miércoles, 17 de agosto de 2011

Clap, clap, ¡cuak!

Quizás sea simple coincidencia, pero es notable que durante el último periodo del gobierno de la provincia, teniendo a la doctora Sandra Giménez como vicegobernadora, la salud tuvo una atención especial en toda la provincia; mientras que en este nuevo periodo, que tendrá al docente Hugo Passalaqcua en la vicegobernación, la educación parece ser el eje principal de toda acción del gobierno provincial.

Los datos respecto de la salud en la provincia son comprobables con cualquier publicación o visita a los municipios, y no se pueden negar, aunque uno esté de acuerdo o no con el tipo de acciones llevadas a cabo.

En la gestión que termina este próximo diciembre se han visto claramente que se inauguraron varios hospitales en la provincia, se proveyó capacitación pre-hospitalaria y emergencias, se incrementó la instalación de centros de atención primaria de la salud en barrios periféricos de los municipios para descentralizar la atención de los hospitales, se proveyeron cursos, capacitaciones y charlas sobre enfermedades endémicas y tratamientos especiales, y se formaron agentes sanitarios desde choferes de ambulancia, bomberos, enfermeras, agentes de limpieza y médicos especializados, se creó el sistema Hogar de Día en Posadas que ya tiene su símil en Oberá, y se aprobó la licitación para uno en Iguazú; y aquí también se construye el nuevo edificio del hospital Marta Shwarz, y se refacciona el antiguo.

Además se fortaleció y apoyó la formación de enfermeros y todo tipo de agentes sanitarios, se buscó y busca nuevos profesionales misioneros y de otras provincias para suplir la enorme necesidad de médicos; se adquirieron equipos nuevos en varios hospitales, y en el caso de Iguazú un tomógrafo computarizado, entre otros, que eran de una deuda de larga data. En fin, todas acciones que suplieron a este enfoque hacia la salud en el último periodo de gobierno provincial.

Y si bien la educación también tuvo su atención durante el último periodo de gobierno, se puede afirmar que las acciones se limitaron a la construcción –casi desesperada –de escuelas, y a la implementación de programas “bajados” de la nación. Acciones que, obviamente, son aceptables y válidas.

Sin embargo, después de la contundente victoria en las elecciones, con el docente Passalaqcua como próximo vicegobernador, y sobre el inicio casi de las sesiones de la legislatura, la educación tomó el rol protagónico: se presentó la “nueva” ley de educación, se intervino el Consejo General de Educación (CGE), y se destinó un 25% más al presupuesto del ministerio.

Pero las acciones siguen. Se abrieron debates sobre las jornadas escolares y otros detalles del proyecto, se “descubrieron” cargos fantasmas de docentes, por los que el presidente del consejo Fernando Dasso tuvo que dar explicaciones; se enfrentó al sector gremial “que se queja y no trabaja”, y hasta se habilitó un correo electrónico para que se denuncien irregularidades en el CGE, que también manejará un incremento de 32% en su presupuesto.

Ante semejante exposición sobre lo llevado a cabo en la salud anteriormente y en la educación ahora, y sin importar quién esté en la vicegobernación, no se debe ser tan obtuso para reconocer que eran y son acciones necesarias y buenas decisiones; pero a la misma vez se debe ser lo suficientemente perspicaz para no pararse y aplaudir a los funcionarios y políticos que nos quieren hacer creer que esto es algo extraordinario, jamás visto en el mundo, que va más allá del esfuerzo humano, olvidándose que en realidad sólo están cumpliendo las funciones del trabajo por el que todos los misioneros les pagamos.

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