viernes, 20 de diciembre de 2013

¡Ojalá saqueen todo en estas fiestas!

Para combatir esa maldita injusticia entre los que tienen mucho y los que no tienen nada; para hacer sentir la verdadera necesidad de aquellos que siguen esperando las soluciones prometidas; para dejar de mirar de lejos las transmisiones de la lucha sintiéndonos jueces de nuestros prójimos.

¡Ojalá saqueen todo!

Para que dejemos de repetir las opiniones de quienes deciden en qué hacernos pensar todos los días; para que empecemos a razonar con criterio propio sin esperar influencias y presiones; para que los dirigentes y empresarios dejen de hablar de problemas económicos desde sillones dorados y panzas llenas.

¡Ojalá saqueen todo!

 Para que los jóvenes observen cómo los adultos buscamos responsabilidad en el resto, mientras les enseñamos a hacerse responsables por sus actos; para que de una vez notemos que nada tienen que ver las leyes y el gobierno de turno con las actitudes explotadoras de los progresistas hipócritas y trabajadores irresponsables.

¡Ojalá todos nos transformemos en saqueadores!

¡Para entrar sin permiso al lugar más privado que pueda tener un ser humano y saquear todo! Para animarnos a robar públicamente lo que robamos en privado y con pocos testigos; para lanzarnos a arrebatar con las mismas energías que utilizamos para juzgar; para atrevernos a salir saquear de los corazones todo odio y rencor, toda culpa y tristeza, toda ira y desamor, toda necesidad e incomprensión.

¡Ojalá saqueemos todo!

Para olvidarnos un momento de las teclas y las pantallas, y volvamos a las caricias y a las miradas; para que apaguemos las señales televisivas y corramos al abrazo de quien nos necesita; para que las redes ya no sean redes sino hilos de paz.




lunes, 9 de diciembre de 2013

Me tocó vivir

Me toca vivir en estos estupendos años de vertiginosa modernidad e increíble ignorancia.

Me toca ver cómo, aun en los corazones más tranquilos, quieren acelerar la vida.

Me tocó recibir información en gotitas de tinta condicionadas y me toca hoy hundirme en correntadas de letras con información inútil.

Me tocó dar vuelta el palo de la antena para que la única señal se vea mejor y hoy me toca apagar el televisor, cansado de tantas señales basura.

Me toca ver dos bandos, dos colores, dos posturas, y a los señores que dicen de qué lado están algunos y en cuál deberían estar otros.

Me toca un país con una gran mayoría persuadida junto a minorías complacidas, ambos pidiendo a gritos la tolerancia sin tolerar a quien piensa de manera alternativa.

Me tocan años en los que las charlas dependen de los canales de entretenimiento, mientras se repiten en las radios, y las redes enredan los pensamientos.

Me tocaron días en los que muy pocos publicaban poco porque pocos llegaban a entender mucho y me tocan días en los en que muchos publican demasiado porque muchos entienden muy poco.

Me tocó vivir esta era en la que aparecen cada vez más sofisticadas, rápidas, y eficientes herramientas para hablarnos, que solo sirven para mostrarnos cuán elemental, lenta, y deficientemente nos comunicamos.

Me tocó vivir una intensa compañía en años de escasa conectividad y me tocan vivir días enteros conectado en completa soledad.

Me tocó  aprender que el silencio no es una pérdida de tiempo y que la palabra puede acariciar el alma, y me toca comprobar cuánto tiempo se pierde hablando del silencio y la calma.

Me tocaron días en los que la sociedad buscaba en libros sus puntos de vista, y hoy me toca ver naciones enteras dominadas por productoras y publicistas.

Me tocó ver a padres ignorantes criar hijos tan educados, y hoy me toca ver hijos carentes con padres tan ilustrados.

Me toca vivir la desaparición del aplauso, el motor del alma de los pequeños y grandes artistas, hasta lo veo agonizar, es que el público está ocupado mirándolos a través del celular.

Me tocó hablar cuando no se hablaba y reaccionar desencajado, y hoy me toca callar por estar casi siempre equivocado.


Me tocó perseguir pensamientos, comparar opiniones, recorrí las lágrimas, amé la risa, y me carcomió el rencor, para decir que lo único que permanece es el amor.