos que emociona escucharlos; pero que no se le ocurra saludarles en el idioma guaraní porque no tienen idea de cómo responderle.

Y no cometas el tremendo pecado ante los Florianos advenedizos de mezclar algo del idioma indoamericano con el sagrado español porque te tildan de ignorante. Obvio que invitarles a jugar fútbol con los aborígenes o pasar con ellos una tarde cualquiera, está fuera de todo análisis, por eso del polvo, los mosquitos, y algunas basuritas ¿vio?

Pero claro, sin duda puede usted pedir a cualquiera de los Florianos que escriba y firme un acta de apoyo a los Guaraníes ante el flagelo del racismo, la indiferencia social, y la indigencia. Estoy seguro que cualquiera de ellos redactará la nota a la perfección, mientras detrás de ellos Madonna observa sexy desde un poster, y en el ambiente suene suave algún tema de la tan profunda Lady Gaga… por eso de ser “open mind” ¿vio?

Otro gen de nuestros familiares Florianos, que resalta a leguas de distancia, es la poca tolerancia a los argumentos y pensamientos diferentes, que los propios felinos critican aceradamente de sus contrincantes. No se le ocurra decirle, por ejemplo, a la tan inteligente juventud Floriana de hoy que usted no está de acuerdo con lo que ellos predican, porque probablemente reciba algún rasguño, seguido de un fuerte ¡miiiiiááaaaauuuuuu!

Algo que provocaría que los Florianos no vuelvan a hablarle más y lo condenen al grupo de los mentes cerradas es decirles, por ejemplo, que levantar banderas del Che y de Gandhi es un poco diferente, y que ir a vitorear a Cristina –presidente de turno –o aplaudir al intendente, o disimular zalamerías al gobernador, es lo mismo que hacían con el mismo derecho los que iban a chupar las medias a Menem, en la misma plaza, pero con textos diferentes en sus banderas y pancartas,.

Y así, podría seguir describiendo genes de nuestro origen argentino Floriano, pero usted se aburriría mucho, querido lector. Entretanto, manténgase usted alerta y evite argumentar cuando nota algún rasgo de este gen Floriano, porque le resultará muy difícil comprender cómo los Florianos pueden declararse tan abiertos de mente y condenar al que piensa diferente; o demonizar al Guaraní que viste una remera de Boca Juniors mientras él está vestido como un jazzero yanqui.

viernes, 3 de febrero de 2012

Para la foto


Desde pequeño miraba las diferentes poses de las autoridades políticas y personajes afines “para la foto” de inauguración, de apertura, de comienzo de temporada, de lanzamientos de proyectos, de inicio de obras… y, confieso, me gustaba la correría urgente de fotógrafos para obtener la toma que parecía ser exclusivísima y por la cual eran justificados los golpes, empujones, tropezones, codazos, y caídas.

Tanto era así que, en ocasiones, el show más apreciado era la lucha por la obtención de la foto y no tanto los personajes farandulescos, que también disfrutaban del espectáculo de piñas y flashes. Recuerdo que los reporteros, en su afán por lograr una miradita de los fotografiados, gritaban:

¡¡Gobernador, acá, acá!!

¡¡Intendente, acá, acá!!

¡¡Presidente, acá, mire acá, ahora acá!!

Y algunos de los que observábamos queríamos, en nuestra inocencia, formar parte más bien de los camarógrafos luchadores que de los personajes, porque éstos una vez que terminaban de posar con sonrisas de maniquíes, se retiraban a seguir admirándose entre ellos, mientras los gladiadores de cámaras, transpirando, buscaban un lugar en donde apoyarse para descansar del peso de sus armas, y prender un cigarrillo para esconderse detrás del humo, entrecerrando los ojos, al mejor estilo John Wayne o publicidad de Marlboro.

Pero, con el paso del tiempo, como sucede con prácticamente todas las ilusiones infantiles, mi deseo de ingresar al mundo de gladiadores gráficos se vio frustrado ante la realidad, que decidió mostrarme con un chipaí que las tomas por las que los soldados de cámaras tanto batallaban, salían riéndose con las mismas caretas de muñecos de piedra, y con las mismas poses de modelos de inauguración, en todas las tapas de los diarios que veía en los kioskos.

Lo más triste, y desilusionante, sin embargo, fue que la modernidad con toda su informática y digitalización, no logró mantener esas imágenes de soldados rudos con pesados armatostes gritando con vozarrón grueso, peleando robustos por una toma de los personajes de turno, sino que las transformó a escuálidos cuerpecillos sosteniendo las mínimas cámaras, vociferando finamente otros tipos de nombres:

¡¡Amadito, Amadito, aquí, aquí!!

¡¡Ricky, acá, acá, pliiiisssss!!

¡¡Mauri, Mauri, acá, acá por fa, daalee!!

Todo, con una lucha un poco más educada que las de antaño cuando éramos bárbaros. Los codazos son seguidos de un “sory, estoy trabajando como vos”; los empujones son más suaves y los anticipa un “vamos, vamos, plis”; el humo del cigarrillo no sale de la boca de un rudo vaquero sino es expulsado con finura de labios delicadamente en "u"; y los choques generalmente son seguidos de una explicación estilo vedettes de verano, para que los muñecos salgan en todos los diarios de papel y digitales con la misma sonrisa de piedra, y la pose de inauguración que hará creer a los que vean la foto años más adelante, que los políticos realmente se arremangaban para palear, carpir, y juntar cacharros con los peones.

lunes, 30 de enero de 2012

Si hablás, sos raro


En más de una oportunidad pensé en cuál es la razón por la que los dueños de bares, pubs, y resto-bares ponen la música de ambiente a tan altos decibeles, obligando a levantar la voz inclusive para ordenar al mozo, quien en poco tiempo de trabajo se transforma en un experto lector de labios.

“¡¡Una cerveza!!” – grita uno.

¡¡Disculpe!! ¡¿Qué me pidió?! – responde el garzón

¡¡U-na-cer-ve-za!! –grita otra vez

¡¡Aaah ok!! –asiente el mozo con la cabeza.

Y así sucede varias veces hasta que el comensal detalla la marca de la cerveza, si la hamburguesa viene con fritas o no, completa o simple, y el mozo intenta interpretar los labios mirándolos a centímetros de distancia.

Confieso que en varias ocasiones quise pedir al encargado del local que considere la posibilidad de bajar el volumen de la música, pero no me atreví. No quise parecer un anticuado, tipo pesado, que no está en la onda y pide cosas que nada que ver con la noche de la actualidad. Y aparte me imaginé hablando con el dueño tratando de parecer amable y piola en altos decibeles de voz:

“¡¡¡Hola!!!, ¡¡mucho gusto!! ¡¡me preguntaba si pueden bajar un poco la música!!! ¡¡porque no podemos hablar!!!

“¡¡¿Perdón?!!, ¡¡¡¡¿cómo dice?!!!!

Así que imaginándome esa charla, sufrí sin decir nada, y me puse a pensar cuál es la razón por la que la música, muchas veces a gusto exclusivo del Dj de turno, está tan alta. Quizás es algo marketinero, quizás es para atraer a los que pasan por la vereda, quizás para competir con los locales de al lado y del frente que también ponen música fuerte, o por algo que sinceramente desconozco por ser un vetusto ignorante de temas comerciales del presente.

Esto analizaba, hasta que mirando a mi alrededor noté una mesa en la que los cuatro integrantes estaban zambullidos en sus celulares, cada uno riendo sobre lo que veía en ellos, y mostrando al resto el aparato para reír todos juntos, asintiendo con la cabeza, señalándose, tocándose, golpeando la mesa, y aplaudiendo.

La escena, además de hacer tambalear mi fe en la creación y hacer que crea un poco más en nuestro parentesco con los monos, me hizo comprender un poco más la razón del por qué la música a tan alto volumen en estos lugares: ¡ya no hablamos!, ¡no charlamos!, ¡no utilizamos la expresión verbal audible!

Los amigos y conocidos se reúnen a “tomar algo” para enviarse mensajitos, mostrarse fotos, y comentar en el Facebook del que está sentado al lado, mirar a los que pasan o a los que llegan para sentarse cerca, y hacer señas, guiños, y reir como entendiendo lo que pasa; entonces la música con su volumen alto no molesta, simplemente rellena el espacio que en otra época ocupaban las palabras.

Es raro hoy ver a un grupo de amigos sentados en un bar, pub, resto-bar, (lo que sea), hablando. Simple y llanamente hablando. Y si encontrar esto es extraño, escuchar algún debate sobre algún tema es como querer toparse de frente en pleno centro de Iguazú con un elefante con bikini fucsia escribiendo en su notebook.