sábado, 9 de agosto de 2008

El tiempo presente


El presente ya pasó, y volvió a pasar mientras decíamos que pasó. Es un tiempo que no existe, se atrevieron a decir algunos, y otros dicen que es el mejor tiempo que existe. Es quizás como un río, o como un segmento de un río. Fluye continuamente. No se detiene. No espera. Vivir en el presente es vivir prácticamente en el futuro. Es adelantarse más de lo que pensamos que podemos adelantarnos. Mientras ocurre el ahora nos perdemos pensando en los minutos, horas, días, semanas, meses y años que vienen. El ahora no existe. Ya pasó. Al menos que nosotros vayamos con él, sintamos con él, vibremos con él.
Es así que el agua que pusimos a calentar para el mate hace escasos minutos, es simplemente un recuerdo que no nos dejará tranquilos para no dejar que el agua hierva, mientras nos dedicamos a vivir en el futuro: ¿le gustará el yuyo que le pienso poner?, ¿y si no le gusta?, ¿y si me sale mal?, ¿y si no viene más?, ¿y si dice por ahí que no sé hacer ni siquiera un mate?, y el agua se calienta, se pasa, hierve, tenemos que agregarle agua fría, no es lo mismo, y la preocupación pasa a ser algo del presente, que ya pasó, y ahora nos toca pensar en las consecuencias del futuro, cuando ni siquiera tuvimos la oportunidad de sentir el sabor del primer mate. Eso no es vivir. Eso es sufrir sin vivir.
El paraguas lo llevamos en realidad porque está nublado, no porque está lloviendo. La lluvia nunca es consecuencia del paraguas. Porque si fuese así, entonces cada vez que quisiéramos que llueva, nos pondríamos de acuerdo entre unos cuantos para salir con paraguas y mover los sempiternos cielos que para que manden una lluvia. Es por eso que rabiamos cuando la lluvia nos encuentra sin paraguas, y nos olvidamos de disfrutarla mientras cae.
Entonces, quizás sea mejor que fijemos los ojos en los ojos de ella, para disfrutar del vértigo que causa en nuestras venas mientras nos sonríe, y no pensar en un posible beso futuro que aún no está, y que cuando llegue seguramente nos hará disfrutar del amor en su momento.
La brisa tiene tantas caricias que no disfrutamos por estar preocupados en que debemos volvernos a peinar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

al hijo de un ciudadano modesto le pasó aquello de " sufrir sin vivir"el padre le muestra a la esposa un billete de loteria y le dice:si acertamos compraremos un campo y tendremos vacas- el hijito opina: y terneros,¡que lindo para domarlos!!-el padre enojado le da una cachetada al sorprendido hijo y le dice : yo te voy a dar domar terneros!!!! churrinche