sábado, 11 de diciembre de 2010

Días sin vos – Solo

Hoy se cumplen quince días desde aquella tarde del 26 de noviembre en la que los minutos no se estiraban porque estaban atrapados en el nudo entre palabras imposibles, enredadas entre el amor lleno de bronca, resentimiento, odio.
Dormí todo el camino hasta el cruce de Piray. Ahí me esperaba mi padre, pacientemente. Yo sabía que él estaba ahí, le había avisado la hora que llegaba, y tenía la garantía que me esperaría. Siempre lo hizo, en cualquier circunstancia, y esta no iba a ser la excepción porque más que yo tuviera 31 años, estuviese lleno de amor y lo hubiese llorado amargamente como un niño que fue herido con lo que siempre soñó, y está solo.
Él sabía que yo había llorado, porque además de su vasta experiencia los ojos me delataban. Pero nunca me dijo nada al respecto, sólo me preguntó cómo estaba y si ya había cenado. Entre hombres es una especie de código no entrar inmediatamente en las emociones. En general se bromea sobre el tema primero, y luego, si se da la oportunidad, se habla, se abraza, y se llora en secreto.
Mi madre me abrazó fuerte cuando llegué, y su instinto la empujó a preguntarme si ya había comido. Luego revisó mi valija por si había ropas sucias, y me entregó una toalla limpia para que me bañara y pusiera cómodo. Estaba en casa.
Pero, no era mi casa. Ese lugar es hoy un refugio, en donde me doy cuenta que con la inmejorable compañía de mis padres y mi hermana menor, estoy solo. Y eso, claro, me trae tu nombre en cada mirada, en cada suspiro. Para ahogarte, aproveché cada minuto de mi estadía allí para crear una zapatera de madera reciclada, un velador de una horma de zapato y una lámpara de un ventilador de techo viejo, y un palo de amasar. Todo a mano, con las herramientas de tallado y mil materiales recuperados, que siempre acompañan mis horas como lo único que tengo.
Les tomé fotos, y le pedí a mi hermana, Gaby, que me sacara mientras los hacía, para mostrarte cuando quieras, para que me creas y para que veas que no hablo al pedo sino que también hago. Pero no voy a incluir las fotos esta vez, porque sinceramente quiero sentir que me creés sin ver. De todas maneras, las tengo para mostrarte en persona.
Mi madre se enfermó en esos días por un eterno problema de vesícula, que esta vez fue secundado por un pedazo de lechón y un vori vori hecho por ella misma. “Ooh mitá Paraguay, república o muerte”, le dije y por enésima vez me acordé de tu risa al escucharte decir eso. Se internó en el Eldorado, y mi padre no se separó un segundo de ella. Mis hermanas se turnaban para ir a verla, y yo quedé mayormente en la casa, solo. También, en algunas tardes fui a verla para hacerle reír con otros comentarios, que afortunadamente obtuvieron reacciones positivas, inclusive de la señora con neumonía que me pidió que parara porque la tos de la risa iba a empeorarle. Nunca sé cómo hacer sólo lo que hace bien.
En esos días me respondieron un mail del hotel acá en Colonia, para ofrecerme el cargo de jefe del sector de piscina con un tentador sueldo. Lo acepté inmediatamente y tuve que viajar. Junté mis cosas –ropa, algunos libros, y la inseparable herramienta de tallado –y me largué a la ruta con nada más que las ganas locas de ver a mis hijas.
Otra vez me dormí casi todo el camino, pero cada segundo me trajo cada segundo al lado tuyo en todos los viajes que hicimos: cada mate, cada foto, cada mirada, cada beso, cada lugar que vimos, cada espacio que compartimos como gusto, cada silencio, cada caricia, cada picardía, cada suspiro, me trajo cada letra de tu nombre.
Al llegar al puerto de Buenos Aires pude subirme al barco que salía en quince minutos, porque por fortuna no había muchos pasajeros. Allí otra vez vi las aguas del Río de la Plata que trae tus aguas, y me vio flotar tres horas para llegar a la ciudad en donde solo tenía ropa, libros, y herramientas.
Nadie me esperó. Me subí a un taxi y me presenté en el hotel. A todos preguntaba si conocían algún lugar en donde me alquilarían sin recibir un depósito o adelanto, hasta que me acordé de Edegar –no es un error de tipeo, se llama así, Edegar –el que me caló la moneda que quiero creer todavía cuelga de tu cuello, cerca de tu corazón. Así que me acercaron hasta la casa en donde él alquilaba y allí le pregunté si todavía quería algún compañero para compartir el alquiler. Con una sonrisa me aceptó sin nada. Entonces acerqué la valija y la mochila, me bañé y esperé hasta las diez de la noche para que me permitieran ver a mis hijas.
Fiorella se tiró a mi cuello, riéndose y gritándome: “¡Volviste, papá, volviste!” y entonces solté el llanto y te amé con todas mis fuerzas, porque su reacción me hizo acordar a tu pasión. Sin embargo, Aymará no me reconoció, no quiso que la tocara, y sacó la carita cuando le iba a dar un beso, y entonces te odié con todas mis fuerzas, porque cada segundo que desgarraba mi alma para entregártela el Carpinchito se olvidaba de mí. Nunca supe si alguna vez comprendiste la dimensión de esto.
Así pensaba esa misma noche, en la que me acosté en la improvisada cama de la casa de Edegar, en donde no estaba tu piel de mango, ni tus caricias de sol. Estaba como estoy ahora regalándote estos trazos: solo.

3 comentarios:

jorgelina dijo...

El escaparse de los posibles no, de las respuestas que no se quieren escuchar hacen que la soledad se encuentre en cada lugar, cerca o lejos, en aquella casa que hoy solo es un refugio, aquel abrazo con tanta pasión y deseo de Fiore, que nunca deja de ser Fiore y sentir por mas que no este cerca o si, y aquel "quien sos". La vida es un camino pactado, con quien se ama, se odia, se lastima y se es lastimado, para poder sentirse acompañado por mas que estés solo simplemente hay que hacerse cargo de que uno no elige de quien enamorarse, pero tampoco somos nadie para que cambien por uno.

Anónimo dijo...

por suerte tengo tu blog agendado, y la verdad no puedo creer. hoy es ella aunque este sola y lastimada la que levanta el ánimo de otras que estan en peores situaciones, la verdad Huguito es única, amándote asi como te ama, preferis estar solo, no será que queres eso, para nosotras es un ejemplo de valentía, de mujer, lastima porque nos enamoramos, soñamos y sufrimos con este amor, y lo seguimos y me quedé muda cuando me enteré. se que son el uno para el otro, pero el egoismo no lleva a ningun lado, vos sabes cuanto los queremos ver felices como en tantas fotos que hoy ya no se ve, leerte con tus historias, pero no de dolor, el amor se vive se acepta, incluye renunciar a muchas cosas como ya lo hicieron, eso hace a la felicidad. yo soy madre de una nena y se que jamas dejara a su padre de amarlo aunque estemos separados, eso depende de vos. yo te crei hugo, crei en tu amor, pero ahora, ya no se.
Laura

Anónimo dijo...

empezó la novelita denuevo, ya todos sabíamos que vas y venis con tu mujer, dejate de joder con mariconadas, sos muy novelero lopecito, dedicate a escribir sobre politica mejor