miércoles, 27 de abril de 2011

Azardi

Cuando andaba pirueteando por los nueve o diez años, recuerdo que mi hermano mayor, Darío, saludaba de una manera muy peculiar al albañil que construía un muro perimetral –que nunca entendí –entre el terreno de mi casa y el negocio de mis tíos.

-Zaaardiii!! –saludaba mi hermano con voz cambiada a gruesa.

-Acá ‘tamooooo –respondía el albañil, con su imborrable sonrisa desdentada.

-¿Y River? –provocaba mi hermano, cuando sabía que el equipo gallina había perdido.

-‘Peculaaaaaannndoo no ma’ –reía don Azardi.

El diálogo podía repetirse durante el día varias veces, hasta tal punto que los que lo escuchábamos, además de saber cada letra de memoria, lo usábamos también riéndonos con don Azardi, que en nuestro barrio San Martín de Piray era muy conocido, y quizás en todo el pueblo también.

Era petiso, de panza cuadrada y piernas flacas, que le daban un aspecto de cucurucho. Su cara redonda de nariz pequeña sumaba a la simpatía de sus labios finos inflándose al hablar zezeado por haber perdido sus dientes superiores. Yo lo veía trabajar incansablemente en el muro que hoy ya no está, y en el tatakua de barro (horno en guaraní, para los anglo-galeses) de donde mi madre sacaba los mejores panes, sopas paraguayas, chipas guazú, y hasta algún que otro pirá o kuré.

Nunca supe el origen de don Azardi. Por su manera de hablar parecía muy misionero, quizás paraguayo, o medio correntino, pero nunca me olvido de las recomendaciones dadas por él mientras me decía que el vasito de plástico que siempre lo acompañaba tenía yogur, aunque el aroma me hacía saber aun a mi corta edad, que mi consejero era apegado a la caña.

-Vo’ tené que ‘peculá siempre, porque naide piensa en uno –me decía, sin darse cuenta que yo pensaba que ‘pecular tenía algo que ver con el traste y no lograba asimilar su consejo asociándolo a mi vida. Sin embargo, yo disfrutaba del folclore que me ofrecía don Azardi, sin saber tampoco sobre el valor de una charla con cualquier persona, por más cucurucho sin dientes que pareciera.

-Para todo hay que ‘peculá –seguía en otras oportunidades –pero siempre para laburá con honestidá y sin jodé a naide. Así me hablaba mientras subía constantemente su pantalón que insistía en quedarse abajo, por más que siempre estuviese atajado con el mismo cinto, y la camisa adentro. Claro que mucho tiempo después comprendí que ‘pecular era especular, y que don Azardi le respondía así a Darío porque decía que su equipo millonario que había perdido estaba especulando o esperando a que se dieran otros resultados.

Recuerdo que el tatakua lo usamos hasta que nos mudamos a Puerto Rico, y nunca sufrió ningún inconveniente, sino que por el contrario siempre recibía elogios por parte de todos los que nos visitaban; pero el muro no disfrutó de lo mismo, porque unos años después tambaleó y cayó, quizás por haberse excedido don Azardi en su ‘peculación de levantarlo sin las columnas de sostén necesarias… ¡qué casualidad, parecido a los frentes políticos que se construyen hoy!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Huguito:
yo conocí a don Azardi era el albañil del barrio, si preguntas te vas a enterar que no le importaba si le pagaban el precio que pedía por su trabajo, se conformaba con que le dieran para comer, y así muchos abusaron del pobre hombre, mi casa la construyó el, y si te cuento que le gustaba el picolé y le dábamos escondido de Cristy te das cuenta quien soy

Anónimo dijo...

Ahhhh!!!!
Te conocés a muchos personajes de Piray escribinos algo de nuestro pueblo, hacenos un libro porfaaa!!! Hugo: hay tanto que decir del pueblito dale andá pensando, ""sos un genio y eso te compromete con nosotros"" a don Azardi le relaciono con Felipe Lopez, andaban siempre juntos.

Anónimo dijo...

Me huele a un genio saliendo de su cascarón... de Piray tenias que ser!! que capo! tenes que regalarnos un libro en serio!

Cronicas de la Tierra sin Mal dijo...

Hugo...tus historias huelen a pueblo, reflejan vivencias... Y estos héroes anónimos grafican la cotidianeidad que con tu prosa siempre nos envuelves y nos trasladas a ese mundo tan particular que en las letras latinoamericanas ha sido llamado "realismo mágico"...Sigue en el caleidoscopio de historias que emocionan y nos trasladan a tan gratos recuerdos.
Felicitaciones!

Ale López dijo...

Sí era así y es muy simpático el estilo. Desde temprano ya andaba con su vasito de plástico el viejo.