miércoles, 15 de diciembre de 2010

Días sin vos – Amar

Cuando voy al trabajo en la mañana me gusta escuchar el silencio que tiene el recorrido por la calle Carlos Maurente, avenida Mihanovich, y finalmente Rambla de las Américas hasta el hotel. Las primeras horas del día generalmente son frescas, pero el sol primaveral regala un toque cálido que permite una remera y una bermuda, mientras el lento pedaleo acaricia la piel hambrienta. Al llegar, tomo tiempo para seguir disfrutando de los dedos del aire que trae el río muy cerca del sector de piscina, con la hermosa cancha de golf a la derecha y la playa a la izquierda.
Cada hotel tiene un horario más hermoso que todos los otros. Vos seguramente tenías un horario preferido allá en Cataratas. En este caso cuando estuve en recepción me embelesaba con el atardecer, que aun en los días de máxima ocupación parecía detenerse en tonos naranjas, rojos, dorados, y hasta violáceos, que atravesaban el lobby principal sedando todo lo que tocaban como la mano de un ángel. Hoy, afuera, en el sector piscina, también me atrapa el ocaso, pero las primeras horas de la mañana tienen una mirada lejana de brisa verde con lago y río, que los pajaritos adornan alegres, invitando arena, agua, y cielo. El día puede ser nublado, ventoso, soleado, frío o caluroso, pero el alba siempre tiene el roce de la paz, que hace guiñar al nuevo día que comienza, como un cómplice que ofrece una salida a lo hecho en la jornada anterior.
Lo que pasó, pasó. Lo que fue, ya fue. Nadie lo puede cambiar. Es verdad. Y un inicio inédito, como un nuevo día, hace esperar la oportunidad que siempre se pide. Por eso seguramente el Creador hizo que la luna barrunte al sol y sueñe los dedos de este en un mimo nuevo. Por eso también seguimos viviendo, por eso seguimos empezando. Y por eso seguramente la vida nos repite que este momento será pasado en pocas horas, y las que vienen tendrán la luna y el sol que dibujen estas, porque justamente lo que pasó nadie puede cambiar.
Quizás por eso, también, en algún momento Bob repitió lo de Malcom "Don’t know your past, don’t know your future". Ellos insistían a los suyos a que conozcan de dónde venían, para saber quiénes eran, y adonde iban. Así pasa también con nosotros en Misiones. Vos más que nadie sabés cómo me pongo con aquellos que no conocen nuestra historia, o con aquellos que dicen saberla para lucrar con ella, o con los que se apresuran a conocer la historia de otro lugar despreciando el origen de "itavy’a", "ñembotavy", "guaú", o "ja ka’ayiú". Alguna vez te dije –como tantas cosas –que justamente esta indiferencia hacia nuestro pasado es la verdadera razón por la que tanto nos cuesta tomar las riendas de nuestro futuro y decidir que en vez de ofrecer bifes de chorizo y tango, tenemos que ofrecer reviro, chipa guazú, mate, polkita rural, chotis, y gualambao.
Nada puede cambiar el pasado. Coincido. Hay que conocerlo, tomarlo, aceptarlo, sufrirlo, superarlo, rasgarlo, para crear el futuro, porque ignorarlo y despreciarlo hace que los errores siempre sean los mismos, por más perdón que pidamos y hagamos que nada sucedió. Es verdad que la tierra se seca luego de las lluvias, y que el viento en un momento para, pero su paso cambia la fisonomía de montañas, que nunca olvidan que por allí pasó el agua y el aire.
Yo también pedí perdón, ¿sabías? Pedí mil veces perdón, y propuse mil veces que sigamos adelante, porque lo que pasó, pasó y nadie lo puede cambiar. Ya está, hay mucho por vivir. Yo fui el que aceptó cada uno de los eternos reproches del pasado, los cambió, y nunca más sucedieron, ¿sabías? Yo fui el que escuchó cada uno de los infinitos reclamos, que se renovaban sin tregua, y hoy sigo sin tener derecho a ningún planteo. Yo fui el que sugirió millones de veces y de mil maneras que se mire el resto del cielo limpio, y no la única nube que había, ¿sabías? Yo fui el que en interminables horas de mimos y roneos repitió hasta el cansancio que era mejor elegir las mismas fuerzas y positivismo que hoy desparramás cuando ya no estoy.
Y yo soy ese mismo del pasado que evidentemente no fue escuchado en ningún decibel, y que no tiene ningún tipo de derecho porque soy egoísta, y me creo perfecto, además no tengo la experiencia psicológica para aparecer en horas vulnerables y hacer alarde de comprender la vida, porque sinceramente no tengo idea de ella. Pero puedo asegurar que estoy lleno de tranquilidad delante de mis días pasados, porque jamás puse la excusa de tratar a una persona como se me dé la gana, porque total no me tiene que entender solo me tiene que amar. Yo soy el que intentó construir el pasado, y creyó demostrar amor ¿sabías? Yo sigo siendo el que nunca merece un espacio como el privilegio de los demás quienes sobre no sé qué criterio sí demostraron amor, compañía incondicional, y apoyo. Yo sigo siendo el que construyó desde la primera mirada inconfundible un pasado de amor, que creó un futuro que nunca te dejará de amar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sentí que te ibas para siempre, tus palabras, tus gestos, tu desesperación me lo decía a gritos,
tus maletas en la puerta eran el punto final de esta historia, y con ella el final de una vida demasiado unida a la tuya. El cansancio en tu mirada y la desesperación en la mía fue el plato fuerte de aquella tarde marcada por el desamor, sentí que te ibas escapando, y que mis brazos perdían fuerza, que retenían tu cuerpo, tú alma pero no lo que habías resuelto de partir de mi lado , y mientras mis lágrimas corrían, mi mente una y otra vez pensaba en la forma en cómo volver a fijar tu mirada en la mía, pero ya nada servía. Pero en un descuido tuyo, mis ojos se clavaron en los tuyos, y fue fácil después plegar mis labios aprisionándote sin remedio, y apretándote contra mí, me bebí todas tus dudas y tu confusión, y al final cerraste la puerta y te fuiste pero refugiándote en mis caricias. Y hoy nos encontramos soñando despiertos y aun creyendo que este amor es invencible, volvimos a mirarnos como antes, y a mezclarnos en el agua y bajo el mismo cielo… pero está escrito que desde la primera mirada, yo también creé un futuro sin dejar de amarte, porque mas allá de las aguas, aún nos pertenecemos.

Anónimo dijo...

Nunca te olvides que te amo con el alma. Y te voy a amar siempre!!!