sábado, 13 de septiembre de 2008

Bueno vs. Mejor


Alguna vez escuché decir que lo mejor siempre es el peor enemigo de lo bueno. Y me costó entenderlo la primera vez. Nunca había pensado que esos dos conceptos podrían ser enemigos. Al contrario, pensaba que eran lo mismo. Pero a medida que pasaba el tiempo fui comprendiendo de a poco, y quizás hoy no lo entienda a cabalidad, pero pude corroborar que en muchos casos que es así: son enemigos y de los peores. Es tan evidente en ciertas circunstancias, que es ahí cuando menos nos percatamos que estamos haciendo que estos enemigos se vuelvan más enemigos. Elegimos a uno de los dos y decidimos que eso es lo mejor, cuando en realidad es solamente bueno, y hasta nos peleamos con nosotros mismos, queriéndonos convencer de una mentira frente al espejo. ¿O nunca se descubrieron tratando de mentirse? Defendemos delante del profesor un proyecto de estudio, o delante del jefe un plan de trabajo, que sabemos a ciencia cierta que podría estar mucho mejor, con más detalles, más especificaciones, más datos, más profundidad, más descripciones, y lo peor de todo es que lo hacemos con tanta energía que convencemos a los demás que eso bueno que estamos entregando es lo mejor que se puede hacer. Esto aun cuando en la noche anterior no pudimos dormir pensando en todo lo que le faltó al proyecto, o cuando dormimos a pata suelta porque sabemos que siempre se convence a los demás que lo bueno es lo mejor. Por eso, cuando estamos esperando en una fila nos preguntamos si hubo alguien o algunos que pensaron en erradicar la espera en los servicios, y ¿saben qué? ¡Sí los hubo! –Entonces ¿por qué hay filas?- se preguntarán. Simple: porque siempre se prefiere lo bueno a lo mejor. Es increíble la cantidad de leyes y proyectos escritos y en vigencia en nuestro país sobre el tema que a usted se le ocurra, inclusive sobre lo que más nos da bronca diariamente, pero resulta que a los que las escribieron se les olvidó buscar lo mejor, es decir, nunca se dedicaron a que en nuestro país se apliquen y se cumplan esas leyes, y aún peor ¡nosotros no las cumplimos ni nos molestamos en hacerlas cumplir! Simplemente porque nos conformamos con lo bueno. Parecerá tonto, pero es real: para los argentinos es mejor que alguien de afuera hable bien de nuestro país que nuestro país sea verdaderamente el mejor. Porque que hablen bien de nosotros es bueno, pero es mejor que nuestro país sea el mejor de verdad, y aquí nuevamente encontramos a los enemigos peleando. Por eso -se darán cuenta- que a la misma vez que afirmamos que odiamos a los yanquis por todo lo que son, cuando viene alguna autoridad a visitarnos y dice que Argentina es líder en Latinoamérica y que somos ejemplo, nos convencemos que lo bueno que somos es lo mejor que podemos ser. Así vivimos todos los días de nuestra vida, eligiendo a uno de los enemigos en todos los ámbitos. Para descubrirlos antes de elegirlos, sólo hace falta pararse frente al espejo, sonreír, y decir: “por todo lo que viviste hasta ahora en tu vida, ya comprobaste una y mil veces que lo bueno no es lo mejor, así que no trates de convencerme de lo contrario”. Por ventura, diciendo eso, se descubrirá que lo bueno que puede ser recibir de alguien lo que le sobra, no es mejor que recibir de otro lo que le hace falta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vos sos muy bueno Hugo, por eso sos lo mejor que hay!! Y escribiendo verseas lindo, en fin...sos lo que sos.

Anónimo dijo...

Huguito! me gustó mucho la nota, creo que ¨lo mejor siempre está por venir en nuestra vida¨, no debemos quedarnos solamente con lo bueno sino buscar siempre lo mejor.

Anónimo dijo...

Alguien dijo una vez: "No todo lo bueno es pecado" Pero yo creo que: "Lo mejor está por venir".
Saludos y Adelante!