jueves, 15 de abril de 2010

La madurez argentina

A un mes de cumplir 200 años como país, los argentinos podemos decir que hemos crecido en tamaño –en el litigio por los límites con Chile nos añadimos algunas montañas –y en número también, porque de los 300 iniciales hoy somos más de 40 millones, y podemos decir con orgullo que hemos logrado alcanzar muchos premios que nos distinguen entre nuestros pares en el mundo.
Sin embargo, dos centenarios parecen no haber alcanzado para que maduremos lo suficiente y nos tratemos como personas crecidas en todos los sentidos. Hoy la peleíta, estilo vedettes de verano, entre el gobierno y el Grupo Clarín, La Nación, y América T.V. que encuentra puntos que rozan el humor de niños, nos hace pensar que en cuanto a información se refiere hemos vivido en un jardín de infantes casi toda una vida, y en cuanto a gobernabilidad, todavía no hemos aprendido a sentarnos a hablar de frente sin tapujos y con tranquilidad con nuestros opositores. Si no, no tendríamos una presidenta que elegiría la inauguración de unas pasarelas en un Parque Nacional del sur para hablar de los artículos que se publican en su contra, y como excusa, hace un esfuerzo por conectar el logro de la construcción de las pasarelas como metas alcanzadas por un gobierno al que critican.
Lo mismo pasa en otros ámbitos, un poco más populares, como en el fútbol. Los jugadores profesionales, Martín Palermo y Román Riquelme, demostraron su madurez, cuando contra Arsenal, su equipo que ostentaba el anteúltimo puesto en la tabla de posiciones volvió a la victoria, y con varios años de experiencia en la espalda de cada futbolista, no se abrazaron para festejar el gol que protagonizaron los dos. Celebro, para ser justo, la actitud de Palermo que fue a buscarlo a su compañero, y recibió la espalda de Riquelme, a quien siempre critiqué y voy a criticar esa actitud de nenito caprichoso, que nada tiene que ver con sus aptitudes de jugador. Peor fue el pésimo show brindado por los técnicos Caruso Lombardi y el Turco Asad, quienes en la misma fecha se insultaron frente a miles de personas y a las cámaras, olvidándose quiénes son.
De la misma manera, el toma y dame del jefe de Gabinete de la Nación, Aníbal Fernández, y el vicepresidente Julio Cobos, a quienes todavía no vi sentados frente a frente debatiendo como quienes son, pero si los vi armando páginas de Facebook para denunciarse mutuamente y hablar el uno del otro como doña Rosa y doña Catalina, una de otra, en sus propias esquinas en el barrio, o como los Spallanzani en su radio favorita en Iguazú culpando al intendente Filippa hasta del mal tiempo, y este haciéndole oídas en un discurso de inauguración, casualmente como la presidenta de todos los argentinos… y argentinas, perdón, no quiero que la primera mandataria se ofenda.
Sinceramente me hacen recordar cuando dentro de mi mente solo tenía a mi compañerito de preescolar a quien la maestra le prestaba más atención que a mí, y yo hablaba mal de él aun cuando estaba solo en el baño. Sólo que hoy con un poco más de años encima, me causa vergüenza y cuando tengo alguna diferencia con alguien lo llamo y le digo lo que pienso, y no pido la presencia de cámaras de prensa para me escuchen hasta los niños a quien después les digo que tienen que ser democráticos y aceptar con madurez que otro piense lo contario, porque ya tenemos 200 años de vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siiime gutóoo te iiijeeeeee