miércoles, 7 de septiembre de 2011

La gurisada y la política

Es común escuchar que a los adolescentes-jóvenes no les interesa la política. Lo dicen ellos mismos y los adultos lo reafirman acusándolos de desinteresados, indiferentes, vanos y superficiales.

Algunos, un poco más blandos, los excusan diciendo que por cómo está la política hoy no les puede interesar mucho. Otros, de esos que buscan culpables por todos lados, dicen que el desinterés de los chicos en realidad se basa en los malos ejemplos dados por los políticos. Hay también quienes gustan comparar con “antes” y dicen que la indiferencia juvenil es actual, y que “antes” no era así.

Diga quien lo diga es fácilmente notable que “hablar de política” no está en los primeros puestos del ranking de interés de los jóvenes. Ellos califican el tema como aburrido, complicado, sucio, abusivo, y dicen que la política está llena de ladrones y mentirosos. Y estos calificativos tan duros, disparados por la gurisada cada vez que alguien le habla del tema, hacen que pensemos en cómo sacan conclusiones de la política sin querer hablar y sin saber de ella.

De algún lado les llega información al respecto. De alguien escuchan sobre el tópico. Los simplistas hacen responsables directos a los medios de comunicación, mientras los complejos analizan un maraña social holística que cría en los jóvenes un anticuerpo contra la política a medida que crecen y se contaminan con su entorno.

Lo cierto es que aunque la ciencia, o el arte, que busca el bien común no interese a los jóvenes, éstos no pueden desligarse de ella. Cada vez que suena el despertador para ir a la escuela, deben entregar tareas, pagan el precio de las gaseosas, de la yerba para el tere, de las hojas para la carpeta, del pasaje del colectivo, se asustan por los secuestros, festejan el triunfo de algún partido de la selección de fútbol, y piensan en qué universidad estudiar, la política los rodea, los engulle, los digiere, los forma, los envuelve, les domina, y les atrapa en cuanto asunto a ellos se les ocurra tocar, aun cuando aseguren que no les guste hablar de “eso”.

Así al salir del cascarón escolar se sorprenden al notar que las políticas educacionales, económicas, deportivas, sociales, de transporte, de vivienda, de turismo, de consumo, y laborales, les acechaban desde que se levantaban para desayunar algún producto nacional o importado hasta cuando iban a bailar a algún boliche con happy hour.

Es así como llegan desnudos y desarmados a la edad de votar. Se arrastran hasta los cuartos oscuros –las mismas aulas en donde la política es una prohibición –y hacen ta-te-ti como en la prueba de elección múltiple de estudios sociales cuando le pedían que elijan de una lista de cuatro: Silvio Rodríguez, Ernesto Sábato, Charly García y Alberto Sileoni, para mostrar que sabían quién es el ministro de Educación nacional.

Eso es responsabilidad del estado (para no decir políticos), saltan rápido los adultos para excusarse ante la contundente realidad de que nunca hicieron al menos un intento para explicarle a la gurisada que ¡ellos mismos eligieron al estado!

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