miércoles, 14 de diciembre de 2011

Cualquier cosa llamále a

Es natural que en un cambio de gobernantes haya un periodo de organización y adaptación. Y también, es normal que el gobierno saliente entregue el mando al entrante, en un acto de celebración democrática madura y pacífica, tan mentada por los mandamás del partido de la Renovación, que con un ojo guiñó la salida de uno y la entrada del otro.

En Iguazú no ocurrió lo democráticamente maduro, a pesar que los gobernantes salientes y entrantes afirman con voz en cuello que son fieles al mismo partido renovador. Claudio Filippa (justicialista antes, y ahora Renovador) no entregó el mando a Marcelo Sánchez (radical, vecino unido, frente unido, frente para el cambio antes, y ahora Renovador).

Era de esperarse, como muchas otras cosas, que por ser del mismo equipo no haya habido tanta separación entre los que gustan tanto del trabajo en conjunto y compartir responsabilidad; pero suponemos que fue porque el gobierno entrante ganó las elecciones bajo un sublema opositor a la Renovación, y debían mantener “esa línea”, (así hablan los políticos).

Pero esto ya es historia, y las cosas pasadas parecen no estar de moda en la memoria de los memoriosos de hoy, que quizás tienen el memory stick formateado, y no recuerdan a un tal Harry Foos y un tal Telmo Albretch, como parte del gabinete de Filippa, y que renunciaron justamente cuando Claudio se hizo Renovador. La explicación es “que la política es así, muchachos”. Ahora los nuevos gobernantes, afortunadamente muchos jóvenes entre ellos, se están organizando y buscando la manera de empezar lo mejor posible.

Buscan papeles, cambian contraseñas, presentan nuevos jefes y encargados (esto le encanta a los que se “ganaron” su puestito), cambian de sector a los de planta permanente –no tan lejos porque por varios meses van a tener que preguntarles muchas cosas –y los nuevos tienen ganas de concretar muchos proyectos, que curiosamente la gestión anterior decía que quería hacer pero no podía por falta de presupuesto.

Por eso no es muy sorpresiva la intención de declarar emergencia económica-financiera-contable-eñemoíke del municipio, porque las deudas dejadas desde la vuelta de la democracia que tuvieron que pagar primero los Velásquez, Llera, y lo que dejó Filippa, suman muchos pesos, como los miles que se debe por el servicio de Internet, luz, combustible, y que “no dejaron concretar los proyectos” a las gestiones anteriores.

Lo que sí causa sorpresa (bueno, no tanto) es que después que quisieron revisar los infinitos mails que reciben desde Buenos Aires, Posadas, Suiza, la Unesco, New Seven Wonders, y Piray, no pudieron porque… ndaipóri la Internet chamigo… los nuevos gobernantes declararon que va a ser imposible concretar los proyectos porque no contamos con suficiencia financiera, es decir ¡¡lo mismo que nos decían Filippa, Llera, y todo el resto!!

Honestamente, ojalá que estos nuevos jóvenes encuentren los papeles que necesitamos para que después de la declaración de emergencia económica, y que cada uno de ellos se organice, delegue funciones, y generen un ambiente laboral excelente en el municipio, nos sorprendan con nuestros basureros vacíos temprano en la mañana, postes y tendido eléctrico nuevos hasta la última casita de las 2000, y en concordancia con la nación haya “agua para todos”.

Seamos pacientes, ya va a llegar. Esperemos un poquito que se acomoden para mejorar las cosas. Si no, cualquier cosa llamále al intendente… Closs.

lunes, 5 de diciembre de 2011

La Argentina de los porteños

Algo se repite en Buenos Aires de la imagen del porteño turista que tenemos. Ese con andar decidido, grandes lentes de sol, decibeles de voz altísimos, a quien hay que explicarle que no hay que dar de comer a los coatíes porque no son como el perro de Moria ni el gato de la Alfano (me refiero a la mascota de Graciela), y que la presencia de insectos en plena selva del parque nacional es normal.

Es así, como nosotros, cuando vamos para allá y estamos perdidos entre tantas luces y cemento, y no tenemos idea a cuál de los semáforos mirar para cruzar una avenida.

¡Sho no puedo creer! – me decía un tachero (así le dicen a los taxistas en Buenos Aires) –esta gente de barrio Norte, Belgrano, Alto Recoleta (para mí era chino básico) y todos los demás bananas de capital se quejan porque se quedaron sin subsidios y ahora la tienen que poner para pagar la luz, el gas, y las expensas, ¡que sho pagué toda mi vida! ¡¡¡Por qué no se van a la ·$%&/()=?¿* que los parió!!!”.

-¿En esos barrios vive gente de plata? –pregunté ingenuo.

-¡Claro! ¿No conocés tu país vos, flaco? –me reclamó.

-Y… es como que yo le pregunte si usted conoce que clase de barrios son Las Leñas, Santa Rosa o Villa 14 de Iguazú.

-Y sí, tenés razón, es que estoy re caliente con esta gente de mierda que nos cagó el país y nos siguen ·$%&//(()=?¿* y la ·$%&/=?¿?¿***!!!

Se enojó de nuevo, y confieso que me hizo reír, pero más por la gran capacidad que tienen los porteños para saltar con grandes y largos insultos a tan gran velocidad y con tanta fluidez, que parece un libreto estudiado durante mucho tiempo.

El punto irrisorio fue la opinión de una mujer en una de las tantas FM porteñas que escuchaba el chofer cuando subí. La vecina explicaba por qué estaba enojada con los K (así le dicen al gobierno central en Buenos Aires), diciendo que la quita de subsidios para ella era terrible, porque ella no había calculado esos gastos para el año que entra, y porque además el gobierno fue el que implementó los subsidios sin que nadie les pida.

¡¡¿Quéeeeee?!! –reaccionó mi conductor –esta tipa está loca, esos subsidios para los bananitas de capital los implementó el cabezón (así le dicen a Duhalde en Buenos Aires), porque ellos fueron los que le pusieron como presidente… ¿que no planificó los gastos?, claro, ahora la tipa va a tener que pagar la luz durante los dos meses que se va a Punta del Este, a quién se piensa que jode esta panqueque!

-¿Tan así es? –pregunté nuevamente para saber una opinión de alguien fuera de todos los medios.

-Yo los llevo al puerto, mi querido, los mandan a los nenes en taxi porque se levantaron tarde para ir con papi y mami en el BM, ¿me entendés? Se pierden dos meses a Punta, después a Miami, o donde sea. Esa gente es la que recibía subsidios para pagar la luz y el gas, y encima se quejan porque se los sacan. ¿No saben de esto en Misiones?

-Sí, claro, pero lo que sabemos nos llega a través de los medios, a favor y en contra del gobierno.

-Y sí, me imagino… pero sabés que al grupito caguín no tenés que leer ni escuchar, y menos creer ¿no? (se refería a los medios del Grupo Clarín).

-Yo escucho y leo todo, porque así me hago una idea de la situación general, porque para serte sincero la mayoría de los beneficios sociales que anuncia el gobierno sólo les toca a ustedes acá en Buenos Aires, yo por ejemplo en Iguazú a pesar del programa “Carne para todos” y la canasta navideña de Moreno por 100 pesos, sigo pagando el kilo de carne a más de 20 pesos y la canasta más barata para cuatro me sigue costando 250 mangos. Y me queda un poco lejos venir a comprar al Mercado Central de Abasto cada fin de semana.

-Claro, es que uno acá vive en un cubo y piensa que todos reciben todo. ¿Pero no tienen subsidios en Misiones? ¿O sos fanático del gordito Lanata?

-Sí, tenemos –me reí –a nosotros nos llegó el beneficio del aceite comestible más barato, por ejemplo, pero podés comprar solo un litro por persona, y si no, tenés que hacer la gran avivadita argentina de que te saquen tickets fiscales por cada litro, así queda registrado como compras separadas. Y subsidios para pymes hay, para emprendedores también, pero para pagar servicios de luz, agua, expensas, jamás tuvimos, apenas tenemos algún buen servicio, te digo. La vida en la frontera alejada es muy diferente, chamigo. Ah, y Lanata para investigar algo de la triple frontera tiene que buscar en Google o venir con un helicóptero para que no le molesten los mosquitos.

-Ya veo. El país es grande –se largó una carcajada.

-Ojo, algunas medidas festejamos, pero no todo es color de rosa.

-¡¡Movéte la re $%&/(=?¿* que te parió!! –tocó la bocina mi chofer, y me hizo reír nuevamente con una andanada de ingeniosos insultos, mientras me miraba por el retrovisor –perdón flaco, la vida acá en esta jungla es muy diferente.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Asesinos de buena fe

El infortunado estaba dando vueltas de fiaca en la cama cuando una viga del techo cayó y le partió la cabeza en dos. Los bomberos que llegaron primero encontraron sangre a más de tres metros de la cabecera, y en las gotas que salpicaron había astillas del cráneo y algunos pelos. El inesperado golpe fue muy rápido, seco de tal manera que el pedazo que madera que le abrió la testa dio de canto y no se movió de donde apoyó.

Los forenses de la policía comprobaron esto, por no encontrar ningún rastro de deslizamiento al lado de las dos partes de la cabeza, desde donde era imposible sacar alguna conclusión sobre los segundos antes del golpazo. Era de esperarse que una parte del tirante aplastara la cabeza, pero lejos de esto, el canto filoso de la tabla cortó en dos, pasando de arriba abajo separando un ojo y parte de la boca hacia un lado, y la nariz y el otro ojo hacia el otro.

No permitieron ver el cuerpo a los tres hijos del hombre y su mujer, que estaban en la escuela, los menores, y en el trabajo la madre, cuando ocurrió la desgracia. Solamente el hermano de la víctima pudo ver la masa de huesos, sangre, cerebro y almohada que hacían de cabeza al cuerpo que yacía con las manos al costado, en la empapada cama roja.

Este hermano fue el que sugirió a la policía que no dejara entrar a la familia del muerto, aunque la mujer principalmente desgarraba a gritos espeluznantes su garganta y el alma de todos los vecinos, reunidos en multitud alrededor de la casa, ahora con el techo y parte de una pared caídos. Para nadie era creíble haber saludado al hombre al llegar a su casa cerca del mediodía, después de una larga noche de trabajo como guardia de seguridad.

Solo cuando algunos escucharon a uno de los policías preguntar sobre quién había construido la casa, todos comenzaron a recordar al desprolijo albañil que había hecho toda la casa, junto a un desgreñado ayudante. Era muy evidente que el desorden y el descuido del constructor habían provocado la muerte del vecino. Todos habían visto cómo hacía la mezcla sin cuidado, y su desmedido recreo para descansar tomando tereré.

Durante otro interrogatorio de investigación la mujer había contado que un compañero de trabajo del difunto le había recomendado al albañil, y que en todo momento pareció ser un tipo respetuoso y trabajador; y que había esperado paciente cada una de las inspecciones del municipio. Todo estaba controlado.

Lo mismo declaró el compañero de trabajo que sugirió contratar al constructor, explicando que otro amigo y él lo habían tenido como albañil sin problemas, e inclusive el otro amigo tuvo la aprobación de un conocido que era uno de los que trabajaban en la municipalidad y conocía a los inspectores de construcción.

Allá fueron los investigadores a preguntar al otro amigo, quien les mostró lo hecho por el albañil en su casa, y les habló del conocido del municipio. Éste trabajador del estado contó que en el barrio el carnicero, que era hermano de uno de los cajeros de la municipalidad, también había contratado al albañil y además también podría conseguir que las inspecciones del municipio costaran un poco menos cuando se pagara en la caja del hermano. Así lo había hecho él, y dos vecinos más de ese barrio. Cuando interrogaron al cajero, no pudo negar lo sucedido porque en el registro de las facturas no aparecía ninguna de las direcciones de las casas inspeccionadas, que coincidiera con el recibo entregado a los dueños de las residencias.

Al señalar a los inspectores de obras, cada uno dijo haber recibido los papeles de pago de inspección desde administración y realizó los registros, dejando constancia de ello en las planillas correspondientes, que también tenía la firma de los constructores y de los dueños de las casas. En la revisión de las planillas, encontraron las firmas que luego la viuda reconoció que en la de ellos había firmado una vecina amiga que en los días de construcción cuidaba de los ahora huérfanos chiquitos.

En la reunión de los investigados ante el fiscal, el carnicero y el compañero de trabajo del difunto aseguraron que todo fue hecho y recomendado de buena fe, que los inspectores eran muy buenas personas y que nunca había pasado nada.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Iguazú en el país de las maravillas

La inminente declaración de las Cataratas como una de las Nuevas Siete Maravillas Naturales del Mundo; el fin de un periodo de gobierno; la llegada de uno “nuevo”, y las interminables ganas de cambio, hacen Iguazú vaya corriendo detrás del conejo que dice que está atrasado.

Más adelante, le espera un agujero justo al pie de un conocido árbol que promete el cobijo de sombras reconfortantes. El conejo va hacia ahí e Iguazú lo sigue curioso por conocer si de verdad habrá un oasis con saltos maravillosos que atraen cual imán a millones que transformarán la vida de todo un pueblo, hasta hoy esperando la bonanza.

Dicen que en ese país de las maravillas todo es para todos, y que una reina de corazones se encarga de que nadie quede sin nada. Hay comida para todos, carne para todos, shows para todos, combustible para todos, fútbol para todos, salud para todos, educación para todos, créditos para todos, deuda para todos, y espera para todos.

Allí, entre sus inmensos jardines de flores mil, y verde incomparable, la reina se ve acompañada por reyes de corazones que reparten todo para todos, y un ejército de naipes recorre las calles para asegurarse que nadie sufra la espera de la suerte. Cuelgan enredaderas floridas, y no carteles; plantan árboles y no promesas; y cada cual muestra la carta que luego tira.

En ese país de las maravillas adonde Iguazú va, no hay dolores ni olores; las sillas alcanzan para quien quiera sentarse, habla quien quiere decir lo piensa, piensa quien quiere hablar, vive bien el que necesita más, y no necesita más quien vive bien, no refunfuña quien tanto desea, ni desea tanto quien vive refunfuñando.

Habrá que ver si Iguazú, en su caída hacia el país de las maravillas, encuentra a su rey de corazones con el ejército renovador o en el lado opuesto de donde vino; habrá que ver si el ejército de naipes sigue su fila encolumnado fielmente detrás de un orden que no necesitará a un sombrerero loco ni a una tortuga que cuente fábulas extrañas.

Nos falta poco. Estamos llegando al país de las maravillas por el que todos votamos. Vendrán de todos lados, atraídos por los preciosos jardines de flores amigables que sonríen al pasar; caminaremos campos floridos de la mano de los reyes de corazones, con quienes jugaremos croquet y comeremos chipa.

Habrá paseos para todos, té para todos, basureros para todos, descuentos para todos, luz para todos, y agua para todos. No es un sueño. No estamos durmiendo recostados en el regazo de alguien debajo de un mango. ¡Seremos maravilla en el país de las maravillas! Y allá estarán Alicia, Cristina, Maurito el quijote gordito y su escudero Sancho, que harán que Iguazú ya no esté tan atrasado como el conejo.

martes, 11 de octubre de 2011

Guaraní, idioma oficial de Misiones

El idioma Guaraní debe ser declarado idioma oficial de la provincia de Misiones, y a partir de ello, ser incluido en la currícula escolar como asignatura correlativa y obligatoria a partir de los grados superiores de la primaria.

Esto demostraría que hemos sido capaces de interpretar nuestra inmensa deuda con el pueblo Guaraní, a quien hasta hoy, dependiendo de nuestra exclusiva conveniencia, veneramos o defenestramos.

Es así, sin dudar, porque los que nacimos y fuimos criados en Misiones, podemos afirmar por ser testigos vivientes de cómo nuestros hermanos aborígenes fueron tratados a través de la historia por diferentes personajes, algunos muy dignos de recordar con admiración y otros dignos del olvido y del repudio.

Cualquier misionero puede afirmar que el Guaraní, en su concepto de pueblo e idioma, hasta estos días ha sido marginado y hasta tratado con desprecio burlesco, no sólo por los ignotos forasteros –de quienes esa actitud es hasta esperada –si no también por los propios co-provincianos que ocupan el idioma en tono sarcástico y despreciativo. Y hasta creen que el Guaraní remite solo al Paraguay.

Esto sucede, aun cuando nos creemos convencidos que de las políticas de inclusión social, tan mentadas hoy por los gobiernos nacional y provincial, son las mejores de todos los tiempos, mientras los hechos no dejan escuchar las palabras.

No es necesario ahondar tanto en la historia para darnos cuenta que el pueblo Guaraní ha sido vapuleado por los conquistadores españoles, los gobernantes de la época de la conquista, y hasta por la misma iglesia que sin mediar justificación los declaró herejes por su sola condición de aborigen.

Afortunadamente, en esos años también hubo gobernantes y religiosos que fueron más allá de meras palabras sobre inclusión social, y llevaron a la realidad ideas merecedoras de imitación. Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue quien hasta perdió su puesto de gobernador de la provincia del Paraguay por tener fuertes convicciones y haber tomado decisiones políticas a favor de los indígenas.

Y por el lado de los religiosos, quizás el ejemplo más loable, están los Jesuitas que no solamente hicieron 30 pueblos paradisíacos junto a los Guaraníes, si no que cada uno de ellos tenía músicos de primerísima calidad, un coro, verdaderos artistas que labraron y tallaron verdaderos artes en plena selva de los 1600, albañiles, maestros de obra, labradores, y escritores; todos ellos Guaraníes que eran los únicos que hablaban y escribían en cuatro idiomas –Guaraní, español, portugués, y latín –en todo el Virreynato del Río de la Plata, que tenía como supuesta capital a cuatro calles de barro con chozas de adobe y techo de paja.

Esta historia quisieron ocultarnos desde el mal llamado movimiento nacionalista, liderado por el siempre egocentrista gobierno central de nuestro país, indiferente a las culturas regionales de cada provincia y región. Sin embargo, hubo quien recorrió los documentos del Archivo General de la Nación y eligió mostrarnos que hay otra historia que demuestra la capacidad de nuestros hermanos aborígenes.

Estos artistas, maestros de obras, escritores, escultores, oradores, cantores, y músicos Guaraníes fueron los que, ante la decisión de la iglesia y los reyes de España, de expulsar de sus dominios a los que verdaderamente los incluyeron socialmente y no los esclavizaron, decidieron retirarse a otros pueblos para desparramar su arte aprendido por casi 200 años con los padres Jesuitas; y ni siquiera así la historia oficial los dedicó un espacio de reconocimiento.

Llamativamente, los profesionales y preparadísimos dirigentes actuales, decidieron incluir en la currícula escolar al idioma inglés y al portugués en nuestra provincia, antes que al Guaraní. Y aunque debemos reconocer que el idioma anglosajón y el lusitano tienen su utilidad para el desarrollo global de la sociedad, la medida dista mucho del discurso de inclusión social, y el respeto por los pueblos originarios, que tanto mencionan desde los altos estratos.

El pueblo Guaraní no solo subiste hasta nuestros días diseminado en llamadas “aldeas”, siendo más de 30 mil en toda la provincia, sino que es parte de nuestro día a día, en los nombres de arroyos, ríos, pueblos, ciudades, regiones, reservas naturales, y aun así soportando que nosotros incluyamos en la enseñanza otros idiomas antes que preservar lo que ya corre por nuestra sangre.

Esta es la oportunidad histórica para que las autoridades de hoy, en plena “discusión” de una nueva ley de educación de la provincia, decida declarar al Guaraní, uno de los idiomas oficiales de la provincia de Misiones, para que sea enseñado desde los grados superiores de la primaria, después de haber adquirido el primer lenguaje madre, y ser la primera provincia en el país que dé este enorme paso.

¿Presupuesto?, ¿recurso humano para la enseñanza?, ¿qué Guaraní enseñar, el Mbya o el paraguayo?, fueron preguntas que no necesariamente se respondieron al incluir los otros idiomas en las escuelas, y no deberían ser excusa para los profesionales de la educación provincial.

Esto sería un verdadero paso hacia la inclusión social, y no meras palabras al respecto. Esto demostraría la verdadera intención y voluntad política de los gobernantes, que tienen en sus manos el momento justo para quedar en la historia como los que tuvieron visión y tomaron acciones hacia ello como Cabeza de Vaca y los Jesuitas, o quedar grabados en las páginas junto a la imbecilidad de Sarmiento y los monarcas.


Versión en Guaraní.

Guaraní, ñe’ê oficial Misiones pe.

Ñe’ê Guaraní (Ava ñe’ê) oñemoi vaerâ ñe’ê oficial ramo karaí ñe’ê ndive co ñane reta Argentina, provincia de Misiones pe. Oike vaerâ Consejo de Educación Sistema pe oñembo’e haguâ katuete escuela primaria güive.

Peicha ja hechaukata ja hechakuaáha ñande debeha ñande ypykuera ndive. Koagâ peve ningo ñambo aguara tera ñambovaí chupe kuera jahecha ramo ñandeve iporâ tera ivaí la hekove kuera.

Peicha ngo ja hecha ko yvy pe ña ñeñandu vaekue. Ñande ypykuera rehe oî oiporiahuverekova ha oî ojahei vaekue. Umiva rehe ñande manduá porâ vaerâ tera ñanderesarai vaerâ pochype.

Maymava Misiones pegua oikuaa Guarani ha iñe’engüera ndo jehaihuiha. Pea ngo ñahaarô kuaa umî tetâ ambuegua kuera güi. Koape ngo apeguá kuera pyîinte upeicha aveí, oipuru ava ñe’ê ñembohory ha pukaharô.

Koa ngo peicha jae ramo jepe ñande mbosambyhyha kuera rembiapó iporâveha opa ara peguagüi. Hembiapo kuera katu ndo hejai ña hendu upe heíva hikuai.

Ndatecotevêi jaha puku etereí yma oikovaekuere jahecha kuaa haguâ umi conquistador español kuera ojahei haguë ñandyypykuera rehe. Paí Kuera jepe heí hese kuera “hereje” ha aborigen hagüerente.

Upeicha ramo jepe javyá oí hagüere aveí tendotá ha paí kuera apytepe ijidea ha hembiapo poraiteva hendive kuera. Alvar Núñez Cabeza de Vaca oñembongui vaekue gobernacióngüi oñehaâ hagüere oipytyvô ñandeypykuerape.

Paí kuera apytegüi ñande manduá kuaa Jesuitare heta imbaeporâre hendive kuera. Omupuâ hikuai treinta tava iporâitereíva ka’aguy apytepe. Enterovete ogüereko vaekue opurahei katupyryva oñondivé ha oipurukuaava “instrumentos musicales”, ohaíkuaava ha oñeejepe hikuai yrundy ñe’ê ambué: karaí ñe’ê, ava ñe’ê, Brasil ñe’ê ha latín.

Koa ngo omokañyse ñandehegüi umi omombeúva ymaguarégua. Upeichaverô oî aveí ojeporeka vaekue cuatiá ñe’ê ymaguarere ha otopá hetaiterei mbaepe ikatupyry vaekueha ñande ypykuera.

Ñande katupyryvea moehara kuera omoî oñemboe hagua mitangüerape ñe’ê ambue ramo inglés ha portugués, guaraní omoî rangüe. Ndai vairi ningo umi ñe’ê. Ja’ente ngo ndo jojaiha ñande tendotá kuera heí eteva ndive.

Tetâ Guaraní ngo ndopai koâga peve. Oiko uvei ñande apytete opa ara. Ñande provincia de Misionespe oî treinta mil oñehenoiva “aldeas”. Jajesareconte ñande tava, ysyry ha opaichagua tenda rérare ha jahechakuaáta.

Koagâ jareco ñande pope ñamoîseroguarâ Guaraní idioma oficial ramo. Ñande retâme oje’e hina ha ojeheka mabaichapa iporaveta mitangüera ñemboe. Oîmba la oñecotevêva upearâ, mboehara, koty, kuatia ñe’ê ha entero mbae.

Koa haeta peteî añetegua “política de inclusión social” heí haicha ñande tendotá kuera. Ogüereko ipopekuera opyta haguâ hikuai mandua haramo Cabeza de Vaca ha Jesuita kueraicha. Upeichayrô katu opytata tesarairamo.

(Traducción libre con la ayuda indispensable de Abel López)

jueves, 29 de septiembre de 2011

Ya no leo más

“Ya no leo más”, me dijo, “no hace falta”.

Tiene doce años y estudia en una escuela pública en algún lugar de la provincia. Me contó que las tareas generalmente las hace un par de horas antes de ir a acostarse la noche anterior al día de entrega, porque “googleás lo que necesitás y listo”.

-Pero, ¿no les hacen leer algún libro?, ¿no se te complica después cuando tenés que explicar de qué se trata? –pregunté inocente.

-No, le verseás un poco sobre lo que viste en Internet y ya está…

Claro, pensé, es lo que hacíamos antes cuando leíamos un rato antes de pararnos a decir la lección oral, que según me contó este alumno, tampoco es que hoy uno se tiene que parar a decir la lección frente a todos.

-Eso es re viejo… ahora es todo por Internet, y responder en una hoja.

-¿Nunca se paran a decir una lección? –pregunté otra vez, acentuando mi ingenuidad.

-Sí, a veces cuando algún profesor se enoja, tenemos que pararnos ahí frente a todos, re bajón… pero zafás porque le verseás igual… pero los que no saben hablar se cagan…

No sabía cómo reaccionar, en serio. No sabía si reír por lo simpático de mi jovencito interlocutor o llorar por la realidad que me abofeteaba. La falta de preparación actual para expresar un pensamiento no es de mi desconocimiento, por mi experiencia de docente y comunicador.

Sabía y sufro la casi insostenible realidad que cachetea con adultos que apenas hilvanan una frase o una idea con buena dicción, e igualmente llegan a ser autoridad de un pueblo o dirigentes nacionales; y con verborrágicos que están convencidos que hablar mucho y con términos rebuscados es hablar bien, comunicar, y saber de lo que hablan.

Es decir, lo de “hablar mal” no es nuevo. Sólo que unas décadas atrás la vergüenza bloqueaba a los caraduras, que pensaban diez veces antes de salir delante de una cámara, sentarse frente a un micrófono radial, enseñar, o hacerse el político que sabe. Y esto quizás porque buscar información sobre algún tema era un trabajo un poco más arduo. Había que caminar hasta alguna biblioteca, leer cada página para encontrar el dato preciso, y luego escribir a “Birome” un resumen de lo leído.

-Ah, pero hoy hacemos también eso… ¡no podés ser tan viejo! Hoy cuidamos el medio ambiente, para qué vamos a hacer libros con papel que se saca de los árboles –me hizo reír mi amiguito.

-Es cierto –le dije –el tema es que ahora vos ponés las palabras que buscás en el buscador y el trabajo de “búsqueda y lectura” lo hace Internet, no vos.

-Y bueno… pero antes se lavaba la ropa a mano y ahora hay lavarropas… ¡modernizáte loco! –me hizo reír más.

-Pero eso no quiere decir que las personas saben lavar la ropa –le provoqué.

-Porque no hace falta, papá, por eso te dije que no leo más, ¡porque no hace falta!

Es verdad, reflexioné. ¡Qué boludo soy! ¡Cómo no me voy a dar cuenta! Hoy no es necesario leer libros tangibles o virtuales, buscar e investigar para saber realmente de un tema, porque para ser reconocido y lograr un cargo importante no hace falta. Con versear un poco con lo que viste en Internet ya está. ¡Cuánto tiempo perdí!

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La gurisada y la política

Es común escuchar que a los adolescentes-jóvenes no les interesa la política. Lo dicen ellos mismos y los adultos lo reafirman acusándolos de desinteresados, indiferentes, vanos y superficiales.

Algunos, un poco más blandos, los excusan diciendo que por cómo está la política hoy no les puede interesar mucho. Otros, de esos que buscan culpables por todos lados, dicen que el desinterés de los chicos en realidad se basa en los malos ejemplos dados por los políticos. Hay también quienes gustan comparar con “antes” y dicen que la indiferencia juvenil es actual, y que “antes” no era así.

Diga quien lo diga es fácilmente notable que “hablar de política” no está en los primeros puestos del ranking de interés de los jóvenes. Ellos califican el tema como aburrido, complicado, sucio, abusivo, y dicen que la política está llena de ladrones y mentirosos. Y estos calificativos tan duros, disparados por la gurisada cada vez que alguien le habla del tema, hacen que pensemos en cómo sacan conclusiones de la política sin querer hablar y sin saber de ella.

De algún lado les llega información al respecto. De alguien escuchan sobre el tópico. Los simplistas hacen responsables directos a los medios de comunicación, mientras los complejos analizan un maraña social holística que cría en los jóvenes un anticuerpo contra la política a medida que crecen y se contaminan con su entorno.

Lo cierto es que aunque la ciencia, o el arte, que busca el bien común no interese a los jóvenes, éstos no pueden desligarse de ella. Cada vez que suena el despertador para ir a la escuela, deben entregar tareas, pagan el precio de las gaseosas, de la yerba para el tere, de las hojas para la carpeta, del pasaje del colectivo, se asustan por los secuestros, festejan el triunfo de algún partido de la selección de fútbol, y piensan en qué universidad estudiar, la política los rodea, los engulle, los digiere, los forma, los envuelve, les domina, y les atrapa en cuanto asunto a ellos se les ocurra tocar, aun cuando aseguren que no les guste hablar de “eso”.

Así al salir del cascarón escolar se sorprenden al notar que las políticas educacionales, económicas, deportivas, sociales, de transporte, de vivienda, de turismo, de consumo, y laborales, les acechaban desde que se levantaban para desayunar algún producto nacional o importado hasta cuando iban a bailar a algún boliche con happy hour.

Es así como llegan desnudos y desarmados a la edad de votar. Se arrastran hasta los cuartos oscuros –las mismas aulas en donde la política es una prohibición –y hacen ta-te-ti como en la prueba de elección múltiple de estudios sociales cuando le pedían que elijan de una lista de cuatro: Silvio Rodríguez, Ernesto Sábato, Charly García y Alberto Sileoni, para mostrar que sabían quién es el ministro de Educación nacional.

Eso es responsabilidad del estado (para no decir políticos), saltan rápido los adultos para excusarse ante la contundente realidad de que nunca hicieron al menos un intento para explicarle a la gurisada que ¡ellos mismos eligieron al estado!

miércoles, 17 de agosto de 2011

Clap, clap, ¡cuak!

Quizás sea simple coincidencia, pero es notable que durante el último periodo del gobierno de la provincia, teniendo a la doctora Sandra Giménez como vicegobernadora, la salud tuvo una atención especial en toda la provincia; mientras que en este nuevo periodo, que tendrá al docente Hugo Passalaqcua en la vicegobernación, la educación parece ser el eje principal de toda acción del gobierno provincial.

Los datos respecto de la salud en la provincia son comprobables con cualquier publicación o visita a los municipios, y no se pueden negar, aunque uno esté de acuerdo o no con el tipo de acciones llevadas a cabo.

En la gestión que termina este próximo diciembre se han visto claramente que se inauguraron varios hospitales en la provincia, se proveyó capacitación pre-hospitalaria y emergencias, se incrementó la instalación de centros de atención primaria de la salud en barrios periféricos de los municipios para descentralizar la atención de los hospitales, se proveyeron cursos, capacitaciones y charlas sobre enfermedades endémicas y tratamientos especiales, y se formaron agentes sanitarios desde choferes de ambulancia, bomberos, enfermeras, agentes de limpieza y médicos especializados, se creó el sistema Hogar de Día en Posadas que ya tiene su símil en Oberá, y se aprobó la licitación para uno en Iguazú; y aquí también se construye el nuevo edificio del hospital Marta Shwarz, y se refacciona el antiguo.

Además se fortaleció y apoyó la formación de enfermeros y todo tipo de agentes sanitarios, se buscó y busca nuevos profesionales misioneros y de otras provincias para suplir la enorme necesidad de médicos; se adquirieron equipos nuevos en varios hospitales, y en el caso de Iguazú un tomógrafo computarizado, entre otros, que eran de una deuda de larga data. En fin, todas acciones que suplieron a este enfoque hacia la salud en el último periodo de gobierno provincial.

Y si bien la educación también tuvo su atención durante el último periodo de gobierno, se puede afirmar que las acciones se limitaron a la construcción –casi desesperada –de escuelas, y a la implementación de programas “bajados” de la nación. Acciones que, obviamente, son aceptables y válidas.

Sin embargo, después de la contundente victoria en las elecciones, con el docente Passalaqcua como próximo vicegobernador, y sobre el inicio casi de las sesiones de la legislatura, la educación tomó el rol protagónico: se presentó la “nueva” ley de educación, se intervino el Consejo General de Educación (CGE), y se destinó un 25% más al presupuesto del ministerio.

Pero las acciones siguen. Se abrieron debates sobre las jornadas escolares y otros detalles del proyecto, se “descubrieron” cargos fantasmas de docentes, por los que el presidente del consejo Fernando Dasso tuvo que dar explicaciones; se enfrentó al sector gremial “que se queja y no trabaja”, y hasta se habilitó un correo electrónico para que se denuncien irregularidades en el CGE, que también manejará un incremento de 32% en su presupuesto.

Ante semejante exposición sobre lo llevado a cabo en la salud anteriormente y en la educación ahora, y sin importar quién esté en la vicegobernación, no se debe ser tan obtuso para reconocer que eran y son acciones necesarias y buenas decisiones; pero a la misma vez se debe ser lo suficientemente perspicaz para no pararse y aplaudir a los funcionarios y políticos que nos quieren hacer creer que esto es algo extraordinario, jamás visto en el mundo, que va más allá del esfuerzo humano, olvidándose que en realidad sólo están cumpliendo las funciones del trabajo por el que todos los misioneros les pagamos.

lunes, 8 de agosto de 2011

Ese tal Bustillo


No es ninguna novedad que la llamada historia argentina, escrita por burguesitos aduladores del gobierno central, haya ignorado por completo zonas enteras de la verdadera nación, pero no es aceptable que hoy aquí se siga venerando a esos personajes, como los Bustillo, que con sus sesudos análisis retrasaron el inicio de todo posible progreso para Iguazú.

Los datos son contundentes. Los albores del turismo como agenda de estado en Argentina datan de 1900, y empieza con mayor énfasis en 1934 con la ley 12.103 que crea la Dirección General de Parques Nacionales hasta 1943, que coincide no sólo con la conocida “década infame” sino con las decisiones del primer director de aquél organismo creado, Exequiel Bustillo, quien se propuso desde un principio dar mayor atención al Parque Nacional Nahuel Huapi para transformarlo en la anhelada “Suiza argentina”.

Algo que muy pocos mencionan es que el mismo Exequiel Bustillo fue el autor del proyecto de ley de Parques Nacionales, y mucho menos cuentan que el que presentó tal proyecto en la Cámara de Diputados fue su hermano José María Bustillo, y que más adelante otro hermano, Alejandro, un arquitecto que se dedicaba a los caprichos de la clase alta argentina, sería quien llevara adelante las obras que “proponía” Exequiel.

Y aunque esta “familiaridad” entre autores estrategas de leyes, promotores políticos, y ejecutores, es moneda corriente en los gobiernos del país, llama la atención cómo en alguna parte de la historia que llega a nuestras manos hubo también “protectores” de imágenes que lograron que estos personajes sean “bien” recordados y honrados inclusive.

Ese tal Exequiel Bustillo fue quien como promovió, incentivó, y dirigió todos sus esfuerzos y su presupuesto hacia “el sur”. Así logró que el gobierno central construyera en pocos tiempo el ferrocarril hasta Bariloche, construyó una estación, el hotel más moderno de toda América, el Llao Llao –primero de madera, que fue destruido en un incendio –y luego inmediatamente reconstruido con mampostería de excelentísima calidad; implementó una política hotelera que llevó a la construcción de otros hoteles; planificó y llevó adelante toda la urbanización del pueblo (agua, energía, cloacas, pavimentación); construyó el centro cívico y el hospital; llevó adelante el embellecimiento urbano; promovió y facilitó el desarrollo de empresas turísticas; puso guías intérpretes; promocionó el destino con postales, artículos en el diario Crítica, y en vastas publicidades radiales y televisivas que incentivaban en “turismo de elite” que él buscaba, tratando de “civilizar” la zona para hacerla parecida a las villas de las montañas del Tirol, para “competir” con el turismo europeo.

Y esto sería más que loable si no se hubiese diferenciado tan ampliamente con lo hecho por “el otro” Parque Nacional, al que condenó a pequeños presupuestos y una eterna espera con sus sesudos estudios, conclusiones, y previsiones sobre este lugar que le daba mucho calor.

Ese tal Bustillo fue el que concluyó que para las Cataratas la afluencia turística iba a ser tardía, y por eso limitó los presupuestos –y realmente fueron limitados en comparación de lo que hizo en el sur –a construir una intendencia, algunas casas para los empleados, una escuela, una usina eléctrica, un resguardo de aduana (sí, leyó bien, un res-guar-do), un pequeño aeródromo en plena selva, una remodelación del hotel que ya estaba en Cataratas, el enripiado del camino abierto a Cataratas (sí, en-ri-pia-do), y una planificación urbana, que no es necesario que se aclare que quedó como planificación nada más.

Esto que hizo acá en Iguazú, según ese tal Bustillo, “…llenó perfectamente las necesidades de un lugar que no contaba con otra comunicación que un barco por semana, y para colmo de muy poca capacidad…”

Por eso tal vez quiso halagar el lugar como más que un parque diciendo que es un “monumento natural”, para luego disparar su visión sobre este lugar en donde según sus palabras “el clima invita a irse y no a quedarse”.

Ese tal Bustillo, fue el que dijo de Iguazú, pensando que este “parque” no era responsabilidad suya sino del azar: “…veremos que suerte corre, aunque no soy optimista, mientras no se desarrollen las ciudades del litoral, carecerá de ese turismo popular que constituye el privilegio de Mar del Plata, Córdoba, y Bariloche, verdaderos centros de atracción nacional. El avión vencerá en algo su aislamiento; pero en todo caso llevará un turismo golondrina. Se llegará, se visitará lo que Groussac llama el fenómeno, y se regresará en el día. Una buena casa de té, o un restaurante, tal vez sean suficientes. Es doloroso decirlo, pero es la verdad”.

Esto no hace a ese tal Bustillo único responsable de lo que costó y cuesta el desarrollo turístico en Iguazú, y en Misiones, porque la inclinación sur fue, y sigue siendo, preferible desde los sillones centralistas de la nación. Tal vez por ello –y actualmente por el origen del mando más alto –los máximos esfuerzos siguen promocionando a la Argentina como nieve, montaña, y lagos, y nunca como selva, inmensa biodiversidad, cultura milenaria, centenarias estructuras, aguas grandes; y los presupuestos para este lugar lleno de mosquitos y calor siguen siendo ínfimos. Pero un punto es ciertísimo: aquí en Iguazú y en la provincia, ese tal Bustillo no merece ni veneración ni homenajes, una mención tal vez sea suficiente. Es doloroso decirlo, Exequiel, pero es la verdad.


Fuentes consultadas

“De la política en turismo a la política turística”, Prof. Alejandro Capanegra, 2010

Del Campo a la Ciudad, Regina Schluter 1971

Fotografía: Gentileza La Angostura Digital

viernes, 29 de julio de 2011

Ta bueno el turismo

“Está bueno el turismo” –escuché con mi oído siempre chusma, una conversación entre dos adolescentes que no pasaban de 15 años en el colectivo urbano. Inmediatamente me acomodé para escuchar con más atención, disimulando para que ellos no se dieran cuenta, claro.

Y como lo primero que escuché sonaba interesante, más saliendo de gurises de esa edad, confieso que me ilusioné hasta la emoción cuando descubrí que hay adolescentes que también hablan del tema, que parece interesar sólo a unos pocos adultos, que entienden “masomeno” el asunto.

“Viene mucha gente de muchos lados, la otra vez vi unos japoneses o koreanos no sé” –siguió la conversación –“hablaban todo así re raro, ting kun chin, chin chu lin”, se rieron hasta que uno le señaló al otro que también hablan en inglés y en castellano “para preguntar por los restaurantes y esas cosas”.

Me entusiasmaba cada vez más, pensando en el esfuerzo que se hace para que la comunidad comprenda el concepto de este rubro que nos da trabajo a todos, y principalmente para inyectar en las mentes juveniles que debemos proteger el desarrollo de esta industria sin humo.

“¡Sí, ma’ vale! Ellos estudian todo’ lo’ idioma’ boludo, y aprenden rápido”, seguían desgranando sus opiniones y pareceres, mientras yo sonreía complacido, agazapado en la butaca de enfrente, como cómplice de la estrategia que les hace caer en la trampa del aprendizaje.

Pasaron por su visita al área Cataratas, por cómo se “mueve” la ciudad en las vacaciones, y por como hay “cosas nuevas re copadas como el shopping que están haciendo y los hoteles y eso”, y entonces me animé a dar vuelta simulando mirar a otro lado, sólo para ver quiénes eran estos gurises que me hicieron caer también en ese embeleco que tiene a la ilusión como ángel-demonio seductor.

Ya pensaba en cómo contar a los conocidos sobre esta linda experiencia de escuchar a los adolescentes hablando sobre el desarrollo turístico, que tanto nos beneficia a todos, directa o indirectamente en este rinconcito del país; y que al parecer es un tema ajeno a los de menor edad.

Así estaba en mis planes de relato cuando los chicos empezaron a hablar de sus proyectos, y de cómo encarar lo que se les viene en la vida. Y esto inclinó más mi cabeza chusma.

“Yo quiero trabajar en turismo, la otra vez mi tío me contó cómo ganan ahí en la paradita de ellos con los pasajeros que van a Paraguay y a Brasil, ¡impresionante boludo! En un viaje a Paraguay la otra vez ganó tres mil pesos”, disparó uno y siguió “dice que si hablaba inglés iba a ganar más todavía”.

Es verdad, reaccioné pensando. Por eso hay que estudiar, casi me animé a meterme en el diálogo, pero me contuve. El otro estaba hablando y quería escuchar más.

“¡Sí, boludo! ‘ta bueno el turismo, traanquiiiiilo ahí le atendés a los turistas, no tené jefe, está con lo’ vago’ ahí, no tené que estudiar ni ir a una entrevista y eso”, respondió el otro, sin saber que acababa de matarme la ilusión de pensar que los mayores estamos educándolos bien.

lunes, 11 de julio de 2011

¿Cuánto valés?

Algunos son del pensar que todo se puede comprar, más cuando descubren que los más remotos datos de la historia afirman que se han comercializado desde frutas hasta voluntades, pescados y destino de pueblos enteros. Dicen que no existe nada que no se pueda adquirir por algún precio, y que hasta los campeonatos deportivos más atrapantes están todos decididos por dinero.

Tal es este convencimiento para algunos, que prefieren creer en solamente aquello que pueden adquirir comprando; no hay absolutamente nada, ni el amor, que los convenza de lo contrario. En ciertos casos crónicos, la creencia de que nada hay puro, los lleva a la depresión y a un agnosticismo hermético que los enfría hasta el congelamiento más duro.

Todo y todos tenemos un precio, dicen. Y escupen datos concretos de lo sucedido con fulano, con mengano, con el último campeonato de fútbol, con las elecciones, y apoyados en esto aseveran no confiar en nada ni en nadie, excepto en lo que ellos ven o compran.

Interesantemente, la mayoría de estos incrédulos aseguran haber sido creyentes en algún momento, y cuentan que la misma vida les hizo cambiar de opinión. Yo confié en fulano, dicen, y me salió mal. Yo puse todas mis fichas para apostar por esta causa, dicen, y todo era una farsa. Desde entonces, comentan, nunca más confié, nunca más creí, nunca más seguí a ciegas, no creo en nada ni en nadie.

“El que se quemó con la empanada, sopla hasta la sandía”, escuché decir una vez, y cuanta verdad hay en la reflexión. Sin embargo, por más que más de 2 mil años de historia hayan demostrado que millones se hayan quemado con la empanada, existe algo que hace que el ser humano siga creyendo, siga confiando, siga siguiendo a ciegas.

Algunos filósofos explican que esto es porque nuestra raza precisa de algo superior al entendimiento humano para creer y vivir, y que hasta el más agnóstico y el más anarquista se ajusta a normas sociales como vestirse o cubrirse para hacer caca o pichi, porque hay algo dentro suyo que les obliga a hacerlo, más allá que existan penas por andar mostrando el pito por ahí o meando en la calle.

Es por eso, dicen los sabios, que cualquiera de estos rebeldes contra nadie buscan un lugar privado para hacer sus necesidades y se visten por más que nadie los esté mirando. Y puede ser cierto. Algunos llaman Dios a esto que trasciende la comprensión humana, otros la llaman Conciencia, otros Remordimiento, otros Vergüenza, otros Cola de Paja, otros Alá, otros Ancestros, y con esto ajustan sus vidas para creer en algo que no se compra.

Así, esto que “no se compra”, también ha recibido nombres: espiritualidad, moralidad, humanidad, ética, sentimiento, voluntad, actitud, y amor; pero lamentablemente la historia ha demostrado que también estas cosas que no se ven han sido compradas, a veces por mucho valor a veces por poco. Si fueron comprados, no eran reales, dicen algunos. ¿Pero cómo saber si eran reales sin creer en ellos?

Entonces, en el fin de tanta vuelta, si todo se compra, la pregunta es ¿cuánto valgo yo en este gran mercado? Algo debo tener que cotice entre los productos más deseados. Y si es así, debo ponerle un precio, porque algunas cosas valen más que otras, y con el tiempo algunas pierden o ganan valor. En algún momento alguien me querrá comprar.

domingo, 12 de junio de 2011

Testigos políticos

En cualquier lugar, y más en estos tiempos de discursos de campaña política, estos seres siguen ocupando esos pequeños espacios, en donde generalmente molestan con cualquier palabra que digan. Es que ellos no tienen ningún tipo de diplomacia ni interés en caer bien a nadie.

Ocupan ese carguito que les otorga la vida por ser simplemente alguien que tiene que estar, como una excusa perfecta para los que persiguen su deseo de ser intendentes, gobernadores, diputados, concejales, o senadores. Ellos representan esa parte de las promesas que se escuchan repetirse cada vez que aparecen los micrófonos, pero se conforman con esperar la próxima, cuando haya más plata para ellos.

Ni siquiera piensan en que algo puede ser mejor, porque les da lo mismo sentarse en una silla enclenque que en una refinada y cómoda, mientras tengan algo para entretenerse en las horas en las que prefieren mantener el trabajo y la responsabilidad alejados. Sus objetivos son otros más cerca de la recreación que de la búsqueda del tan mentado bien común.

El bien para ellos es lo que satisface su ego en el momento que lo precisan, porque en realidad todo lo que necesitan es perseguir sus deseos personales, el resto vendrá cuando se les provea. El apuro no tiene tiempo más que para terminar de cumplir sus deberes. Su tiempo es para divertirse.

Pero lo más triste no es su posición descarada e ignorante, es que a ellos no les importa lo que sucede entre los de arriba, porque a los de arriba jamás les interesa que ellos estén idealmente mejor, por más que digan, redigan, e insistan en sus discursos de campaña que sus esfuerzos van a ser dirigidos hacia una mejor educación y a una mejor calidad de vida para todos.

Estos pequeños testigos que ocupan infinitos lugares, en donde casi siempre molestan, y es mejor si se mantienen callados, porque nada tienen de diplomacia y no tienen ningún interés de caer bien a nadie, están viendo, escuchando, y observando cada gesto, cada palabra, cada actitud, aunque cada político piense por ser niños no pueden entender ni ser testigos políticos.

jueves, 19 de mayo de 2011

El (hard) Face de los políticos

No te sorprendas si al abrir tu Facebook en estos días tenés la solicitud de amistad de Marcelo Sánchez. Sí, sí, el mismo que jamás te saludó mientras toma un café por allá cerca de las Siete Bocas. O quizás veas que repentinamente, como ver un auto medio lindo por tu barrio, tenés otra solicitud de Horacio Spallanzani, el señor ese que hablaba y hablaba en el Concejo, y ahora dice “Me gusta” cuando subís una foto tuya en zunga fucsia en el salto Mbocaí.

Y aunque tal vez estemos un poco acostumbrados a ver algunos, como Gabrielito Llamas, que siempre te “etiqueta” algo durante el año para ir acumulando porotitos, no deja de sorprendernos como un elefante en Cataratas, la aparición en la web del presidente del Concejo Deliberante, Roberto Arévalo, quien decidió abrirse una cuenta de Face sin querer en la época de campaña. Y tal vez, aunque sea reconocible la iniciativa de aggiornarse, debería pedir ayuda al mismo que le creó la cuenta para evitar poner “Me gusta” en el Facebook de Oscar Perrone.

¡Sí!, leíste bien. ¡Oscar Perrone fue uno de los primeros que empezó a recorrer los barrios en la web con su Face! Solo que como el perromóvil también apareció más hace unas semanas, etiquetando afiches y fotos sobre su interés por el pueblo, que lo ve por TV. Lo bueno de Perrone es que por más que sea de aparición repentina, como todos los demás, por lo menos te arranca una sonrisa con lo que sube.

Es que el espacio virtual se ha transformado en el medio más conveniente para los políticos, por su llegada masiva. Hace no mucho, el gobernador Closs posteó en su Face que acepta invitaciones de amistad, “pero no sé cómo buscar cuántos amigos tengo”. La respuesta era fácil, pero se ve que alguien le asistió para ver cuantos contactos tiene en su Facebook, y agradeció: “yo siempre estuve en Twitter, pero se ve que Facebook tiene más movimiento, tengo que ingresar desde una compu y dejar un poco el Berry”. Sí, es verdad, tiene que dejar un poco el Berry, el peach, el hamburger, el bacon y el reviration, para completar el álbum con fotos nuevas más facheras y deje abierta la opción para que todos podamos comentarle algo, con cariño.

Por otro lado están los que no pierden tiempo en cosas de adolescentes, y van por lo más maduro, como Toto Sánchez y Pily Morel, ¡que se abrieron un site señores! Estos no andan con pavadas, ellos tienen su propio sitio que van a tener que pagar de nuevo para que le actualicen después del 26, pero siempre cuidándose de no dejar ningún espacio para que la gente, el pueblo, de los barrios humildes, más alejados, que nadie se acuerda de ellos, pueda comentar algo en su página.

Cabe la ironía, pero es bueno ver que los mismos políticos de pasacalles, carteles, y caminatas esporádicas por ahí, prefieran un Facebook (en el Twitter hay que escribir demasiado y se nota la ortografía) para comunicar lo que sienten y quieren hacer por su pueblo. Es una manera de actualizarse, lo entendemos. Pero se debe comprender que en la web también hay que ser coherentes con la conducta, y darse cuenta que por más cibernéticos que parezcan hoy, ninguno incluyó WiFi para toda la ciudad o toda la provincia, y eso no es tener Face, eso es tener HardFace.

domingo, 15 de mayo de 2011

A mí qué me importa

Qué diría uno de estos politiqueros que andan defendiendo lo que piensan, si van a comer a un restaurante y al quejarse porque el servicio no está al nivel que ellos esperaban, el dueño del restaurante les dice:

-Pero, fíjese que los de al lado sirven peor, y además recuerde que somos una nueva administración de este servicio, y los anteriores nos dejaron con muy mala fama, una deuda terrible, y además eran pésimos administrando.

Supongo que el politiquero que escuche esa explicación en un restaurante, o en cualquier negocio, va a responder lo mismo que respondo yo al escuchar los discursos de campaña.

-¡A mí qué me importa!, yo pago para que usted me sirva como debe hacerlo y de acuerdo al excelente servicio que ofrece y publicita.

Ya no me importa recordar los años '90 y su administración para justificar lo de hoy. Me gusta recordarlo solamente para alimentar el ego de negro pueblerino que tengo, porque en realidad fuimos nosotros los que cambiamos la historia, no ustedes. Ustedes son el resultado de lo que protestamos y gritamos nosotros.

A mí no me importa, en serio, volver a revolcarme en el lodazal de los idiotas administradores de las décadas pasadas, en las que ustedes también estuvieron como politiqueros y no hicieron más que fogonear de atrás para que la carne de cañón se levante a dar la cara en la calle.

A mí qué me importa que Llera y sus funcionaros hayan entregado tierras para comprar votos, y no haya arreglado ninguna calle –él y los demás ya pagarán eso en la justicia –yo pago mis impuestos para que el gobierno de hoy regularice cada uno de los terrenos y arregle las calles y provea servicios como prometió.

A mí qué me importa que Puerta y sus secuaces no hayan aumentado el básico a los docentes, estoy podrido del drama de cortes y protestas docentes de siempre, porque el gobierno de hoy tampoco tuvo la capacidad de resolver el eterno inconveniente por casi 10 años. Yo soy un ciudadano que cumplo con mis obligaciones hoy, y si no las cumplo el mismo gobierno me exige que lo haga inmediatamente, por eso no me importa lo que haya hecho o no la administración anterior, quiero que este gobierno de hoy prevea que al inicio de cada año no haya más cortes ni protestas dando lo que corresponde a los maestros de una vez por todas.

A mí qué me importa que López Ricci haya sido un incompetente de traje y gomina, apoyado por el petiso, yo quiero servicio de energía de primera hoy. Quiero luz hoy, sin que un vientito la corte cada semana y haga que tengamos que escuchar el mismo verso que antes era peor. Qué me importa que antes haya sido peor, la memoria la tenemos muy fresca; quiero hoy, ahora, en este instante, el servicio por el que pago todos los meses.

A mí qué me importa que Clarín y su mafia hayan negociado siempre con los milicos, Menem, De La Rúa, Duhalde, y cuanto politiquero haya por ahí, yo quiero que hoy mejoren los servicios burocráticos y vuelteros en el país, y que la plata llegue de verdad al país federal que tanto predican.

A mí qué me importa que la oposición ande criticando como siempre sin ofrecer planteos y soluciones concretas, yo quiero que se presenten debates maduros hoy, y se den espacios democráticos de verdad en todos los medios oficiales y oficialistas que ostentan el título de plurales.

A mí no me importan los años pasados cuando tengo necesidad de servicios hoy, como al cirujano no le importa que antes no hayas tenido botox, ni al nutricionista que no hayas sido gordito, ni al peluquero que antes hayas tenido pelo.

lunes, 2 de mayo de 2011

No te viá decí que soy buenito

En estos días en los que está empezando el frío –ese que te achancha más de lo normal, y te empuja a la cama o al sofá con todo lo que necesitás alrededor para no levantarte –me hizo recordar un estudio realizado por varios especialistas, que concluyeron que los países con más frío son los más felices.

Finlandia terminó primero en varias ocasiones, también Noruega y Dinamarca, entre otros, que según comentan los especialistas ocupan su tiempo en buscar y realizar actividades de entretenimiento, trabajo en equipo, y largas sesiones de humor, para mantener el cuerpo caliente.

Cualquiera diría, a simple ojo de opinólogo, que por la forma de ser y su música los países del la Línea del Ecuador y entre los trópicos, principalmente los de América son los más felices, pero no. Dicen que no.

Dicen que somos plañideros, quejumbrosos, y que nuestra personalidad que demuestra disconformidad todo el tiempo hace que, aunque busquemos divertirnos en grandes parrandas, la alegría es solo ocasional.

Tienen razón, digo yo. Porque nosotros decimos que somos alegres y bullangueros, pero siempre tenemos algo para quejarnos. Eso me cuestionaba cuando escuchaba todo lo hermoso y grandioso que han sido estos años de gobierno renovador en la provincia, que el gobernador Closs contó sin querer durante la apertura de sesiones de diputados.

Decía yo, cómo nos vamos a quejar de las inversiones mientras oía todas las obras que hizo este gobierno, esas que el gordito contó sin querer –porque no e’ que él cuenta porque está en campaña, el cuenta no má para que la gente sepa –sí, esas que generan mano de obra para miles de misioneros, correntinos, paraguayos, bolivianos, peruanos, y seguramente algún que otro alegre finlandés, y le dan un respirito a las pobres empresas constructoras de siempre que nunca ligaron una obrita.

Además, nosotros los de Iguazú, que estamos más cerca de los felices brasileños, tendríamos que ponerle un poco más de onda, y no reclamar solamente. Fijémonos en la mitad del vaso lleno, de agua un poquito sucia, pero lleno al fin, como las inversiones millonarias en la participación de Cataratas en la elección de las nuevas siete maravillas del mundo –que no e’ que vamo’ a ganá, pero ya ganamo’ ya cuando salimo’ por Clarín y todo eso’ diario importante, que consiguieron lo’ encargado capo’ de la campaña. ¡No tenemo’ que sé tan plaguiento!

También, Closs contó sin querer, para no utilizar el estrado de la honorable cámara de diputados para hacer campaña, que va a crear un banco de proyectos para los municipios. ¡Eso’ e’ muy bueno, chamigo! ¡Uno no se puede ni sentá cuando epera en la munecepalidá! ¡No hay ningún banco como la gente!

Yo digo que debe ser nuestra mala onda la que no nos permitió ver la presencia del estado en todos los potreros, chacras, tambos, y chiqueros, ¡si e’ tan facil ve’ los animale’ por ahí! Había sido ello’ eran toda’ esa vaca flaaaca y lo’ chancho pirúuuu que hay angá por la campaña.

Quizás ahora con los anuncios –no e’ que fueron anuncio’, él dijo no má –perdón con lo que el señor gobernador dijo no más para informarnos lo que el gobierno va a encarar en los años siguientes, como la inversión que va a hacer para producir edulcorante para el mundo, creo que tenemos que ser un poco más positivos a la hora de quejarnos, y emular a los nórdicos. ¡Aaah yo no entendí eso de la estevia para hacé azúcar no sé qué! Yo pensé que Mauri decía este viá endulzá para la eleccione’… ¡qué pavo que soy!

miércoles, 27 de abril de 2011

Azardi

Cuando andaba pirueteando por los nueve o diez años, recuerdo que mi hermano mayor, Darío, saludaba de una manera muy peculiar al albañil que construía un muro perimetral –que nunca entendí –entre el terreno de mi casa y el negocio de mis tíos.

-Zaaardiii!! –saludaba mi hermano con voz cambiada a gruesa.

-Acá ‘tamooooo –respondía el albañil, con su imborrable sonrisa desdentada.

-¿Y River? –provocaba mi hermano, cuando sabía que el equipo gallina había perdido.

-‘Peculaaaaaannndoo no ma’ –reía don Azardi.

El diálogo podía repetirse durante el día varias veces, hasta tal punto que los que lo escuchábamos, además de saber cada letra de memoria, lo usábamos también riéndonos con don Azardi, que en nuestro barrio San Martín de Piray era muy conocido, y quizás en todo el pueblo también.

Era petiso, de panza cuadrada y piernas flacas, que le daban un aspecto de cucurucho. Su cara redonda de nariz pequeña sumaba a la simpatía de sus labios finos inflándose al hablar zezeado por haber perdido sus dientes superiores. Yo lo veía trabajar incansablemente en el muro que hoy ya no está, y en el tatakua de barro (horno en guaraní, para los anglo-galeses) de donde mi madre sacaba los mejores panes, sopas paraguayas, chipas guazú, y hasta algún que otro pirá o kuré.

Nunca supe el origen de don Azardi. Por su manera de hablar parecía muy misionero, quizás paraguayo, o medio correntino, pero nunca me olvido de las recomendaciones dadas por él mientras me decía que el vasito de plástico que siempre lo acompañaba tenía yogur, aunque el aroma me hacía saber aun a mi corta edad, que mi consejero era apegado a la caña.

-Vo’ tené que ‘peculá siempre, porque naide piensa en uno –me decía, sin darse cuenta que yo pensaba que ‘pecular tenía algo que ver con el traste y no lograba asimilar su consejo asociándolo a mi vida. Sin embargo, yo disfrutaba del folclore que me ofrecía don Azardi, sin saber tampoco sobre el valor de una charla con cualquier persona, por más cucurucho sin dientes que pareciera.

-Para todo hay que ‘peculá –seguía en otras oportunidades –pero siempre para laburá con honestidá y sin jodé a naide. Así me hablaba mientras subía constantemente su pantalón que insistía en quedarse abajo, por más que siempre estuviese atajado con el mismo cinto, y la camisa adentro. Claro que mucho tiempo después comprendí que ‘pecular era especular, y que don Azardi le respondía así a Darío porque decía que su equipo millonario que había perdido estaba especulando o esperando a que se dieran otros resultados.

Recuerdo que el tatakua lo usamos hasta que nos mudamos a Puerto Rico, y nunca sufrió ningún inconveniente, sino que por el contrario siempre recibía elogios por parte de todos los que nos visitaban; pero el muro no disfrutó de lo mismo, porque unos años después tambaleó y cayó, quizás por haberse excedido don Azardi en su ‘peculación de levantarlo sin las columnas de sostén necesarias… ¡qué casualidad, parecido a los frentes políticos que se construyen hoy!

viernes, 22 de abril de 2011

No puedo pintar mi cielo

Fiorella, mi hija de tres años, se levantó chinchuda de la siesta. Y justo me tocó quedarme con ella y su hermanita, Aymará, una tarde en la que por el clima obligatoriamente tenía la única opción de aguantarla, como pagando seguramente las chinchudeces que hice soportar a mis padres.

Todo le molestaba y para todo tenía una explicación. “No hagas ruido, papi, con esos lápices, me molestás”. “No hables fuerte con Aymará, me molesta”. Y para no chocar, la complacía en todo, hasta que se me ocurrió la buena idea de hacerle bromas e imitarla, hablando con ese tono plañidero, con fuerte acento nasal, que usaba ella para quejarse de por qué existía el aire.

“Bueno, pero no muestres tu bombacha”, la provoqué.

“No muestro mi bombacha, solo me muevo y la pollera también”, me fulminó.

Y así me dejó actuar un rato, observándome en silencio; luego le lanzó una mirada asesina a su hermana que reía ante mis payasadas, y sentenció: “No me quiero reír, no sos gracioso”.

Entonces decidí pedirle un beso cada vez que se quejaba por algo. “No quiero darte besos ahora, estoy pintando, ¿no ves?” Bueno, un abrazo. “No puedo darte abrazos, te dije que estoy ocupada pintando”.

No había caso. Tomé un hondo suspiro, preguntándome si yo había causado el mismo sentimiento en mis padres cuando me levantaba así de mis siestas, y decidí ignorarla por un rato, mientras aprovechaba la infinita simpatía de su hermana.

El problema fue que eso también le molestaba. “Papi, portáte bien, no juegues bruto con Aymará, ella es chiquita”, me retaba, por más que su hermanita reía a carcajadas. “No hagas ruidos fuertes, no me gusta”. Y aquí fue cuando le pregunté qué le pasaba, y por qué estaba así chinchuda. “No estoy chinchuda, sólo no puedo pintar mi cielo”, me respondió.

Ahí recién mi cabezota notó que ella batallaba desde hacía rato con un lápiz azul que no pintaba el cielo de ella en un libro de dibujos. Me acerqué, miré lo que ya había pintado, y le pregunté por qué no podía pintar su cielo. Me dijo que el color estaba bien, y que había que poner algo duro abajo –ella pintaba sobre la cama. Pusimos un libro de tapa dura debajo del dibujo. Tampoco solucionó el problema. Seguía chinchuda.

Rogando a Dios paciencia, observé el dibujo un buen tiempo, y luego le dije: “Me gusta tu cielo”. Ella me miró seria “¡No, es feo!”. Esperé otro rato, para ver si la paciencia que Dios me mandaba, venía en carreta desde Mozambique, y le dije: “Al ratón que está abajo también le gusta tu cielo, porque se está riendo contento, y el vio cómo vos pintabas”.

Pensó –Fiorella siempre se toma tiempo para pensar –y finalmente se sonrió dócil, para acomodarse apoyada en mí. Suspiré aliviado: no era que no podía terminar de pintar su cielo, era que no veía lo hermoso que ya lo había pintado.

miércoles, 20 de abril de 2011

Ñande jeyma la culpable!

Mirá vos. Resulta que la falta de combustible en Iguazú es en realidad porque nosotros consumimos mucho –nosotros, digo, usted y yo mi querido vecino –así concluyeron los concejales de Iguazú y los representantes de las cámaras e instituciones oficiales, en una reunión “para buscar la solución”.

No pudo más que causarme gracia y recordarme la justa e impecable frase que decía Ricardo Rodasvil, un periodista-locutor paraguayo cuando leía las noticias y las sesudas declaraciones de los políticos durante su programa radial, que yo escuchaba en el colectivo que me llevaba al trabajo todas las mañanas.

“Ñande jeyma la culpable” (nosotros otra vez somos los culpables), decía Ricardo, con ese tono paraguayo tan querido y simpático que, afortunadamente, cumplía con el concepto reír para no llorar, el único consuelo del trabajador común.

Pero, por si usted no sabía, no es que nuestros gobernantes no fueron ni son capaces de “darse cuenta” que hace años, muchos años, es necesario construir más destilerías en la Argentina, proveer más depósitos de combustible en las provincias, o encontrar la manera de promover la producción de combustibles alternativos, en realidad somos nosotros los que consumimos demasiado. ¡Qué bárbaro, que insensibles somos!

Pero, ¿cómo no te diste cuenta, chamigo? Tenemos que ser más solidarios, y no comprar tanto, pero sin olvidarnos de consumir de vez en cuando para que las estaciones de servicio que nos rogaban que le compremos combustible hace no mucho, no se queden sin su platita.

Y no sólo somos culpables de que falte combustible, sino también según nuestro gobernador, nosotros somos culpables de los infinitos cortes de luz y que no funcione el nuevo transformador que compró la provincia. ¡Cómo vamos a prender la luz!, ¡qué brutos que somos!

Aclaremos que no es que el gobierno de la Renovación que ya lleva casi dos décadas sabiendo sobre el problema energético y de enganchados de Iguazú no supo resolverlo, y cuando lo hizo con gran esfuerzo, trajo un transformadorcito, para proveer una mejor calidad de servicio a la población que creció –justo durante la gestión de la Renovación –en más del 60%.

¡No es eso, pavote! ¡No seas ignorante, chamigo! ¡¿Cómo vas a culpar al gobierno?! ¡Y menos engancharte en las zonas en donde te prometieron hace raaaaato que iban a llegar los cables! ¡El tema es que vos no tenés que enchufar tu heladera ni tu esplit, y menos tu nóubu, si total es para ver tu féibu no ma’!

Y con el agua también. No es que el gobierno está tardando más de lo previsto para entregar la obra, y que por más que no se pueda negar que la inversión está siendo hecha después de más de 50 años ¡en realidad, es que vos no tenés que bañarte tanto, che ra’a!, ¿para qué tomás tanta agua? Tenés que ser más cuidadoso del medio ambiente, ¡pasáte un trapo húmedo no más!

Pero tampoco te quejes porque el sistema de cloacas y saneamiento no se termina nunca, y que el cálculo por la población que conoce muy bien esta gestión provincial y nacional, que a cada rato mandan especialistas de todo tipo acá, van a tener que actualizar tan pronto entreguen la obra. ¡No es eso, pavo! Entendé de una vez por todas, ñandé jeyma la culpable, por eso dicen que tenemos que consumir menos, no vé que se llena rápido todo’ lo’ caño nuevo eso’, No e’ que el gobierno calculó mal, ¡vo’ cagá demasiado, chamigo!

viernes, 15 de abril de 2011

Ña Pau

Como tantas mujeres misioneras, mi abuela Ña Pau es una personita de figura robusta, un poco petisona, de piernas fuertes y pequeñas manos rudas que no olvido. Ella se llama Paublina Benítez, en realidad, pero en Piray la conocen todos por Ña Pau, como una abreviación de Doña Paublina, similar a “blog” para no decir “Weblog” o “fan” para no decir “fanatic” solo que éstas palabras son más famosas por no ser morochitas y de ojos marrones.

Ña Pau es la mamá de mamá, nació en algún lugar del Alto Paraná paraguayo y hoy tiene cerca de cien años. No me atrevo a decir exactamente su edad porque resulta que, como la mayoría de los que nacieron lejos de las urbes cultas e inteligentes, la fecha de su nacimiento dependía del que escribía en el registro de las personas y no del calendario.

A esta abuela cada uno de sus hijos, nietos y bisnietos le debemos instantes de simpatía continua por frases, como la de la abuela de mi amigo Joselo Cura, también de Piray: “vení a darle un beso a tu agüela”, cuando llegábamos a visitarla y nos olvidábamos de saludarla. O de las reflexiones a la hora de aconsejarnos como “y no vaya’ a decí nada, porque calavera con gusto no chilla”.

Claro que por más que nos arrancara carcajadas desde las vísceras con esas típicas salidas, cada uno de nosotros supo perdonar su castellano entreverado cuando con el tiempo nos fuimos enterando que allá por 1947 tuvo que hacer más de 400 kilómetros a lomo de burro un poco y en carretas estiradas por bueyes otro poco hasta Asunción, y con cinco gurises, mi madre de dos meses entre ellos; y como si eso fuera nada, asustada hasta el caracú porque se iba amenazada de muerte por ser esposa de un Liberal.

Y sí, resulta que su marido que ya había corrido –literalmente –hasta Caraguatay, Misiones, era afiliado al Partido Liberal Radical que en la revolución del ’47 se había levantado con los febreristas contra el gobierno Colorado, de donde saliera el dictador que gobernó Paraguay por 39 años, Alfredo Stroessner.

El abuelo, Anselmo Cristaldo, cayó en Misiones, Argentina no por ser la mejor opción política, porque él sabía que Perón había ayudado al dictador paraguayo a imponerse en el gobierno enviándole dos barcos con marinos para que lo defendieran, sino porque era “lo más cerca, cruzando el río” para que sus perseguidores no cumplieran con la amenaza de matarlo, después de violar a su mujer e hijas delante de él, como lo hicieron con varios amigos suyos. Quizás por eso la abuela no cree mucho “en eso’ drauma guaú que dice lo doctore’ que afecta para no trabajá”.

Porque con esas complicaciones encima, después de juntar un poco de plata trabajando en un yerbal y en los obrajes, el abuelo fue a Asunción a encontrarse con su familia sin saber si Ña Pau llegaría viva con sus cinco kunumi. Ahí la encontró como una leona cuidando a sus cachorros. Tomaron el tren a Encarnación, y desde allí remontaron el río en El Doradito hasta frente a Caraguatay para cruzar el Paraná en canoa.

Así empezó Ña Pau a vivir una nueva vida, en un país diferente, sin nada más que ropas para abrigarse un poco. Ahí, en una casita de madera sin muebles, amasaba el pan en el piso, que después horneaba en un tacurú que ella misma convirtió en horno rasguñando la tierra con sus manos. A los mitaí más grandes les mandó a “buscar latita’ por ahí” para usar de tazas, ollas, y bacines.

Organizó la vida del hogar con lo’ varone’ para salí a vendé pan entre los obrero’ y la’ mita kuña para atende’ la casa, hasta que el abuelo pudo encontrar un mejor trabajo en la plantación Flor de Liz en Eldorado, en donde pudieron tener su terreno propio. Desde ahí los hermanos mayores de mi madre, a veces con ella, venían a vender verduras y a hacer las compras hasta Puerto Piray, que ya crecía diferente con la fábrica papelera Celulosa Argentina. No había escarcha de frío ni sol reverberante que los detuviera, ni siquiera para tomarse unos minutos y cabezudea’ por ahí jugando a la bolita o al tico, apostando las moneditas ganadas para llevar más a casa. Había que comer.

Con el tiempo, por diferencias con el abuelo, Ña Pau se largó sola hasta Buenos Aires a buscar trabajo, cuando ella apenas conocía el asfalto y le revolvía las entrañas dejar a algunos de sus críos, que después vino a buscar uno por uno.

Allá aprendió de sopetón a tomar un colectivo, a que las casas tenían número, las calles nombres, y que la gente hablaba raro y no saludaba. Le tocó conocer y aprender –además de defenderse de asaltantes y sinvergüenzas –el frío penetrante en una villa de la Capital Federal, y cuando las manos le quedaban moradas mientras lavaba la ropa de los patrones trabajando de empleada doméstica.

A veces, cuando contaba sus peripecias, se le escapaba que “nunca tuvo miedo de Güenosaire’, lleno de gente ñe’embare’i” , mientras nosotros nos reíamos de su expresión y nos emocionábamos años más tarde entendiendo por qué nos retaba cuando decíamos que no podíamos hacer alguna cosa. “No hay que se’ kaigüé”, nos decía, “hay que se’ agradecido por los cosa’ que nos da el Señor”.

Ya en Piray, mucho después, el mismo hombre que la dejó ir cayó enfermo por un derrame cerebral que le dejó la mitad del cuerpo inválido, y Ña Pau volvió de Buenos Aires para cuidarlo con gran dedicación por más de 20 años hasta su muerte: quizás el ejemplo de perdón más grande que yo haya conocido en mi vida.

Hoy la casa de mi abuela ya no es donde actualmente Demetrio y Cristina tienen su despensa, ella hace mucho se mudó casi en frente de la casa de mis padres, sobre la calle Chacabuco del barrio San Martín, en donde falleció el abuelo. En esta casa, al igual que en la anterior, Ña Pau hizo una huerta que cuidó por mucho tiempo, picó leña, acarreó agua, arregló la casa, puso baño instalado, y todos los días recibía gente “projimo’ de Dio’ que hay que ayuda’”, como paraguayas vendedoras de productos naturales, que aprendí a respetar al reconocer en ellas la fuerza de mi abuela para levantarse a la madrugada en cualquier época del año, cruzar el Paraná en canoa, subir los barrancos del río cargadas de bolsas que ningún hombre puede soportar cargar por una cuadra, y caminar el día completo con ellas prefiriendo vender y no robar.

Así le cayó el siglo encima a Ña Pau, con “ese vilagra que le tiene todo hakú a lo’ hombre’ por ahí”, la tele que “solo reví desnudo mue’tra ahora” y la gurisada que anda “tekore’i endrogándose para no trabajá”.

Y sí, abuela, lamentablemente nosotros tenemos que seguir viviendo con todo eso encima. Afortunadamente, el Señor ya te está dando el descanso que merecés, ausentando tu mente de tanta porquería. Pero jamás se borrará de nuestras mentes tu vida, igual que las de tantas aguerridas misioneras, que han logrado criar a siete hijos, atender a un marido minusválido, ayudar a decenas de nietos, y asistir a infinidad de personas, sin saber qué es la inflación, ni qué partido político profesa el gobierno de turno, ni qué es el turismo, y ni siquiera Internet en donde tu nieto escribe “pavada no ma’ seguro” tratando de regalarte un insignificante homenaje.

martes, 12 de abril de 2011

Preventurismo

En estos últimos años en los que el país encontró –en Argentina se encuentra, no se planifica –cierta estabilidad económica, el turismo ha cobrado una importancia tal en Misiones que ha pasado a ser una de las principales actividades de desarrollo.

El gobernador Closs ha sabido dar continuidad a los proyectos de su antecesor, que fiel a su estilo de constructor, sólo atinaba a poner cemento por todos lados sin saber explicar para qué. Por fortuna, hoy, como al gordito le gusta hablar, y lo hace bien, sabemos de qué se trata todo el movimiento que se hacía en las 600 hectáreas de Iguazú y para qué sirve la inmensa cruz de Santa Ana, que se inaugura este viernes 15 y todos lo’ hierro’ eso’ que están poniendo allá en Irigoyen.

Por otra parte, también entendemos por qué y adónde se van los viajeros promocionales del turismo misionero, y qué significa hacerse conocer en el mundo de los viajantes, tema que en el gobierno del petiso teníamos que adivinar masomeno’ de qué se trataba.

Tal es el contento que gozamos, que en Iguazú el turismo no sólo es la vida de la ciudad, sino que vemos con gusto cómo se ha invertido, al igual que a lo largo de toda la provincia, en mejoras de vialidad, servicios de agua potable y cloacas, que hace años se esperaba. Y, quiera o no quiera reconocer la oposición, hasta en los pueblitos más chicos de Misiones se habla de turismo, y se ve gente rara sacando foto por ahí.

Sin embargo, por más contenta que se vea la gente, y se decida a limpiar un poquito el yerbal que tiene por si cae algún gringo platudo y quiere saber qué es el mate cocido, el gobierno y los dirigentes privados continúan con las pautas que le dicta nuestra idiosincrasia improvisadora.

“El huevo o la gallina”, me dijo una vez Closs, “cómo se sabe si tengo que invertir fuerte en la oferta si no genero demanda que me haga ganar primero y así invertir. Lo feo es tener los restaurantes vacíos, los hoteles sin nadie, no hay que tenerle miedo a la demanda”.

Y tiene razón el gordito –que ahora está un poco más delgadito, debe ser que se cuidó un poco más para las elecciones –pero debe saber también que por mucho tiempo nadie le tuvo miedo a la demanda, inclusive acá en Iguazú se atendía a los turistas con caminos de tierra, intransitables en épocas de lluvia, sin aire acondicionado porque la energía no daba abasto para todos, sin agua porque el servicio colapsaba, y con dos bancos, porque era eso lo que se tenía… en fin, igual que hoy. Y ese es justamente el inconveniente, porque no le tenemos miedo a la demanda, lo que no tenemos es agua, electricidad, y servicios, que siempre llegan detrás de la demanda.

Es decir, desde siempre tenemos que recibir a la visita con el baño chiquito, el agua de pozo, un lampiúm, o petromá, y tenemos que decirle que para la próxima visita ya vamo’ a tené lu’. Pero siguen viniendo, seguimos promocionando, y caen de a miles los visitantes, y nosotros tenemos que sali’ corriendo a pedi’ prestado alguna linterna y un ventilador para que no se mueran de calor porque no tenemo’ agua para hacé hielo.

Nos encantan los visitantes, amamos la demanda, decimos aleluya cuando vemos nuestros restaurantes y hoteles llenos de gringada y porteñaje kuera, pero cómo hacemos para conseguir que de una vez por todas se termine de construir, no sigamos agrandando la capacidad del transformador de EMSA que nunca se puso en marcha, y para que el agua venga con presión como dijeron que iba a salí de la canilla.

Porque ahora le toca a Santa Ana y a Irigoyen recibir a los que sacan fotos –que los técnicos que saben hablá le dicen demanda guaú –y entonces se van a dar cuenta que los de Iguazú no e’ que se quejan de balde, porque tienen de todo tipo de turismo, agroturismo, ecoturismo, aventurismo, pero reniegan tanto porque en realidad siempre les faltó preventurismo.