sábado, 13 de febrero de 2010

Gracias gordito


En un momento dado, cuando el día parece terminar con el mundo, este gordito hawaiano, Israel Bruddah Iz Kamakawiwo’ole (1959-1997), me hizo soñar con los sueños que una vez soñé, y me hizo recordar que todo lo que me atreví a soñar algún día se hizo realidad, y lo que hoy sueño, también lo será.
Gracias, gordito. Te veo en aquel lugar, allá sobre el arco iris, en donde no hay edad, ni tiempo, y la apariencia de morocho obeso, y negro pelado, no interesan, porque más valen la suave voz y los simples acordes del amor.

Que disfruten: http://www.youtube.com/watch?v=0ltAGuuru7Q

Somewhere over the rainbow

Somewhere over the rainbowWay up high
And the dreams that you dreamed of
Once in a lullaby I
Somewhere over the rainbowBlue birds fly
And the dreams that you dreamed of
Dreams really do come true ooh ooooh
Someday I'll wish upon a star
Wake up where the clouds are far behind me ee ee eeh
Where trouble melts like lemon drops
High above the chimney tops thats where you'll find me oh
Somewhere over the rainbow bluebirds fly
And the dream that you dare to,why, oh why can't I? I

En algún lugar sobre el arco iris

En algún lugar sobre el arco iris
Allá en lo alto
Y los sueños que alguna vez soñaste
Con una suave canción
En algún lugar sobre el arco iris
Vuelan pájaros azules
Y también los sueños que soñaste
Los sueños sí se hacen realidad
Quiero despertar algún día que sobre una estrella
Donde las nubes estén muy lejos detrás de mí
Donde los problemas se disuelven como gotas de limón
Muy alto, más allá de los topes de las chimeneas, me vas a encontrar
En algún lugar sobre el arco iris, donde vuelan pájaros azules
Como los sueños que alguna vez te atreviste a soñar, ¿por qué no?, ¿por qué no podría yo?

domingo, 7 de febrero de 2010

Otras Cataratas


En todo este incomparable planeta azul, por su 70 por ciento de agua, existen miles de cataratas que suenan trayendo historias de corriente arriba, y generan en todas la superficies que tocan moldes distintos, a veces causando destrozos, otras inundando, y en ocasiones causando pánico. Yo prefiero quedarme con esta voz, de estas cataratas, que me enseñaron que con las caricias se moldea mejor, aunque por momentos duelan.
Es así como decido comparar de qué manera suelen contarse las historias, los cuentos, la información.
“Como el agua –un día me dijo mi abuelo –que es la piedra más blanda, cualquiera puede elegir como moldear la roca”. Era muy chico para entender la reflexión, pero por suerte nunca la olvidé, quizás porque la única virtud que me regaló Dios es la memoria, y tampoco es tan buena que digamos. Sin embargo, el recuerdo alcanzó para que las palabras de ese paraguayo medio guaraní medio criollo me retumbaran una y otra vez, hasta que un día me encontró pensando en ella en el balcón del Mbiguá, del circuito superior del Área Cataratas.
Allí creo haber entendido, al mirar apoyado en las barandas que dan hacia las rocas antes que el líquido se desplome, que el agua puede ser la mano más suave de un artista pacientemente enamorado, que da forma a su arte en la dura roca hasta que a la vista aparezcan sus rasgos delicados sin asperezas, sin puntas agresivas, con sólo finas curvas que hacen olvidar el peligro y llaman a la sensualidad. Y a la vez, fuera de control, la misma agua, puede transformarse en un violento agresor que solo destruye a su paso, trayendo oscuros sedimentos arrancados sin consideración de inocentes islas, bordes, riberas, costas, árboles, y almas, que antes soñaban con el tierno paso de agua clara.
De la misma manera ocurre en nuestra vida cuando nos toca elegir qué tipo de agua ser: la del artista enamorado o la del violento agresor. Es por eso que a la hora de contar historias, cuentos, información, datos, o simples anécdotas, debemos recordar que dependiendo de qué manera desplacemos nuestra agua hecha palabras en nuestra voz, vamos a lograr como resultado una obra de arte o un terrible desastre. Y esto no significa disfrazar o no las verdades, porque eso sería cambiar de líquido, es con la misma agua que se llega a las caricias o a los golpes, todo depende del que decide cómo usarla.
Así también nosotros resolvemos qué cataratas entre las miles que hay en el mundo queremos seguir, preferir, ver, escuchar, o leer, porque al fin y al cabo terminamos siendo lo que consumimos, y a lo que más tiempo dedicamos le debemos luego nuestra forma de ser.
Yo, aunque tenga mucho que aprender de la roca más blanda, y habiendo vivido y experimentado la propia tierra de las cataratas, prefiero quedarme con esta voz, de estas cataratas, que me enseñaron que con las caricias se moldea mejor, aunque por momentos duelan.