sábado, 19 de julio de 2008

El ocurrente


No sé, digo, se me ocurre que Don José le habrá dicho algo de esto a Andresito. Aquél era siempre tan previsor, que hasta prefirió retirarse al Paraguay a disfrutar sus días de jubilado y morir tranquilo siendo el Karai Marangatu, sabiendo que si se quedaba iba a sufrir más de lo que ya sufría la indiferencia de los supuestos patriotas de este lado del Paraná. Por eso supongo que algo le habrá dicho a Andresito, sobre estas tierras de las misiones. Es que de otra manera resulta difícil creer que éste luchara sólo por propia convicción y visión turística-económica. ¿Quién puede asegurar que no conoció las cataratas y que no apoyó el emprendimiento misionero, asegurando para sus herederos la concesión de servicios en tan lucrativos recursos? Yo creo que Don José tuvo algo que ver. Tengo la mala espina que ese viejo zorro lo tenía todo planificado y se eligió un mestizo a quién regaló su apellido y delegó poderes, para que aprovechara lucrar, bien tapado, y mandarle lo que ganaba vía Río Paraguay sin que nadie se enterara. Total él podía decir que el ya casi autónomo gobierno paraguayo lo mantenía por haber defendido a estas tierras olvidadas por los malditos ganaderos del Río de la Plata. Me parece que sí, porque de la misma manera, es casi imposible pensar que hoy existan tan inteligentes y emprendedores empresarios que buscan el bien de nuestra sociedad por suspicacia y convicción propia. De alguien tuvieron que haber aprendido. Si no, ¿entonces por qué tanta coincidencia? Don José vió todo con muchos años de antelación y escribió con su vida el manual que hoy siguen sus pupilos, quienes de alguna manera u otra se encargaron de ir agregándole una lección más acorde a lo que vivían año tras año. En aquellos años era difícil llegar a los bancos suizos o a las Islas Caimán, pero como ahora, se encontraban soldados tan leales, quienes eran capaces de arriesgar su vida para entregar la fortuna que cargaban por leguas sobre sus lomos, sin siquiera imaginar el pecado de revisar lo que llevaban. Entonces, para qué quedarse y arriesgar el cuero entre unos cuantos idiotas que lo único que querían era repartirse entre ellos sus vacas y la torta de las aduanas portuarias. Era mucho más saludable hacer un lindo discurso de despedida para la banda de oriente, y retirarse a tomar tereré a más de mil kilómetros, después de haber iniciado el incendio de la tan deseada independencia. Los que se quedaban seguramente seguirían peleando para ser libres y lograr un puestito en las oficinescas del nuevo estado. Pero, para cuando eso ocurriera, los años le complicarían la existencia a Don José y jamás disfrutaría del merecido sosiego. Así es totalmente comprensible que haya elegido lo que eligió: un retiro reposado para dictar sus cartas nostálgicas y sus máximas de glorioso soldado cansado, que adornarían los cómicos manuales escolares y los patéticos discursos políticos de estos días. Obviamente con mucha diplomacia e incluyendo a todos en sus objetivos personales, el mismo Andresito utilizó sus palabras para arengar a su pobre ejército valiente, porque sabía que con ellas lograría motivarlo a matar a sus hermanos brasileros que querían adueñarse de su herencia. Curiosamente no lo logró, como lo lograron años más tarde estos líderes de hoy sin batallas y a pura firma. Mil disculpas Don José, es que hoy, sinceramente, nos enseñan a pensar en estas ocurrencias, lo cual es muy complicado entender e interpretar con nuestra mente tan limitada llena de preocupaciones tontas, como la educación de nuestras familias y su comida diaria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como artiguista creí que era un insulto pero la verdad me dejó mudo López, es así los lideres de hoy no tienen nada que ver con los de antes, muy bueno!