martes, 12 de abril de 2011

Preventurismo

En estos últimos años en los que el país encontró –en Argentina se encuentra, no se planifica –cierta estabilidad económica, el turismo ha cobrado una importancia tal en Misiones que ha pasado a ser una de las principales actividades de desarrollo.

El gobernador Closs ha sabido dar continuidad a los proyectos de su antecesor, que fiel a su estilo de constructor, sólo atinaba a poner cemento por todos lados sin saber explicar para qué. Por fortuna, hoy, como al gordito le gusta hablar, y lo hace bien, sabemos de qué se trata todo el movimiento que se hacía en las 600 hectáreas de Iguazú y para qué sirve la inmensa cruz de Santa Ana, que se inaugura este viernes 15 y todos lo’ hierro’ eso’ que están poniendo allá en Irigoyen.

Por otra parte, también entendemos por qué y adónde se van los viajeros promocionales del turismo misionero, y qué significa hacerse conocer en el mundo de los viajantes, tema que en el gobierno del petiso teníamos que adivinar masomeno’ de qué se trataba.

Tal es el contento que gozamos, que en Iguazú el turismo no sólo es la vida de la ciudad, sino que vemos con gusto cómo se ha invertido, al igual que a lo largo de toda la provincia, en mejoras de vialidad, servicios de agua potable y cloacas, que hace años se esperaba. Y, quiera o no quiera reconocer la oposición, hasta en los pueblitos más chicos de Misiones se habla de turismo, y se ve gente rara sacando foto por ahí.

Sin embargo, por más contenta que se vea la gente, y se decida a limpiar un poquito el yerbal que tiene por si cae algún gringo platudo y quiere saber qué es el mate cocido, el gobierno y los dirigentes privados continúan con las pautas que le dicta nuestra idiosincrasia improvisadora.

“El huevo o la gallina”, me dijo una vez Closs, “cómo se sabe si tengo que invertir fuerte en la oferta si no genero demanda que me haga ganar primero y así invertir. Lo feo es tener los restaurantes vacíos, los hoteles sin nadie, no hay que tenerle miedo a la demanda”.

Y tiene razón el gordito –que ahora está un poco más delgadito, debe ser que se cuidó un poco más para las elecciones –pero debe saber también que por mucho tiempo nadie le tuvo miedo a la demanda, inclusive acá en Iguazú se atendía a los turistas con caminos de tierra, intransitables en épocas de lluvia, sin aire acondicionado porque la energía no daba abasto para todos, sin agua porque el servicio colapsaba, y con dos bancos, porque era eso lo que se tenía… en fin, igual que hoy. Y ese es justamente el inconveniente, porque no le tenemos miedo a la demanda, lo que no tenemos es agua, electricidad, y servicios, que siempre llegan detrás de la demanda.

Es decir, desde siempre tenemos que recibir a la visita con el baño chiquito, el agua de pozo, un lampiúm, o petromá, y tenemos que decirle que para la próxima visita ya vamo’ a tené lu’. Pero siguen viniendo, seguimos promocionando, y caen de a miles los visitantes, y nosotros tenemos que sali’ corriendo a pedi’ prestado alguna linterna y un ventilador para que no se mueran de calor porque no tenemo’ agua para hacé hielo.

Nos encantan los visitantes, amamos la demanda, decimos aleluya cuando vemos nuestros restaurantes y hoteles llenos de gringada y porteñaje kuera, pero cómo hacemos para conseguir que de una vez por todas se termine de construir, no sigamos agrandando la capacidad del transformador de EMSA que nunca se puso en marcha, y para que el agua venga con presión como dijeron que iba a salí de la canilla.

Porque ahora le toca a Santa Ana y a Irigoyen recibir a los que sacan fotos –que los técnicos que saben hablá le dicen demanda guaú –y entonces se van a dar cuenta que los de Iguazú no e’ que se quejan de balde, porque tienen de todo tipo de turismo, agroturismo, ecoturismo, aventurismo, pero reniegan tanto porque en realidad siempre les faltó preventurismo.

1 comentario:

Tu vecina dijo...

Huguito sos un capo, muchos nos damos cuenta de esto que nos está pasando pero solo vos sabes transmitir