viernes, 3 de febrero de 2012

Para la foto


Desde pequeño miraba las diferentes poses de las autoridades políticas y personajes afines “para la foto” de inauguración, de apertura, de comienzo de temporada, de lanzamientos de proyectos, de inicio de obras… y, confieso, me gustaba la correría urgente de fotógrafos para obtener la toma que parecía ser exclusivísima y por la cual eran justificados los golpes, empujones, tropezones, codazos, y caídas.

Tanto era así que, en ocasiones, el show más apreciado era la lucha por la obtención de la foto y no tanto los personajes farandulescos, que también disfrutaban del espectáculo de piñas y flashes. Recuerdo que los reporteros, en su afán por lograr una miradita de los fotografiados, gritaban:

¡¡Gobernador, acá, acá!!

¡¡Intendente, acá, acá!!

¡¡Presidente, acá, mire acá, ahora acá!!

Y algunos de los que observábamos queríamos, en nuestra inocencia, formar parte más bien de los camarógrafos luchadores que de los personajes, porque éstos una vez que terminaban de posar con sonrisas de maniquíes, se retiraban a seguir admirándose entre ellos, mientras los gladiadores de cámaras, transpirando, buscaban un lugar en donde apoyarse para descansar del peso de sus armas, y prender un cigarrillo para esconderse detrás del humo, entrecerrando los ojos, al mejor estilo John Wayne o publicidad de Marlboro.

Pero, con el paso del tiempo, como sucede con prácticamente todas las ilusiones infantiles, mi deseo de ingresar al mundo de gladiadores gráficos se vio frustrado ante la realidad, que decidió mostrarme con un chipaí que las tomas por las que los soldados de cámaras tanto batallaban, salían riéndose con las mismas caretas de muñecos de piedra, y con las mismas poses de modelos de inauguración, en todas las tapas de los diarios que veía en los kioskos.

Lo más triste, y desilusionante, sin embargo, fue que la modernidad con toda su informática y digitalización, no logró mantener esas imágenes de soldados rudos con pesados armatostes gritando con vozarrón grueso, peleando robustos por una toma de los personajes de turno, sino que las transformó a escuálidos cuerpecillos sosteniendo las mínimas cámaras, vociferando finamente otros tipos de nombres:

¡¡Amadito, Amadito, aquí, aquí!!

¡¡Ricky, acá, acá, pliiiisssss!!

¡¡Mauri, Mauri, acá, acá por fa, daalee!!

Todo, con una lucha un poco más educada que las de antaño cuando éramos bárbaros. Los codazos son seguidos de un “sory, estoy trabajando como vos”; los empujones son más suaves y los anticipa un “vamos, vamos, plis”; el humo del cigarrillo no sale de la boca de un rudo vaquero sino es expulsado con finura de labios delicadamente en "u"; y los choques generalmente son seguidos de una explicación estilo vedettes de verano, para que los muñecos salgan en todos los diarios de papel y digitales con la misma sonrisa de piedra, y la pose de inauguración que hará creer a los que vean la foto años más adelante, que los políticos realmente se arremangaban para palear, carpir, y juntar cacharros con los peones.

2 comentarios:

Pablo Longo dijo...

Me reí mucho con el artículo por que lo que decís lo vivo todos los días. Eso si, correcciones que debo hacer por estar en la profesión, las cámaras son bastante pesadas! La mía pesa más de 1 ½ Kg., los codazos siguen y las peleas se dan bastante, depende el fotógrafo al que le cag… la foto, si te disculpa o te manda a la con… de la lora. Recuerdo en la última FIT como uno le dio un coscorrón a otro por que se levanto justo cuando tiro la foto, casi se van a las manos, y la foto no creo que se considere por la exclusividad, sino por que hay que tenerla, es lo que el fotógrafo vende, la foto que él saca. También existen diferencias entre los fotógrafos que hacen la prensa institucional y los que trabajan freelance, creo que los que vos recordás al estilo John Wayne son los freelance, aquellos que por la foto son capaces de evadir a la seguridad y entrar por otro lado para tener esa foto que nadie va a tener, y los que son sacados a los empujones cuando son detectados. La última edición de Iguazú en Concierto me enojé con el encargado de seguridad del Sheraton, por que pedí permiso para subir a la terraza donde estaba toda la prensa oficial de la provincia y la nacional y no me dejaron, por lo que subí por la escalera de emergencias que está al costado (sabés como me sacaron, no?). Lamentablemente en Iguazú son más las veces que la atención de la foto la tienen los políticos, pero de vez en cuando aparece la oportunidad para demostrar por que una imagen vale más que mil palabras, y para ser sinceros, esas ocasiones generalmente están relacionadas con tragedias o con hechos que nos hubieran gustado no tener la oportunidad de fotografiarlos. Días atrás leía un artículo de una conocida corresponsal de guerra que trabajó para el New York Time y comentaba que dejó la profesión cuando estando como corresponsal en Afganistán se enojó por que 20 minutos después de que abandonaran una ciudad en conflicto, volaron un edificio y dejaron más de 50 muertos, cuando reflexionó que su ambición por tener la mejor foto la había llevado a estar triste por no haber fotografiado la muerte de más de 50 personas (cosa que en ese momento tomó como secundaria), decidió dejar la fotografía de guerra… para pensarlo, no? Saludos!

Anónimo dijo...

si es asi,creen que sacarse una foto con tal o cual politico le generara algo de aura,del personaje a ser retratado,para que,si ni sabe quien sos ,y tampoco creo que genera puertas abiertas,capaz para algun politico si,lobby con la mentada fotito,pero para nada encima se le hace propaganda gratis ,por eso se sacan fotos ellos no dan fotitos,perdon, puntadas sin hilo.