domingo, 6 de febrero de 2011

I can't take my eyes off you



I can't take my eyes off you...
I can't take my mind off you...
That's the truth
there is no other one
there is no rule
I'm the same man
who said we could
love is for few
but mine is for you

viernes, 4 de febrero de 2011

jueves, 3 de febrero de 2011

Pueblito de mierda

Recuerdo que en la Escuela de Frontera Número 619 de Puerto Piray, en donde tuve el privilegio de estudiar la primaria, varios maestros, a quienes no voy a nombrar para no dirigir sobre ellos la atención y porque lo más probable sea que ellos tampoco quieran recibir la atención, enseñaron a mis compañeros y a mí qué era la democracia.
Algunos, siguiendo la currícula oficial, se limitaron a explicarnos qué significaba esa palabra rara, un poco larga, que no parecía castellano para la gurisada de Piray. Nos dijeron que la palabra es compuesta, de origen griego, y que "demo" significa pueblo y "cracia", poder, gobierno. Es decir, gobierno del pueblo, porque en el sistema democrático de gobierno, decide la mayoría. Y nos contaron que el sistema tuvo su origen en pequeños pueblos de la lejana Grecia, en donde todo se decidía, después de un largo debate, levantando la mano a favor o en contra, y así se legislaba, se elegían gobernantes, y hasta se decidía sobre condenas. (Aquí es donde a los que les gusta contradecir por contradecir lo que leen, entran a Google, a Wikipedia, o a su buscador favorito, y escriben "origen de la democracia", para después escribir su opinión)
Entonces, allá en Piray, no teníamos Internet –creo que hasta hoy no tienen –y teníamos que creer lo que nos enseñaban y lo que no creíamos, teníamos que corroborarlo con unas cosas con hojas que tenían letras y tapas duras, creo que se llaman libros. Y por suerte, la mayoría de los maestros nos acompañaban a una pequeña sala que tenía estantes llenos de estas cosas con hojas, y nos hacían leer, a veces en el horario de la siesta, porque antes la 619 era de jornada completa. Ahí aprendimos mucho sobre la democracia, más cuando algunos maestros y profesores, quienes sinceramente no sé por qué lo hacían, nos leían y nos contaban anécdotas sobre el inicio y creación de nuestro país, haciéndonos reír un montón. Y esta risa también la pude corroborar cerca de 20 años después leyendo otros libros, como los del muy buen historiador contemporáneo Felipe Pigna.
El asunto es que aquellos maestros y profesores de Piray, tuvieron la delicadeza de dedicarnos tiempo y paciencia para ponernos ejemplos comunes, ahí en nuestro salón de clases, en nuestro barrio, en nuestro pueblo, sobre cómo funcionaba la democracia. Recuerdo que hasta nos hacían votar por cualquier cosa: teníamos que escribir en un papelito lo que pensábamos acerca de un tema que ellos proponían, y luego de depositar el papel en una cajita, se leía lo que la mayoría pensaba. Nunca me olvidé de estos ejemplos, pero cuando escuchaba a mis padres hablar sobre el gobierno nacional, provincial, y municipal, no entendía por qué decían que generalmente en la democracia, en realidad, no decide la mayoría como debe ser.
Me confundía el hecho de pensar que si al poder ejecutivo lo votaba el pueblo, al poder legislativo lo votaba el pueblo, y el judicial era elegido por los otros poderes votados por el pueblo, cómo podría ocurrir que la mayoría esté desconforme. Entonces preguntaba y preguntaba. Mi madre se limitaba a decirme: "Nunca te metas en la política porque es para amargarte la vida", y mi padre, a quien siempre le gustó la política, me explicaba: "Cuando crezcas te vas a dar cuenta que no siempre la mayoría tiene razón, pero hay que respetarla, porque así lo dicta el sistema de gobierno democrático; ahora, cuando la mayoría está de acuerdo en cambiar una decisión impuesta por una minoría, lo tiene que hacer por todos los medios posibles".
A esa edad, con todo lo escuchado en la escuela y de mis padres, tenía un embrollo más grande que mi propia cabeza. Yo, en realidad mi corta mente con toda la confusión adquirida, necesitaba un ejemplo concreto. Algo palpable como aquellos papelitos que depositábamos en la cajita del salón de clase.
Tuvieron que pasar muchos años. Tuve que tener, gracias a Dios, la oportunidad de viajar y estar en varios países, hasta que ocurrió, justo en Puerto Piray, entre los años 2006 y 2007, el ejemplo más democrático que pudiera existir: la mayoría no estaba de acuerdo con el gobierno municipal elegido, que tenía como líder al intendente Melgarejo, y después de denunciarlo pública y penalmente, y no lograr su renuncia, la mayoría se trasladó hasta la municipalidad y lo sacó a patadas; sí, sí, así literalmente, como ustedes lo están leyendo.
Aquí es donde los que no creen pueden empezar a buscar en Google, en Wikipedia, o en los diarios para asegurarse si es verdad o no lo que leen. Y cuando lo corroboren, y tengan en sus mentes argumentos tales como: sí, pero vos tuviste la suerte de que te enseñaran; sí, pero acá es diferente porque no se enseña y los maestros son cualquier cosa; sí, pero los de la villa votan por un pancho y una gasesosa; sí, pero acá no se puede ni escribir con nombre y apellido lo que opinás porque toman represalias; sí, pero acá nadie se anima a levantarse; sí, pero en algún momento tenés que ir a la municipalidad a pagar tus impuestos, multas, o deudas; sí, pero todos están comprados; cuando estén pensando en esto, no se olviden que Puerto Piray es un pueblito de morondanga, en donde el intendente también tenía el apoyo del gobierno provincial, y hasta el vicegobernador de entonces, Pablo Tschirsh, quiso venir a intervenir a su favor; no tienen un hotel que pertenece a la familia del gobernador; no tienen la atención mundial que generan las Cataratas del Iguazú; las radios ni siquiera llegaban a tantos kilómetros para ser escuchados por otras localidades, no tienen diarios locales, no tienen ni siquiera periodistas para contar lo que sucedía, y para colmo la mayoría de los "periodistas" de ciudades vecinas como Eldorado y Montecarlo decidían apoyar al intendente corrupto y no a la mayoría; aun así la mayoría de los ciudadanos de Piray se levantó para imponer lo que creía y pensaba, y lo logró.
Pero lo mejor de todo esto, es que el intendente actual, renovador también, reconoce que hay mucho por hacer, y lo está haciendo junto a la mayoría que lo puso en su puesto. Sin embargo, considero que aun hay algo mejor dentro de todo lo que sucedió: mis hermanas, primos, sobrinos, conocidos, y amigos lo vieron, lo vivieron, y sintieron en su piel el ejemplo democrático que yo tanto anhelaba.
¿Quiero decir que Puerto Piray es el mejor pueblo del mundo? No, no quiero decir eso, ni siquiera todos mis compoblanos que lograron tan grande hazaña dicen eso. Piray es un pueblo chico, con muchas deficiencias, con muchos errores que va corrigiendo de a poco, con una democracia joven como todas las del país. Y hasta puedo aceptar que digan que es un pueblo de mierda, pero les aseguro que es un pueblo de verdad.

martes, 1 de febrero de 2011

Idiotas

Son los mismos idiotas, señor, se lo aseguro. Son los mismos que cada cuatro años vuelven a cometer la misma idiotez. Usted dudará al escucharlos porque parecen razonar como seres totalmente sanos, instruidos, y hasta célebres. Pero solo unos días después comprobará que su enfermedad es totalmente cierta e incurable.
No hay manera que los síntomas y sus causantes hagan que reflexionen sobre la prevención, y vuelven a caer una y otra vez en la misma dolencia. Son los mismos, usted lo verá, aquellos que llegaron a Iguazú buscando algo de trabajo, empezaron utilizando a los locales como contactos, trabajaron de mozos, de jardineros, de albañiles, en programas de radio, de choferes, en lo que sea, mientras se contagiaban de la enfermedad sin percatarse.
Son los mismos, señor, los que criticaban duramente la epidemia que domina a todos para conseguir objetos, terrenos, y casas a menor precio, y se lanzaban en duras opiniones sobre la ignorancia que idiotiza a todo el pueblo para defenestrar al gobierno municipal. Son los mismos que ganan miles y miles de pesos por haber ahorrado en no tratarse el mal de no cumplir con los impuestos por sus ganancias, y derraman sus babas de enfermos mientras se defienden diciendo que es dinero ganado honradamente.
Son los mismos, señor, los que deambulan ciegos y boquiabiertos bajo banderas de partidos políticos creyéndose sanos y mejores que los demás, por predicar que la enfermedad que aqueja a la ciudad solamente ataca a una mayoría que tiene el cerebro dañado, mientras ellos con sus inútiles neuronas confabulan ociosos cómo conseguir sus propios terrenitos y permisos para un localcito con los otros enfermos. Son los mismos idiotas, señor, los que recorren la ciudad obesos de críticas y razones devorando el dinero que la misma ciudad turística les hace ganar, mientras vomitan su boberías porque las calles tienen baches, no hay desagües, la energía se corta a menudo, y el agua potable es un premio para los idiotas más viejos del pueblo. Son los mismos que después de gastar sus contagiosas salivas diciendo que viven en un país de mierda durante casi todos los días de su vida, disfrutan del sol y la arena de playas repletas de los mismos idiotas que el país de mierda alimenta.
Son los mismos, señor, los que contagian a los nuevos, a los viejos, a los indecisos, a los buenos, malos, y eructan sensaciones de revancha y levantamiento que terminan siendo la misma idiotez de criticar a los que están a los que no están, a los que hacen, a los que no, y a los que a través del receptor se enferman con el mismo virus de los micrófonos.
Son los mismos idiotas, señor, no se ría, es verdad lo que le digo. Usted lo comprobará: en este año 2011 se cumplen cuatro años de la última vez que corroboraron su idiotez, y cada uno de ellos volverá a elegir a los mismos idiotas para que por otros cuatro años decidan sobre sus idioteces.